El agua de Mendoza, ¿no se negocia?
Escribe el geólogo Eddy Lavandaio: acá hay empresas extranjeras que embotellan el "agua de Mendoza" y se la venden a los propios mendocinos. Es decir que "el agua de Mendoza se negocia desde hace mucho tiempo".
Poco tiempo atrás explicamos que las exageraciones tienen un límite y cuando se pasa de ese límite se transforman en embustes.
Y en otra nota hablamos del arroyo El Tigre a raíz de distorsionados y alarmantes pronósticos de las consecuencias catastróficas que produciría el uso de 141 litros por segundo de ese arroyo para un emprendimiento minero que va a generar trabajo formal para unas 2.000 familias, movilizando a un gran número de pequeñas empresas proveedoras de servicios e insumos y que va a producir concentrados de cobre destinados a la exportación.
En las sesiones llevadas a cabo en la Legislatura para aprobar o rechazar la Declaración de Impacto Ambiental del emprendimiento minero volvieron a repetirse dentro y fuera del recinto esos agoreros pronósticos.
Por qué afirmar que "el agua es minería"
Adentro lo hicieron unos pocos legisladores a los que no les interesa combatir el hambre, la desocupación, el trabajo informal y la pobreza porque tienen otras prioridades, y afuera por manifestantes organizados para oponerse al desarrollo minero provincial.
Una de las exageraciones más insólitas es que se pone en peligro el abastecimiento de agua de toda la cuenca del río Mendoza.
Dejando de lado la discusión existente sobre si el arroyo aporta o no aporta a la cuenca, y de acuerdo a antecedentes estadísticos publicados (AyE, CRAS, INA), el caudal promedio del río Mendoza es de 50.000 litros por segundo y la mina proyectada va a usar 141 litros por segundo, cifra que representa un 0,27% del caudal disponible en la cuenca.
El uso de la mina se mide, entonces, en "milésimas" del agua disponible en la cuenca y por lo tanto su consideración como un factor de peligro para el abastecimiento es tan exagerado que termina siendo una mentira.
Pero también oímos afirmar que habrá contaminación y que así se puede contaminar toda la cuenca del río Mendoza.
Eddy Lavandaio: "En Mendoza hubo actividad minera desde la época de la dominación española"
Sabemos que en cualquier establecimiento industrial puede ocurrir algún accidente pero, por lo general, se trata de accidentes internos que se solucionan dentro del establecimiento y no perjudican ni afectan al entorno.
Dadas las características del proyecto, no se espera que se puedan producir escapes o derrames hacia afuera del establecimiento. Casi todos los accidentes ocurridos en el mundo fueron originados por roturas en el dique de colas y en esta mina no habrá dique de colas sino residuos sólidos.
De esa manera, la posibilidad de que se genere un efluente accidental de poca monta es muy baja y su alcance también es reducido. Por eso, es una exageración imaginar que una contaminación se propague agrandándose como una bola de nieve en una ladera y de esa manera contamine a media provincia. Es otra exageración que traspasa los límites razonables y pasa a ser un embuste.
Estas dos "exageraciones" son una especie de base ideológica para tratar de convencer a la población de que tendrán dos opciones: la primera es que la minería nos deje sin agua y la segunda es que la minería nos contamine toda el agua de la cuenca. Es el viejo método del ecologismo internacional para generar "miedo". No importa la verdad sino lo que la gente cree que es verdad (Orduna J., "Ecofascismo", Editorial Planeta, 2008). De la misma forma que les enseñamos a los niños a tenerle miedo al "cuco", les enseñan a algunos pobladores que la minería es el "cuco".
En las manifestaciones callejeras se repite un eslogan: "El agua de Mendoza no se negocia". Esto no es cierto. Para poder usar agua tenemos que pedir una concesión o solicitar una conexión y, en todos los casos, debemos pagar por esa provisión de agua. Y hasta donde sabemos, no hay diferencia si el que pide comprar agua es mendocino, argentino o extranjero. Más aún, acá hay empresas extranjeras que embotellan el "agua de Mendoza" y se la venden a los propios mendocinos. Es decir que "el agua de Mendoza se negocia desde hace mucho tiempo". Y tampoco se entiende qué relación hay entre ese eslogan y el uso de unas milésimas del agua de una cuenca por parte de un establecimiento productivo.
El geólogo Eddy Lavandaio, reconocido por la Legislatura
Y ya que mencionamos y comparamos cifras, no podemos dejar de mencionar el derroche de agua que realizamos en el Gran Mendoza, un conglomerado con un millón de habitantes y miles de piletas de natación cuyo consumo de agua supera ampliamente las necesidades razonables de la población y las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Una estimación de mínima, basada en declaraciones del Ministerio de Ambiente, nos indica que el derroche sería de unos 150 litros por habitante, por día. Proyectado al total de habitantes del conglomerado urbano equivale a un caudal de 1.736. litros por segundo.
Esto significa que, sin tener en cuenta otras pérdidas (canales no impermeabilizados, caudales no utilizados por abandono de fincas y otros), el derroche de agua del Gran Mendoza es 12 veces más grande que la cantidad que usará para producir cobre el proyecto minero de Uspallata.
Como conclusión, debemos aceptar que en los manifestantes callejeros hay exageraciones que no se ajustan a la verdad y una base discriminatoria muy evidente, porque dicen defender el agua pero atacan solamente a la minería que ocupa una cantidad ínfima y no lo hacen con las actividades que la derrochan. Y si a los eslóganes que utilizan les suman algunas actitudes cercanas al vandalismo, lo más probable es que disminuyan la credibilidad de sus propios discursos.