Argentina, en economía de guerra

Un repaso histórico por las tensiones políticas y sus acciones económicas para la Argentina, de la mano del historiador Pablo Lacoste.

Pablo Lacoste
Pablo Lacoste - académico USACH. Proyecto ANID - ATE 220008

"Economía de guerra" es una decisión extrema de política pública, equivalente en medicina a la quimioterapia. Este tratamiento tiene fuertes efectos secundarios negativos: es veneno que, además de atacar el cáncer, daña también tejidos y células sanas que posteriormente, el organismo debe esforzarse en reconstituir. Por tal motivo, la quimio es una medida extrema, que se utiliza como último recurso. Lo mismo ocurre con la economía de guerra.

Milei gobierna con actitud de economía de guerra. Se ha propuesto enderezar la macroeconomía, a partir de la recomposición del equilibrio fiscal, para lo cual, ha impuesto una estrategia de reducción drástica del gasto público, con extrema austeridad. Esta situación es resistida por los gobernadores y el Senado de la Nación, que acaba de sancionar un paquete de leyes para aumentar el gasto público en 2% del PBI, lo cual representa un enfrentamiento radical con el plan del gobierno.

La actual situación de economía de guerra que sufre Argentina se puede comprender mejor con la perspectiva amplia que ofrece la larga duración. La Historia es el laboratorio de la economía y la política. Allí se estudian los patrones de comportamiento de los actores involucrados, las patologías, los diagnósticos y los posibles tratamientos.

El concepto de economía de guerra ha sido utilizado varias veces por las máximas autoridades del país. Raúl Alfonsín utilizó esta expresión en 1987, previo a su discurso de Parque Norte, cuando propuso una reforma profunda del Estado para enfrentar el déficit fiscal y la superinflación. Pero entonces entró en escena el Senado de la Nación, controlado por el peronismo en los últimos 42 años, para bloquear las propuestas de Alfonsín. El resultado fue la hiperinflación de 1989.

También habló de "economía de guerra" el presidente Alberto Fernández, mostrando su preocupación por el déficit fiscal y la crónica superinflación argentina. Pero no lo declarado no fue consistente con la gestión de gobierno y la inflación trepó al 300%.

Los casos de Alfonsin y Alberto Fernández no ayudan mucho para analizar el caso de Milei, por las enormes diferencias que hay entre ellos. Alfonsin y Alberto tienen estilos y personalidades totalmente distintas al actual presidente.

Pero hay un antecedente que puede ser más interesante: Juan Manuel de Rosas. Esto puede causar sorpresa, por la brecha temporal. Evidentemente, ambos corresponden a épocas distintas, con grandes diferencias. Sin embargo, hay muchos elementos en común. Después de haber estudiado cientos de cartas de Rosas y videos de Milei, se pone en evidencia el notable paralelismo entre ellos, tanto en estilo como en actitud y convicción. Ambos obsesivos. Ambos implacables. Determinados e inflexibles. Tenían las mismas debilidades, sobre todo para generar enemigos innecesarios y excesos de violencia verbal o simbólica.

El punto crítico es que ambos debieron enfrentarse con los desequilibrios macroeconómicos y la inflación.

En efecto, Rosas tuvo que gestionar el Estado en un ambiente de superinflación. En aquel caso, el problema del déficit fiscal no fue causado por el gasto fiscal expansivo, tipo "plan platita" de Sergio Massa, sino por la caída de los ingresos públicos. La principal fuente de recaudación del Estado provenía de los impuestos al comercio exterior del puerto de Buenos Aires. Y el bloqueo de las flotas de guerra de Francia e Inglaterra, causó del derrumbe de los ingresos públicos. El déficit fiscal se enjuagó mediante la emisión monetaria sin respaldo, lo cual, naturalmente generó una crisis inflacionaria. En 1838 los precios de productos de primera necesidad, como azúcar y arroz, subieron 339% y 244% respectivamente, cifras similares a la inflación argentina de 2023.

Igual que paraMilei, la inflación fue tema central en la administración de Rosas. El más prestigioso historiador argentino, Tulio Halperin Donghi, ha estudiado en profundidad el tema y entrega datos precisos sobre la actitud de Rosas frente a la inflación: "Para limitarla proclama una austeridad extrema de sus gastos: los de educación, sanidad y asistencia social son simplemente borrados del presupuesto. Más efectiva a largo plazo es la congelación del nivel de remuneraciones nominales para la entera administración civil, miliar, eclesiástica, policial." (Halperin Donghi, Guerra y finanzas, 1982, p. 217).

Asombra el paralelismo entre las políticas austeras de Rosas y Milei. Ambos redujeron los gastos en obras públicas, salud, educación y políticas asistenciales. A pesar de las altas tasas de inflación, virtualmente congelaron los salarios de los empleados públicos. El paralelismo se nota también en la durísima oposición de ambos líderes.

Los opositores de Rosas fueron implacables. El gobernador de Corrientes llegó a formalizar un Tratado con extranjeros y movilizar tropas contra el gobierno argentino. Lo mismo hicieron otros referentes como Juan Lavalle, el general Paz y tantos más. Pensaron que, al unirse todos contra Rosas, podrían derribarlo. Confiaban que el malestar causado por la economía de guerra facilitaría sus planes.

Sin embargo, ello no ocurrió. La convicción de Rosas, y la coherencia de su ideario creó una épica de confianza a su alrededor. Mantuvo el apoyo popular, a pesar de su economía de guerra y su austeridad extrema. Uno a uno, sus adversarios se derrumbaron. Las Grandes Potencias retiraron sus flotas de guerra. El país que parecía a punto de despedazarse logró superar la crisis y salvar la unidad, para lo cual se pagó un costo altísimo en términos de dolor humano.

Cumplido su ciclo, Rosas salió del poder, dejando las bases del futuro desarrollo nacional. Con nuevos dirigentes, la Argentina inició entonces una etapa de expansión económica sin precedentes, hasta convertirse en uno de los siete países más prósperos del mundo.

Volvemos a 2025. ¿Qué pasará ahora? ¿Podrán los gobernadores y el Senado detener a Milei y terminar con su economía de guerra? ¿Será capaz Milei de despertar una épica de confianza a su alrededor, para que el pueblo acepte su propuesta de austeridad, tal como hizo Rosas en su tiempo? Estas son las preguntas críticas de este momento de tensión. Tal vez en las elecciones de octubre tengamos algunas respuestas.



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