Incongruencia: La Paz sin paz

La abogada y magisterio en Literatura, escritora, Alicia Dúo, reflexiona sobre los sucesos de La Paz.

Alicia Dúo
Abogada, escritora. Magister en Literatura.

El departamento de La Paz (Mendoza) fue designado con ese nombre por devoción a la Virgen María. Alejo Mallea, gobernador de Mendoza, un 4 de agosto de 1850 renombró la antigua Villa de San José de Corocorto como "La Paz", por la devota fe de la población hacia la Virgen de Nuestra Señora de la Paz, imagen reverenciada en la iglesia local. En enero de 2023 la Municipalidad de La Paz informaba: "Hoy 24 de enero se conmemora el Día de Nuestra Señora de La Paz, Santa Patrona e ícono fundamental de nuestro departamento, cuya presencia en la capilla de Villa Antigua bendice y acompaña los destinos de un pueblo que la venera con profunda Fe".

En nuestro presente sucede un hecho que es opuesto a la pacificación. La veneración de la buena paz fue alterada, en su sentido, cuando el día miércoles 10 de setiembre, a la mañana, una alumna de 14 años del Colegio "Marcelino Blanco" de La Paz, entró al lugar con un revólver cargado. La jovencita hizo tres disparos al aire, se atrincheró y recién en horas de la tarde, a raíz de trabajosas negociaciones, depuso su actitud y se entregó a los agentes policiales especializados. Se la derivó a un hospital, acompañada de sus padres.

Se supo que quería encontrar a una de sus profesoras; no está claro si su objetivo era meramente asustar o provocar una catástrofe. En el caso, el pensamiento deriva hacia la situación de esa criatura que, por su edad, poco o nada sabe de la vida y de las consecuencias futuras de sus propios actos.

Con espíritu amplio y sin intención de remover nubes para provocar más tormentas, la gente se hace varias preguntas complejas. ¿Por qué razón una jovencita, al concurrir a su escuela, porta un arma? ¿Por qué en su casa había un revólver al alcance de su mano? ¿Qué motiva su decisión? ¿Qué cree que pueda obtener llevando un revólver? ¿De dónde proviene su convicción? La gente es pronta para condenar lo que sea y a quien sea, pero las aristas de la cuestión son varias.

En principio se pondera el ámbito familiar. ¿Sabe la familia más directa qué le sucede a ese miembro de su grupo? ¿Asume a conciencia si percibe el estado de tristeza o alegría de su realidad, la satisfacción o insatisfacción con sus estudios, la relación con sus compañeros y el trato que recibe de ellos? ¿Conoce cuál es la atención o desatención de preceptores, profesores y demás autoridades del colegio?

En segundo término, se considera el ámbito socio-escolar. ¿Cumplen los profesores, directivos y demás integrantes del colegio con el ejercicio del control y observación de los alumnos reconociendo sus problemas y avizorándolos a tiempo? ¿Desean identificar seriamente comportamientos a-sociales, ejecuciones de bullyng y otros agravios que se dan entre pares? ¿Mantienen en vigencia un tiempo-espacio de conversación para identificar los fragmentos dispersos de personalidades infanto-juveniles que, de a poco y con insensibilidad, otros destrozan? ¿Sostienen la voluntad investigativa controlando grupos de alumnos agresivos o previendo el peligro de que las mismas autoridades escolares estén creando un Frankestein? ¿Anticipan la posibilidad de que existen almas débiles cuarteadas por dentro y que rearmar las piezas de los dolores es una tarea de todos los días?

Sociedad, padres, profesores, autoridades, especialistas de distintas ramas e instituciones privadas y/o públicas piensan que los colegios forman y disciplinan al alumnado. Se sospecha que es más lo que deforman que lo que construyen. En el cúmulo de permisividades, responsabilidades no asumidas, indiferencia e insensibilidades, se ha naturalizado a los estudiantes como números: se consideran las cantidades de concurrentes, de promovidos y egresados, de quienes alcanzan la nota suficiente, no importa si estudian o no, si se instruyen convenientemente o si se mantienen tan ignorantes al final del año como al inicio de las clases. Los jovencitos aprenden más de lo que se publicita en celulares con videos, meme y mensajes no controlados que en un imposible uso de libros.

En la mezcla de lo permitido y lo prohibido no hay derrotero claro. Los valores y principios éticos y morales no se destacan. Por cierto que es acertado el apoyo a la niña que ha vivido estas circunstancias, dando prioridad, seguridad y respeto a sus más íntimos y primordiales intereses.

No es posible, en este momento, dar por dilucidado qué ha sucedido en la escuela de La Paz. Sí se entiende que este inicio en el hilo de la violencia no es bueno. Un pedrusco pleno de agresiones que rueda hacia abajo puede destrozar como alud las esperanzas más básicas, matar alientos vitales, impedir consolidar un futuro mejor. Lo que se desea es que brille la paz, como si esa paz conformara estrellas en las manos de la Virgen. Caso contrario: ¡cuanta incongruencia, qué triste paradoja! Sin paz en La Paz.




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