La solidaridad es obligatoria en Argentina

No sin una cuota de humor, Marisa Zambrini enfoca su opinión en torno a las medas del gobierno nacional.

Marisa Zambrini

El flamante gobierno de Alberto Fernández salió a la cancha sin entrenar y sin estrategia. Lo peor es que consciente de que empezaba el encuentro, después de cantar el himno, ponerse la banda, decir unas palabras y destruir la Plaza de Mayo con los festejos, se dispuso a jugar usando la receta de la abuela (perdón Cristina).

Como quería superar a la mentora, Alberto y Cía., se las ingeniaron para inventar una nueva ley. Desde ahora en la Argentina hay una Ley de la Solidaridad y también de "reactivación productiva", eso no sabemos bien a qué se refiere.

Solidaridad, hasta antes de la norma establecida era más o menos lo que dice Durkheim "la capacidad (léase bien) de entregarse a otros individuos pensando en estos como semejantes (...)es decir, poder compartir un hogar ,alimentos, sentimientos con otro ser, sin pensar en su situación económica". De esto se desprende que el ser humano debería ser solidario por voluntad y además puede desarrollar esa "capacidad" con el ejemplo y la educación. A cachetazos no!

Lo que nunca se imaginó este sociólogo y antropólogo francés, Émile Durkheim, que un día se iba a obligar a los habitantes a ser solidarios con ley incluída y que además no se iba a obligar a todos, sino a algunos. Esto es más grave todavía. Estarán obligados aprox el 40% y exceptuados aquellos que pergeñaron este absurdo. Entre los primeros se cuentan los agricultores, jubilados con escuálidas jubilaciones y ahorristas de los que guardan un manguito por las dudas. Mientras que resultaron premiados, quise decir exceptuados de dicha obligación, el Presidente de la República y la Vicepresidente con riqueza ostensible y causas varias de corrupción (su hijo solito tiene más de 140 palos y nunca laburó), jueces y legisladores que son los que aprobaron la ley. Tontos no son... la nueva estrategia de salida para comenzar el partido es buena, según dicen, pero ellos no son parte del equipo.

Además, como todo estaba sin cocinar o eso parecía, la mandaron al Congreso cuarenta y ocho horas antes y no era posible leerla antes de votar a favor o en contra. Acá les doy la razón. Vienen las fiestas, quién tiene ganas, a esta altura del año por 200/300 mil mangos de ponerse a leer todo eso, si ya sabían cómo tenían que votar.

El pueblo argentino se llevó otra pared-muralla por delante y está más cerca de la depresión que de los festejos. Aunque algo de culpa tiene...los argentinos hemos conocido al peronismo, menemismo, nestorismo, cristinismo y vuelven con el albertismo. Al fin y al cabo se sabe que son todos iguales.

Esta vez se les fue la mano. ¿Quién se banca que los jubilados sean obligados a ser solidarios si no les alcanza para llegar a la semana, cómo le decís a la mamá que quiere ver a su hijo, que por alguna razón se fue a vivir al extranjero, que no puede ir porque no le alcanza, con qué cara le sacás al tipo que labura en el campo a sol y a sombra, la mitad de lo que gana o más? Y hay que sumarle que todo esto ocurrirá mientras los iluminados y/u obedientes que votaron la Ley de solidaridad negociaron quedarse afuera. Además estos mismos forman parte de un aparato político descomunal y desmedido, que podría ser más solidario que cualquiera y entonces alcanzaría la guita que hoy nos falta.


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