De la política de las grandes estructuras a la política de las personas

"A cada época la salva un pequeño puñado de hombres que tienen el coraje de ser inactuales" (G.K.Chesterton).

Marcos Russo

De forma constante la sociedad se encuentra en mutación, y no es ajeno a ello la manera de ejercer la política. En el inicio del nuevo milenium las nuevas tecnologías de comunicación digital modificaron contundentemente las conductas civiles y la sociedad en general. Se pasó rápidamente de sistemas muy verticalistas, a sistemas con mayor predominancia de cierta horizontalidad en sus sentidos más amplios.

Las redes sociales, las aplicaciones del mundo virtual, hicieron posible la creación de numerosas nuevas organizaciones con gran facilidad y a costos casi nulos. El empoderamiento civil fue galopando a pasos agigantados, y tal vez el ejemplo de los denominados "youtubers" es lo más representativo para referirse a esta realidad.

Los intentos de colocar mordazas y ejecutar ciertos alineamientos, se desmoronaron como un castillo de arenas. En el plano geopolítico se han venido produciendo trascendentales hechos que van configurando nuevas realidades impensadas, donde los grandes secretos ya casi no se pueden ocultar, pues parece ser que la tecnología ha sido impregnada de omnipotencia donde nadie ni nada se le escapa a la opinión pública.

En nuestro país vimos como a partir del año 2000 la hegemonía de los dos históricos partidos políticos que durante décadas gobernaron al país, literalmente se fue licuando. Fue así que el concepto de alianzas y frentes electorales comenzó a ser la principal herramienta de participación política, donde en una especie de subsidiariedad política-partidaria, las pequeñas organizaciones y agentes sociales, cobraron día a día mayor poder, al punto tal de condicionar el éxito o fracaso de los históricos partidos políticos.

Desde que Macri alcanzó la presidencia, todo es posible en la Argentina en términos electorales, ya que éste fue el primero en romper el binomio de las viejas estructuras, liderando con un nuevo partido político, más allá de sus aciertos y desaciertos. Este mismo escenario se dio en cada provincia y municipio a lo largo y ancho de nuestro País. También lo ha sido así en elecciones presidenciales de toda américa, como el caso más notorio de Nayib Bukele en El Salvador.

En los estratos sociales más campales se suele decir cuando alguien se planta a hacerle frente a alguien que detenta mayor fuerza, la famosa frase "se paró de mano", sea que termine en riña o no. Hoy el político que tenga dotes de buen estadista, sabe que puede "pararse de mano", y con la astucia de Davit, derrotar a los Goliat de las viejas estructuras partidarias que han destruido en todo sentido a nuestra amada Argentina.

La ciudadanía hastiada de tantos males hoy no está tan dormida, está atenta en la identificación de esos líderes, y en la espera de que se animen a dar los grandes pasos que la patria clama a gritos. Tanto a aquellos líderes que forman parte de viejas estructuras que ya están fermentadas y avinagradas, como a aquellos líderes que han incursionado en la fundación de nuevos espacios, la nueva realidad analizada les invita a animarse a hacer LA POLÍTICA DE LAS PERSONAS, la de las buenas personas, y no la de las viejas estructuras.

Si durante varias décadas el sistema partidocrático se excretó en la sociedad argentina, por usar una palabra cortita y clarita - a juzgar por la decadencia dirigencial y social que cada día vemos - hoy ha llegado el día que aquellos dirigentes que tienen fervor patrio en sus corazones, aquellos dirigentes que cada día miran con cariño y transparencia a sus hijos y nietos, burlen, en su sentido metafórico, a las viejas reglas del viejo sistema partidocrático y a sus viejas estructuras, del cual la mafia y la corrupción se apoderó durante largos años, poniéndose a la altura de las urgentes circunstancias, en la construcción y consolidación de nuevos espacios, que jaqueen de una vez por toda a los cientos de políticos que han traicionado esta Patria durante décadas, sembrando el caos, la tristeza y la muerte (basta ver cualquier diario para ver cuantos ciudadanos mueren por día en manos de la delincuencia).

Tal vez el espíritu que debe alimentar esta idea, sea el de un real federalismo, que no se subyugue a las órdenes de caciques de Buenos Aires, y que por el contrario, se revele y desafíe al poder de la ciudad de los aires contaminados, aunque sí permaneciendo en diálogo e instando a todas las provincias del interior a cabalgar la gesta que Argentina demanda.

Ruego a Dios que anime a los hombres de bien a obrar con grandeza y patriotismo.

MARCOS RUSSO

32.169.018

Esta nota habla de: