Escuela secundaria: lo fácil nunca es bueno
Con mayor frecuencia los alumnos del nivel medio cuentan con numerosas posibilidades para eximirse en cada cuatrimestre. Las oportunidades deben darse, pero sin hipotecarlas a cualquier precio.
No hay que ser muy erudito del tema para darse cuenta que nuestros jóvenes aprenden cada vez menos. Desgano, falta de interés, desmotivación y la cantidad de posibilidades que tienen para acumular notas durante un cuatrimestre, hacen que la calidad educativa y la cultura del esfuerzo vayan por carriles distintos. No hay manera de aprender en serio si cada vez que se califica se consideran numerosas contemplaciones para atenuar los contenidos no asimilados.
Es cierto que hay adolescentes con dificultades cognitivas de base que no fueron abordadas cuando cursaban la escuela primaria y luego se potenció el problema. Pero también hay una porción mayor de casos donde el esfuerzo es nulo. Entonces, al final de cuenta, el alumno que se preocupó y esmeró obtiene el mismo resultado que aquel que no hizo nada en tiempo y forma: ambos aprobaron. Injusto, literalmente.
Los fundamentalistas de las mil oportunidades creen que, en alguna de esas tantas, el educando podrá realizar lo que no hizo en dos o tres. Llamativo error de concepto. Las oportunidades deben darse, pero con prudencia. Y la explicación es sencilla: si para aprobar una materia un estudiante tiene muchas posibilidades, el esfuerzo empieza a ser negociado para no "desgastarse" antes de tiempo. Entonces se da lugar a la especulación con la misiva de que en algún momento va a " caer la ficha" o, peor aún, se la hacen caer los padres que entran en estado de desesperación cada vez que ven a su hijos atrapados en medio del laberinto. De perogrullo pero vigente, nadie valora lo que no cuesta.
A pesar del contexto epidemiológico, y en el camino de intentar avanzar -lentamente- sobre indicadores de calidad educativa, es importante que los profesores se animen a limitar las oportunidades. Es preferible ser un buen profesor que ser un profesor bueno. Las excepciones siempre estarán del lado de aquellos alumnos que verdaderamente conviven con realidades personales que les impiden aprender con normalidad.
El ABP ( Aprendizaje Basado en Proyectos), sugiere una manera de testear desde otro ángulo. De conocer habilidades y competencias que las pruebas tradicionales contienen parcialmente. Pero si no se promueve la cultura del esfuerzo y trabajo, estamos en presencia de una formación cortoplacista y obtusa, que en un futuro laboral o universitario costará ( y cuesta) muy caro. Lo vemos a diario en la cantidad de adolescentes que se encuentran en un limbo vocacional/ocupacional y no saben cómo salir del mismo. Son responsables por participación necesaria, pero fueron rehenes de un sistema facilista que les exigió lo mínimo y no les enseñó a pensar. En fin, las posibilidades están para ser bien administradas, ni por exceso ni por defecto.