Un legado de humanidad: la partida de un líder público global

La partida del papa Francisco en la pluma de Juan Marcelo Calabria

Juan Marcelo Calabria

La noticia de la muerte del papa Francisco ha conmocionado al mundo, y así como su nominación, aquel lejano mes de marzo de 2013, sorprendía con un pontífice desde el fin del mundo, su deceso luego de la bendición et urbi et orbi en el domingo de pascua nos priva del único y quizás último líder con un visión global sobre las grandes causas de la humanidad. Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa latinoamericano y jesuita, falleció a los 88 años, dejando un legado imborrable en la historia de la Iglesia Católica y en la esfera pública mundial.

El pontificado de Francisco se destacó por su audacia reformista y su dedicación inquebrantable a los más vulnerables, reflejando una vida marcada por la humildad y la austeridad como ejemplo inspirador. Su férreo compromiso con las "disparidades hirientes" - una expresión que denuncia el impacto devastador de las desigualdades sobre la justicia social, la ética y la dignidad humana - influyó la agenda global de la Iglesia que, en diálogo continuo con líderes internacionales, amplió su influencia en la búsqueda de soluciones para los desafíos universales. Así, Francisco redefinió el liderazgo en tiempos de crisis, dejando un legado que trasciende las fronteras eclesiásticas.

Como líder espiritual y político, Francisco imprimió a su pontificado el espíritu de las puertas abiertas. Desde su elección en 2013, trabajó incansablemente para incluir a los grupos históricamente marginados por las viejas convenciones, consolidando una Iglesia más humana y accesible. Su enfoque pastoral, basado en la misericordia como núcleo de la fe católica, resonó profundamente en un mundo dividido y en crisis. Este liderazgo transformador no solo revitalizó su institución, sino que también inspiró a figuras políticas y sociales a adoptar posturas más inclusivas y equilibradas en un escenario global cada vez más fragmentado. Incluso en los difíciles años posteriores a la pandemia, cuando las naciones endurecieron sus políticas individualistas del "sálvense quien pueda", Francisco luchó por reencauzar la cooperación internacional y reavivar el humanitarismo mundial.

¿De qué murió el Papa?

Entre su legado, uno de los aspectos más destacados será, sin duda, la reforma de la Curia Romana. Francisco implementó cambios estructurales para hacerla más transparente y eficiente, enfrentando resistencias internas con valentía. Este compromiso por la transparencia también quedó evidenciado en las finanzas del Vaticano, donde impulsó reformas significativas como la centralización de las inversiones en el Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el banco vaticano, y la publicación de balances detallados. Estas medidas no solo evitaron la repetición de escándalos financieros, sino que también reflejaron su inquebrantable compromiso con la justicia y la rendición de cuentas, fortaleciendo la credibilidad de la administración eclesiástica, propio de su perfil austero que ya había destacado a lo largo de su vida pública como administrador de la Diócesis de Buenos Aires.

Tiempos desde los cuales Jorge Mario Bergoglio, siempre puso a los pobres en el centro de su misión. Luego ya como Francisco, su encíclica Laudato Si' no solo abordó la crisis ambiental, sino que también vinculó la degradación del planeta con la injusticia social. Su llamado a cuidar la "casa común" fue un recordatorio de que la lucha por la justicia social y ambiental está intrínsecamente conectada, para una vida mejor, sobre todo con impacto para quienes sufren las grandes calamidades en el mundo.

De esta forma se fue transformando en un líder global en tiempos de crisis, en un mundo marcado por conflictos y desigualdades, Francisco se erigió como un líder público escuchado, toda vez que fue casi la única vos que se erigió por las grandes causas humanitarias. Su mediación en procesos de paz y su defensa de los derechos humanos lo convirtieron en una figura clave en la diplomacia internacional. Su capacidad para tender puentes entre culturas y religiones fue un testimonio de su visión de unidad y reconciliación, a lo que dedicó gran parte de su tiempo, recibiendo a líderes con ideas y visiones muy dispares siendo quizás un consejero, logrando que algunos tomaran el guante.

La Conferencia Episcopal Argentina recordó la humildad del Papa 

Tal el caso de la voz de los migrantes, donde se erigió como un defensor incansable de los refugiados. El fuerte mensaje de hospitalidad y solidaridad desafió las políticas restrictivas y xenófobas de muchos países, su encuentro con multitudes desplazadas por conflictos raciales y armados, fue un mensaje constante de una problemática que se ha agudizado en las últimas décadas. Su liderazgo en esta área recordó al mundo la importancia de la dignidad humana y la empatía en tiempos de crisis migratoria.

A lo largo de su pontificado, Francisco ejemplificó la humildad y la sencillez, como ya hemos dicho y que demostró con su estilo de vida, desde el símbolo de su calzado y vestimenta, hasta sus acciones concretas. Desde su elección, cuando pidió a los fieles que rezaran por él, hasta sus gestos cotidianos de cercanía con la gente común, su estilo de liderazgo contrastó con las pompas tradicionales del Vaticano, y el boato del sitial milenario del reinado papal. Esta humildad fue clave para conectar con personas de todas las creencias y culturas, acercando nuevamente a millones de fieles y no a la iglesia que atravesaba una de sus grandes crisis de imagen y profundidad al momento de asumir.

Como líder mundial, Francisco encarnó un mensaje de esperanza que resonó en cada uno de sus discursos y escritos. Sus palabras, impregnadas de paz, tolerancia y misericordia, ofrecieron consuelo en tiempos de incertidumbre, reafirmando el perdón como pilar esencial de la fe. Su capacidad para inspirar a través de acciones y reflexiones lo convirtió en un líder espiritual único y, al mismo tiempo, en una figura pública global con una visión humanitaria excepcional en estos tiempos.

Desde Argentina, su liderazgo fue percibido de manera distinta, a menudo reducido a nuestras disputas internas y rencillas menores. Sin embargo, su influencia política también se hizo sentir en nuestro país. Recuerdo que, poco después de su elección, un experimentado líder político mendocino comentó con gran perspicacia en una charla informal: "La nueva puerta de hierro será Roma". Esta frase, evocadora del período en que líderes argentinos viajaban a Madrid para buscar el apoyo del ex presidente Juan Domingo Perón durante su exilio, reflejaba la relevancia de Francisco como un referente político y espiritual. Sin duda, aquel apreciado amigo no se equivocó.

El pontificado de Francisco en 23 frases

Pero si hay un mensaje que define el pontificado de Francisco, es el de la misericordia, compasión y comprensión, que fueron los pilares de su mirada inclusiva. En tanto el énfasis en el perdón y la compasión como herramientas para sanar divisiones y construir un mundo más justo, sin duda resonará por generaciones. Este legado es un llamado a todos para vivir con empatía y solidaridad, como oposición al individualismo y desinterés.

Hoy asistimos a la partida de un líder global, y más allá de las diferencias de creencias y de fe, no se puede negar que la muerte de Francisco marca el fin de una era en la historia de la humanidad. Desde nuestro humilde análisis su liderazgo transformador y su compromiso con las grandes causas de la humanidad lo convierten en un referente único en la historia moderna, y su partida deja un vacío en un mundo que necesita líderes con su visión, empatía y valentía. Y aunque Francisco ya no está físicamente entre nosotros, su legado sigue vivo, como ejemplo de servicio y un llamado continúo a cuidar a los más vulnerables, una invitación insoslayable para continuar su misión.

En un mundo que enfrenta desafíos globales, con las "disparidades hirientes"  sin resolver, su mensaje de unidad y esperanza es más relevante que nunca. Jorge Bergoglio, el papa argentino: Francisco, será recordado como el último líder mundial que se ocupó de las grandes causas de la humanidad. Su vida y obra son un testimonio de lo que significa liderar con amor, valentía, comprensión, tolerancia y compromiso. Su partida nos deja con la responsabilidad de seguir luchando por un mundo más justo y solidario, más allá de las creencias y nuestras diferencias.

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