Argentina, un país de puertas abiertas
A lo largo de los siglos, personas y comunidades han cruzado fronteras en busca de mejores condiciones de vida, seguridad, libertad o nuevas oportunidades. En el siglo XXI, lejos de disminuir, los flujos migratorios se han intensificado y complejizado.
Argentina abrió sus puertas para recibir a nuevos pobladores, incluso lo estableció en una de sus primeras normas, a principios del siglo XIX. Por ello, cada 4 de septiembre, desde 1949, nuestro país celebra el Día Nacional del Inmigrante, una fecha que invita a reconocer y agradecer el aporte invaluable de quienes llegaron desde diferentes rincones del mundo para hacer de esta tierra su hogar. La conmemoración fue instituida por el Decreto N.º 21.430, en recuerdo de un hecho fundacional: el 4 de septiembre de 1812, cuando el Primer Triunvirato dictó un decreto que abría las puertas de la nación "a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio".
La inmigración se convirtió en un pilar de nuestra identidad colectiva. Los inmigrantes no sólo aportaron brazos para el trabajo, sino también saberes, lenguas, tradiciones y sueños que, entrelazados con los de los pueblos originarios y criollos, dieron forma a la Argentina diversa y plural que hoy conocemos.
Nuevos habitantes y desarrollo vitivinícola
El proyecto agroexportador de la Generación de 1880 implicó la instalación de tecnologías modernas -como el ferrocarril- y la creciente demanda de mano de obra, cubierta en gran medida por inmigrantes. Las principales ciudades del país, y particularmente Mendoza, se transformaron bajo este proceso.
La inmigración fue decisiva en el desarrollo vitivinícola mendocino, que se consolidó en la década de 1890 como modelo agroindustrial. La llegada masiva de europeos modificó la estructura social y laboral de la provincia: surgieron nuevos oficios, se diversificó el mercado de trabajo y aparecieron los primeros conflictos colectivos.
El ferrocarril, símbolo de progreso, aceleró la circulación de personas, bienes e ideas, facilitando la llegada de trabajadores y de tecnologías para la naciente industria del vino. La subdivisión de tierras y la expansión de los sectores medios reflejaron un proceso de modernización que no hubiera sido posible sin los inmigrantes.
En Godoy Cruz, por ejemplo, este cambio se materializó en la inauguración de la estación San Vicente en 1884 (hoy Espacio Verde Luis Menotti Pescarmona) y de la estación Gobernador Benegas en 1912, que potenciaron la conexión comercial con la región pampeana y los puertos argentinos, al tiempo que impulsaron una fuerte corriente inmigratoria.
La fisonomía urbana se transformó con la instalación de bodegas que se convirtieron en prósperas empresas como Tomba, Arizu, Escorihuela, Filippini, Cremaschi y Calise. Con ellas surgieron oficios especializados, entre los más característicos, el de los toneleros. Los primeros en asentarse fueron los Flitt, Bekerman y Soifer, quienes más tarde desarrollaron la industria maderera y fueron el origen de la comunidad israelita del departamento.
Paralelamente, se crearon clubes y asociaciones con activa participación de obreros, vecinos y empleados, destinadas a contener a los nuevos pobladores desde lo social y lo cultural. Ejemplos notables son el Club Godoy Cruz Antonio Tomba, la Sociedad Italiana Cristoforo Colombo, el Andes Talleres Sport Club, el Hospital Español y numerosas obras comunitarias sostenidas por inmigrantes que prosperaron económicamente, como la donación de terrenos para el colegio Compañía de María, la construcción de la Iglesia San Vicente, el Hospital El Carmen o el actual Hospital Español.
Huellas en el Archivo de la Bodega Arizu
La historia de los inmigrantes no sólo se refleja en los grandes relatos nacionales, sino también en documentos cotidianos que testimonian su vida y su esfuerzo. En el Archivo de la Bodega Arizu (ABA) encontramos rastros concretos de esa presencia y de la solidaridad hacia ellos.
En un Libro Diario, aparece un asiento fechado el 21 de mayo de 1910: "Suscripción a protección de los inmigrantes por 5 meses de enero a mayo". Allí se registran trabajadores de diversas nacionalidades: españoles, italianos, ingleses, suizos, brasileños, chilenos, uruguayos, belgas, yugoslavos, paraguayos y sirios. Un auténtico mosaico humano que refleja la amplitud de la inmigración en Mendoza.
Las anotaciones contables revelan un espíritu comunitario que buscaba proteger y asistir a quienes llegaban en situación vulnerable. En otro Libro de Caja figura un registro de febrero de 1924, que consigna: "Donativos a Antonio Guerra. Misioneros libaneses para niños pobres".
Asimismo, en los Registros de Obreros de Godoy Cruz se documenta que en 1910 existían esfuerzos organizados para que los inmigrantes conocieran sus derechos y obligaciones, en un contexto en el que la Ley de Inmigración y Colonización N.º 817 (1876) ya estaba en vigencia, promoviendo la llegada de familias enteras para poblar y trabajar en el país.
El Día Nacional del Inmigrante no es solo una efeméride. Es una oportunidad para recordar que la Argentina ha sido tierra de encuentro. Los registros contables de una bodega mendocina, las luchas obreras, las tradiciones familiares y las historias transmitidas de generación en generación nos recuerdan que este país se forjó con la fuerza, la esperanza y el trabajo de quienes un día llegaron desde lejos con la certeza de que aquí podían construir un futuro.
Archivo fotográfico
Celebración del aniversario de la República Italiana, en 1958, en el salón de actos de la Sociedad Italiana Cristoforo Colombo. Hoy es el Centro Patrimonial y Artístico de la Municipalidad de Godoy Cruz. Foto: gentileza Antonieta Martinis de Tuninetti, antigua socia que arribó a la Argentina desde Italia con cuatro años, en 1948. Fuente: Junta de Estudios Históricos de Godoy Cruz.
Empleados de las bodegas Arizu y Escorihuela en la inauguración del primer módulo construido del Hospital Español, 1928. Los propietarios de dichos establecimientos vitivinícolas junto a otros miembros de la colectividad española realizaron importantes aportes para su edificación. Foto aportada por Luis Alberto Castellano. Fuente: Archivo Bodega Arizu.