El arte de la censura religiosa
El abogado Carlos Lombardi, profesor de Derecho Constitucional en la UNCUYO, se refiere a la destrucción de la muestra de arte en el Rectorado por parte de activistas católicos.
"... el arte no debe tener límites. Lo único que puede limitar al arte es su falta de imaginación. Un arte mediocre es un arte limitado. No debe conjugar con ninguna sensibilidad por muy sensible que sea. Al contrario, debe partirlas por la mitad, atravesarlas y cuestionarlas. El arte está para desmoronar todas nuestras seguridades y devolvernos una mirada nueva, craquelada y fragmentada, para llevarnos a lugares que nunca habíamos imaginado. En la entrada de las exposiciones debería haber una cartela que pusiera: 'El arte está para herir la sensibilidad del espectador. Sea la sensibilidad que sea'. Quizás el arte sea eso: convertir sensibilidades heridas en hermosas cicatrices" (1). Bernardí Roig
El tradicional conflicto entre la Iglesia Católica y las libertades humanas tuvo un nuevo capítulo, esta vez, en nuestra provincia, donde dos obras de la artista mendocina Cristina Pérez, sufrieron los embates censores de miembros del Arzobispado de Mendoza y, luego, la violencia y destrucción de un grupo de fanáticos religiosos.
No es la primera vez que desde la Iglesia Católica se ataca a la cultura y a la libertad de expresión, en este caso, artística. El antecedente más destacado lo encontramos en el año 2004, cuando el cardenal Jorge Bergoglio lideró la campaña de censura contra la muestra del artista León Ferrari, en el Centro Cultural Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires.
En aquel momento el clérigo, carta mediante, denunciaba que en un espacio de arte de aquella Ciudad se estaba perpetrando una "blasfemia", indicando la sanción que les correspondería según el libro del Levítico a los responsables: la lapidación.
La misma violencia destructiva que se observó en la UNCUYO, también ocurrió en Buenos Aires. El conflicto se judicializó y la jueza en lo contencioso-administrativo decretó el cierre de la exposición. La decisión premió a los violentos ya que, en vez de retirar las noventa obras que se calificaban de ofensivas, la resolución abarcó las cuatrocientas que comprendían toda la muestra.
La nefasta costumbre que se repitió en la UNCUYO fue un recordatorio, en pleno siglo XXI, del descomunal atraso en el que se encuentra la religión católica y sus organismos y, en especial, el odio que la iglesia tiene hacia las libertades laicas, a la autonomía de las personas; el anclaje en la tradición ancestral de censurar en vez de debatir ideas, pensamientos, concepciones de vida y el descomunal complejo y aversión que tiene hacia el cuerpo de la mujer que, en el trasfondo de la sensiblería expuesta, tuvo un peso específico propio.
La censura institucionalizada
No hace falta recordar cómo se ha comportado la iglesia a lo largo de los siglos en materia de libertad. Basta con leer la encíclica Libertas praestantissimum del papa León XIII, sobre la libertad y el liberalismo, o el canon 751 que regula a la herejía y apostasía, o abordar los procesos de censura que mantiene vigentes la iglesia, en especial, contra teólogos/as.
Puertas adentro, se destaca la Instrucción Donum veritatis sobre la vocación eclesial del teólogo, donde la autoridad clerical prohíbe la libertad de investigación: "La libertad del acto de fe no justifica el derecho al disenso. Ella, en realidad, de ningún modo significa libertad en relación con la verdad, sino la libre autodeterminación de la persona en conformidad con su obligación moral de acoger la verdad [...] "Por consiguiente, no se puede apelar a los derechos humanos para oponerse a las intervenciones del Magisterio" (2). Este documento no ha sido derogado a la fecha.
En consonancia con lo citado, se destaca cómo la ideología clerical, llamada Doctrina Social de la Iglesia, reprime la autonomía moral de las personas: "La doctrina moral católica, sin embargo, excluye netamente la perspectiva de una laicidad entendida como autonomía respecto a la ley moral" (3)
Puede observarse, claramente, cómo el catolicismo mantiene intactos los mecanismos y el aparato censor contra aquellos que tengan la osadía de pensar, investigar y expresarse libremente, incluso, en materia religiosa.
La censura a través de dos vías: pacífica y violenta
Desde la institución religiosa emitieron un comunicado, sin firma de funcionario clerical, cuya autoría se adjudicó la "Pastoral Social", uno de los organismos sectarios que forma parte de su estructura.
El comunicado, con la típica fraseología empalagosa del clero, refleja la cortedad de miras e ignorancia de quienes tienen una mirada literal de cualquier hecho cultural que roce lo religioso. No importa que sean libros, películas, u obras musicales.
La sensiblería fue el eje. La queja a la autoridad universitaria se hizo desde el "sentimiento", no desde el espíritu crítico, mucho menos desde un análisis y reflexión artística de las obras.
Si bien no consta que, formalmente, el arzobispado haya solicitado el retiro de las obras de arte, pudo leerse en el comunicado un párrafo marcadamente violento, a modo de amenaza velada: "Valoramos el arte como legítimo canal de comunicación de ideas, talentos y sentimientos del artista. Su libertad de expresión nunca se verá afectada si respeta integralmente las convicciones del otro, incluidos sus sentimientos y creencias religiosas".
Un interrogante se impone entonces ¿qué hubiese hecho la pastoral, si no mediaban los actos vandálicos y las obras irreverentes continuaban expuestas?
El episodio dejó ver dos canales de censura: uno, el institucional, donde la entidad religiosa con la sensiblería y su doble moral, se opuso a la libertad de expresión de las artistas; el otro, el de una camarilla de fanáticos que hizo el pedido formal del retiro de la muestra para, a posteriori, llevar a cabo los destrozos.
El espíritu censor se extendió, también, a un medio de comunicación perteneciente a un multimedios, donde un periodista matutino cuestionaba "el lugar" donde se hizo la muestra. Algo aturdido, el comunicador era partidario de "esconder" la muestra, es decir, no exponerla en uno de los espacios del rectorado, a la vista de todos, sino recluirlo en la Facultad de Artes. Semejante actitud censora, fue interpelada tanto por el curador de la muestra, como por la autora de las obras cuando fueron entrevistados. Y lo paradójico fue que el comunicador ¡no había visto la muestra!
Luego vinieron los inadaptados. El interrogante es si ellos también son representados por el arzobispado, dado el tenor del comunicado ("Queremos expresar nuestro dolor y profunda cercanía a quienes se han sentido agredidos y violentados por esta falta de respeto a su fe").
La oportunidad perdida por el Arzobispado de Mendoza
El escenario era inmejorable. Una muestra de arte en el contexto del 8M, producto de un proyecto de investigación, con el objetivo de contribuir al establecimiento de una mirada reflexiva desde el arte sobre la sociedad patriarcal; un espacio como el universitario, propicio para debatir ideas, pensamientos, concepciones. Lo estético y lo académico, en la universidad pública, gratuita y laica.
Una actitud adulta indica que aquellos a los que no les gustaron las obras, o deseaban contrarrestarlas desde el pensamiento, desde su propia perspectiva, tenían todas las posibilidades de hacerlo, máxime en un tema de tanta actualidad como es la situación de las mujeres en nuestra sociedad.
¿Qué eligió el arzobispado? Quejarse con llantito y sensiblería ¿Y los fanáticos? La violencia. Ignorancia en estado puro.
¿Qué pudo hacer el arzobispado? Movilizar sus cuadros y estructura fosilizada y salir a dar el debate en la arena pública, frente a todos y todas, no mediante una reunión, a solas, con las autoridades del rectorado donde dos curas, que cobran sueldos del Estado, fueron recibidos.
Tremenda oportunidad perdida de poder estar a la altura del debate cultural, en este caso, reflejado en una muestra artística. Con adultez, no como niñatos.
La actitud censora produjo un giro en el debate, tergiversándolo. En vez de intercambiar pareceres, puntos de vista, perspectivas, para contribuir al establecimiento de una mirada reflexiva desde el arte sobre la sociedad patriarcal, respecto a la cual, la iglesia es una de sus usinas generadoras por la concepción antropológica que tiene de la mujer, se pasó al debate de las "ofensas".
Se plantearon, además, otros puntos de debate: la ideologización de los derechos de las mujeres, o la presencia de símbolos religiosos en espacios públicos, pero no era la oportunidad. Pudieron surgir, incluso, jornadas, cursos, encuentros donde se expusieran las diversas perspectivas sobre la temática, en los escenarios laicos y religiosos.
El complejo clerical con las mujeres
Sobre todo, el Arzobispado de Mendoza perdió una grandísima oportunidad para exponer sus avances - si existieran - en cómo concibe el rol de la mujer desde la perspectiva religiosa. Llegamos a la "zona de riesgo", donde comienza al panic attack de la clerigalla: la antropología y doctrina acerca de las mujeres; sus derechos dentro y fuera de la institución; el cuerpo y su genitalidad.
La representación artística censurada, con toda su carga significante, permitió ver una vagina, su vulva y la crucifixión de Jesús representada por una mujer desnuda con una cabeza de burro al revés. Esa fue la ofensa.
¿Les daña ver el cuerpo de la mujer? ¿El de los niños también? A la luz de la pedofilia clerical, parecería que no. Las mujeres son el problema.
¿Habrá que pedir una licencia o permiso al cura de turno, cada vez que un artista decida expresarse sobre la virgen? ¿Se puede interpelar la virginidad? ¿Se puede indagar por qué no hay imágenes de la virgen María anciana? ¿Podrán los burócratas eclesiásticos respetar las ideas ajenas? ¿Quién tiene que respetar a quién?
El Arzobispado de Mendoza ¿cuenta con mujeres calificadas que quieran debatir estos temas? Parecería que no. Sólo aparecen curas, varones, quejándose y exponiendo una imagen penosa desde lo intelectual.
Si aparecen varones a exponer sus quejas es porque el aparato de dominio eclesiástico está intacto. Michela Murgia sostuvo que "María de Nazaret es la que ha sufrido la mayor injusticia en el desarrollo de esta colosal estructura de dominio. Ha sido instrumentalmente transformada en ícono de la docilidad más pasiva, en mudo testimonio del silencio-consentimiento y, de forma paradójica, ha acabado por ser propuesta como ejemplo luminoso de la mujer al servicio de planes ajenos, cuando ella subvirtió todos los planes ajenos sin pensárselo dos veces" (4)
Pasar del infantilismo a la adultez, una quimera para el catolicismo vernáculo
A pesar de los empeños del papa argentino, nada ha cambiado en la iglesia en materia de defensa de las libertades. Mantiene sus mecanismos de censura institucionales, de vulneración de derechos.
Sigue repitiéndose la infantil conducta institucional de pretender censurar la libertad de expresión, cualquiera sea el escenario donde aparezca.
Lo paradójico es que la iglesia pide diálogo y concordia con sus propias reglas, es decir, no respetando la posición del interlocutor, porque no le gusta su perspectiva, o los "ofende".
Una institución adulta, con juicio crítico, con apertura al debate, defensora de los derechos humanos, es lo que no se observó con la conducta del funcionariado clerical. Sí pudo verse, una entidad fosilizada, anclada en prácticas ancestrales de persecución hacia todos aquellos que decidían (y deciden), tener autonomía y libertad.
El miedo los invadió, una vez más. Miedo a debatir, a intercambiar ideas, concepciones de vida, convicciones, al conocimiento. Primó la sensiblería. Pero "la sensibilidad de los distintos grupos no puede pesar más que la posibilidad de expresar a través de cualquier manifestación artística una idea o un pensamiento. El arte es ese espacio en el que cualquier sociedad sana puede y debe tratar sus esperanzas, deseos pero también los terrores y miedos más inconfesables" (5)
Por muchas más muestras de arte en la UNCUYO, sin censura eclesiástica.
EL AUTOR. Carlos D. Lombardi. Abogado. Profesor de Derecho Constitucional. Facultad de Derecho. UNCUYO.
Notas
(1) Natividad Pulido ¿Debe tener límites el arte? https://www.abc.es/cultura/arte/abci-debe-tener-limites-arte-201902160023_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.abc.es%2Fcultura%2Farte%2Fabci-debe-tener-limites-arte-201902160023_noticia.html
(2) INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS SOBRE LA VOCACIÓN ECLESIAL DEL TEÓLOGO, https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19900524_theologian-vocation_sp.html
(3) Compendio de Doctrina Social de la Iglesia (N° 571), https://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/justpeace/documents/rc_pc_justpeace_doc_20060526_compendio-dott-soc_sp.html
(4) Michela Murgia, Y la Iglesia inventó a la mujer, 2012, Salamandra, Buenos Aires, p. 134.
(5) Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, https://www.abc.es/cultura/arte/abci-debe-tener-limites-arte-201902160023_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.abc.es%2Fcultura%2Farte%2Fabci-debe-tener-limites-arte-201902160023_noticia.html