El cachafaz del arrabal al poder

La Argentina ha sido y es pródiga en este tipo de personajes, que si bien pueden hallarse en cualquier actividad, son particularmente visibles en el escenario dirigencial.

Jorge López Reynaudo

Con certeza puedo afirmar que tanto los millenials, nacidos entre mediados de los 80 hasta el 2000, así como los centennials, que vieron la luz del 2000 en adelante e incluso algunos bastante mayores, jamás escucharon ni leyeron acerca de la voz "cachafaz", en desuso desde hace años, pero no por ello menos idónea para tipificar a ciertos personajes que hoy abundan en el país.

Nacido en el "arrabal", hijo del italiano "cacciafani" (insolente) y acunado por los sones del dos por cuatro, el vocablo durante años sirvió para identificar a personajes que del hábitat del tango orillero, hoy parecen haberse mudado a todos los espacios del poder de esta Argentina postrada.

Una remisión al Diccionario de la Lengua nos señala que estamos en presencia de un "americanismo", más bien un "argentinismo" que se define como: "Descarado, pícaro, sinvergüenza". Pero ligera mirada a nuestro singular idioma que es el "lunfardo", fuente local del vocablo, vemos que éste le asigna un sentido más amplio: "Bribón, descarado, insolente, atrevido, desfachatado, pillo, pícaro, desvergonzado// holgazán, ocioso// importuno". Para los más jóvenes, bien podríamos decir que estamos en presencia de un "chanta", pero agravado y más dañino.

La Argentina ha sido y es pródiga en este tipo de personajes, que si bien pueden hallarse en cualquier actividad, son particularmente visibles en el escenario dirigencial, ya se trate del político, empresarial, sindical, futbolístico, académico, religioso, social, etc.

Nuestra realidad, desde hace años parece indicarnos con "hechos", no con meras palabras, un grave distanciamiento del ideario planteado por nuestros prohombres y sintetizados en el "preámbulo", para ingresar en la senda de estos "cachafaces", versión postmoderna, donde campean inmoralidad pública, demagogia, clientelismo, latrocinio, nepotismo, avasallamiento de la normativa constitucional y convencional, irrespeto a la división de poderes, avasallamiento de las libertades y garantías individuales, acrecentamientos de conductas tendientes a fragmentar a la sociedad en pos de mezquinos intereses más una ilimitada producción de planes sociales que han abrogado la cultura el trabajo para la inmoral pelea por el apoderamiento de la Caja Planera, prohijado todo por una dirigencia política en general mediocre, inepta, que en base a enunciados falaces, ambiguos, falsas promesas y con total impudicia han hecho del fracaso una filosofía, de la ignorancia un credo y de la envidia una prédica, obteniendo así sólo la distribución igualitaria de la pobreza y el desencanto.

He dicho "hechos" rescatando la famosa cita: "las opiniones son libres, los hechos sagrados", pronunciada por Carlos Fayt en la controversia con la actual Vicepresidente del 13 de junio de 2013, recordando el jurista, que la expresión remontaba a 1921, en el centenario del matutino inglés The Guardian, cuando su entonces editor Charles Scott, redactó el artículo "Cien años", manifiesto en defensa de la libertad de expresión, dejando para la posteridad tan conspicua frase: "Comment is free, but facts are sacred".

Difícil hacer un inventario a nivel nacional respecto a la acción de los mudados "cachafaces", atentos a su incontable nómina, entre los cuales los casos Boudu, López, Jaime, De Vido, Los Sauces, Dólar futuro, el Memorándum de Entendimiento con Irán, el Vacunatorio VIP, la Fiesta de Olivos, Hotesur, la Adjudicación de Carreteras en Santa Cruz, los Cuadernos de la corrupción, el caso de los Trenes, el de los Aviones Oficiales, el del Embajador condenado por corrupto cumpliendo funciones en Israel, la pelea por la Caja de los Planes y tantos otros que su simpe enunciado implicaría litros de tinta y kilos de papel.

Aquí, el ventilado y judicializado escándalo del "caso Bonarrico", vinculado a la compra de voluntades con un subsidio vergonzante a una Fundación de nulos o escasos antecedentes filantrópicos, presidida por el citado hierofante, nos autorizan a preguntarnos: ¿y por casa, cómo andamos? ¿Es acaso la mentada calidad institucional de Mendoza, auto atribuida por nuestra dirigencia un certificado de inmunidad política que nos resguarda de la existencia de posibles "cachafaces locales". Tal vez la respuesta nos obligue en su búsqueda a reabrir el arcón de los recuerdos.

Más allá de las condenas firmes, de los procesos incoados en su momento, algunos aún en trámite y rescatando siempre el "principio de inocencia", vemos que los medios han dado cuenta de casos como el de los Intendentes Lobos, Salgado y López Puelles así como de las denuncias contra Martínez Palau y Pablo Rosseau, la imputación contra Francisco Pérez, con más la desmesura de asesores en distintas áreas, los conocidos equiparados a magistrados sin serlo pero cobrando como tales, anclados en el Poder Judicial aún increíblemente sin resolver y ahora, como si aquello fuese poco, el caso del Juez Federal Bento, constituyen "hechos", algunos a dilucidar y otros olvidados o cajoneados, que deben hacernos pensar la posibilidad de encontrar en la provincia adherentes a la tanguera figura del "cachafaz", el que en una mudanza del arrabal al poder, genera en la ciudadanía una mezcla de "bochorno, indignación y resignación".

Bochorno, porque después de conocer, prensa mediante, distintos casos, el ciudadano observa con estupor que muchos correligionarios, compañeros, camaradas. entenados y adláteres salen con argumentos risibles, denuncias y contradenuncias jurídicamente insostenibles a intentar la defensa de lo indefendible, mientras que los opositores, olvidados del viejo aforismo "el muerto se asusta del degollado" y enancados en la coyuntura aprovechan medrar al estilo del otro antiguo proverbio: "hacer leña del árbol caído", para prescindiendo de sus propias desvergüenzas, vengarse así del opositor, subestimando la inteligencia de los argentinos que, sabedores de sus andanzas, sienten además la indignación y la resignación que comentábamos, ante una situación que parece no tener fin próximo.

El respeto del que son acreedores quienes concibieron y constituyeron la Nación y la Provincia, debería obligar a la dirigencia a trascender el escándalo trivial, los enfrentamientos de coyuntura y las mezquindades generadas a partir de sus ilegítimas ambiciones, ya que la experiencia indica que con los "cachafaces" y su "criolla picardía", la primera víctima es siempre el pueblo de la República.