¿Dónde está el peronismo?

El país está estancado y desorientado: no se sabe qué camino seguirá. Las calles tomadas por "otros" y las culpas adjudicadas a quienes no sostienen la "manija" de la gestión. ¿Sirve seguir victimizándose en lugar de hacerse cargo? ¿Dónde está el peronismo?

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

"Esto, en un gobierno peronista no pasaría", podría decir ya mismo en cualquiera de los medios del Grupo Clarín su columnista y dueño del peronómetro Julio Bárbaro. Pero resulta que es en un gobierno peronista en donde no hay conducción cierta del Gobierno, ni del Estado, ni de las organizaciones gremiales. La costumbre de intentar desperonizar la historia cuando no salió como se esperaba (como sucede con Montoneros, la Triple A o Carlos Menem, por citar tres ejemplos que la dirigencia del Partido Justicialista ha intentado sacarse de encima) ya no funciona.

También parecen haber perdido el monopolio de la calle, ese escenario en el que parecieran creer más que en las urnas y que les ha servido históricamente para darse ánimos cuando los resultados electorales les han resultado adversos, como si el solo recurso de amontonar mucha gente pudiera ser considerada como algo institucional equiparable a las elecciones universales y libres.

¿Dónde está el peronismo hoy? Mientras algunos se conforman por juntar dos partes muy distintas, como fue el acuerdo de Cristina Kirchner y Sergio Massa que pegaron con la candidatura de Alberto Fernández a la presidencia, el peronismo está más disperso y atomizado de lo que esa experiencia (que solo sirvió para ganar, pero evidentemente no fue suficiente para gobernar) demuestra.

Como siempre, aparecerán muchos presuntos herederos de Perón, pero el kirchnerismo es otra cosa y ya lo condiciona y tergiversa todo, de allí que esta vez, no parece haber una centralidad catalizadora.

¿Dónde está el peronismo?

Lo que sirve para conquistar el poder ya no es suficiente para darle "alegría al pueblo". El pueblo, por otra parte, ya no parece ser tan ingenuo como para "comprar" ofertas simples que se rompen a poco de ponerlas en uso, como pasó con la fórmula de los Fernández.

Y hay una evidencia mayor que indaga en el caracú del peronismo, sobre todo en torno a si está vigente como ideario o simplemente es una evocación de autoayuda, aunque vetusta como herramienta: la victimización ya "no garpa". Echarles las culpas de todo a presuntos otros responsables, si no a EEUU, a "la sinarquía internacional", "el poder fáctico", "el verdadero poder", etc., no cunde siquiera en el electorado propio, que -de acuerdo con lo que indican todas las encuestas, tanto las propias como las ajenas- está triste, amargado, empobrecido, desconfiado y también harto de que lo entretengan con consignas que no llevan a destino alguno.

Si es que el peronismo no ha desaparecido y late en alguna de las versiones que se muestran como reivindicatorias del "legado", ¿cuál es? ¿En qué se transformó? ¿Evolucionó o reclama un retorno a sus fuentes, en una época muy particular y diferente a la actual?

Nada es definitivo y toda la política parece estar en medio de tensiones modificatorias, algo de lo que Dante Caputo habló en su último libro en torno a lo "pendular" de la política en Argentina. Tal vez de tanto extremo, de tanta polarización, lo que surja es un centro - centro del que nadie sabe cuál sería su carácter a la hora de retomar el desafío de gobernar un país que no solo está claramente estancado, sino confundido en torno a qué camino seguir.

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