Los Montescos y Capuletos mendocinos, atravesados por una laguna y no por un balcón
La escritora Marcela Muñoz Pan realiza en su "columna líquida" de este domingo una analogía entre amores en extremos del mundo: del mito de Romeo y Julieta a la leyenda de La Niña Encantada.
En el sur de la provincia de Mendoza, más precisamente en el departamento de Malargüe se encuentra la Laguna de la Niña Encantada, camino a Las Leñas, en donde el frío va asomando más eufórico y la nieve, bendita nieve, cuando comienza a faldearse en la cordillera, se transforma en agua. Entonces podemos decir que somos bienaventurados los mendocinos y mendocinas cuando ella llega, aunque a veces el agua nos trae lágrimas y desgracias, porque su abundancia o su escasez pueden alterar cualquier ecosistema, planeta, o una historia de amor contada por la salvación en una laguna, aunque esa salvación sea un suicidio.
Los tonos verdes, verde esmeralda de la laguna, ya es una especie de esperanza, o al menos lo fue para Elcha (hija del cacique) y su enamorado que era de la misma tribu porque los enamorados hacían caminatas alrededor de la laguna, se bañaban bajo las lunas llenas, hasta jugaban tirándose piedritas que revolvían las aguas cristalina; muchas noches esas de los grande secretos se reunían en la laguna, el agua refrescaba ese amor y esa pasión irrefrenable, el agua limpiaba el acoso de sus familias, ¡lástima que no existiera un 911 en esa época!
Las aguas cristalinas de la laguna son más que una belleza natural, belleza proveniente de la acumulación de restos de lava de rocas y cráteres volcánicos de la zona, de sus ríos subterráneos producidos por todo el material enrojecido o blanco por la acción del calor, es decir, incandescente quedando reflejado en ese espejo de agua. Eso es algo muy parecido al amor cuando la llama del calor sella casi siempre la misma acción del fuego y perpetúa o muere en el espejo de agua, quedando petrificado por su no acción.
Yo creo que la niña Elcha y su amor quisieron definir el calor del amor y de alguna manera a sabiendas (tal vez inconscientemente) morirían en ese espejo de agua, aunque todo esto no deja de ser una leyenda.
La población en la que vivía Elcha era muy tranquila, pacífica pero fueron llegando de cuando en cuando los pehuenches, indios aguerridos, que iban alterando la tranquilidad de esa población, por lo cual empezaron los problemas de convivencia y para no llegar a situaciones extremas las dos poblaciones decidieron forjar una unión conyugal entre Elcha y el hijo del patriarca pehuenche.
Esta decisión en vez de mejorar la convivencia provocó todo lo contrario en los actores principales de esta historia o ¿leyenda? Porque Elcha y su amado estaban justamente así "enamorados" y sabían perfectamente que no podían llevar a cabo ese amor, así es que tomaron la mejor de las decisiones: escapar.
Lo que no sospecharon es que les iba a ser imposible, ya que empezaron a perseguirlos con mucha cizaña, hostigamiento, a sabiendas que no saldrían con vida de semejante tortura. Frente a esta circunstancia tomaron la decisión de tirarse desde las alturas a la laguna verde esmeralda se arrojaron a las heladas aguas, confundidos en un abrazo final, suicidándose como Romeo y Julieta.
Las historias de amores no aceptados socialmente son de siglos pasados, de literaturas cinematográficas, y de este también, aunque ahora con más herramientas para vivirlo con dignidad, respeto valentía y libertad.
El psicoanalista Gabriel Rolón dice: "No todos los amores merecen ser vividos, sólo aquellos que nos permiten amar de pie". El amor cuesta caro muchas veces con alguno de los enamorados, por alguno de los enamorados o por los que rodean a los enamorados.
Las dos tribus fueron testigos de aquella triste decisión de los enamorados, furiosos los caciques y sus familias les gritaban amenazándolos, la bruja de la tribu los maldecía y con sus hechizos intentaba inmovilizar a la niña Elcha, pero sucedió todo lo contrario. Como un rayo mágico celestial la atravesó y la dejó petrificada por siempre, la bruja se convirtió en roca y así jamás podrá ser maléfica, y dicen que en las noches de luna llena cuando se baña en las aguas verdes esmeraldas, la preciosa niña Elcha y su amado se reflejan en la laguna encantada como si fueran un espejo que les devuelve la imagen límpida de un amor no aceptado pero haciendo valer sus derechos a demostrar que el amor puede prevalecer por sobre todas las imposiciones de cualquier sociedad, de cualquier siglo, aunque no pudieran vivirlo, el agua de esa laguna por los lugareños la resignificaron con el nombre de "La Laguna de la Niña Encantada".
* Fueron consultados como fuentes técnicas para esta columna, el Dr. Pablo Lacoste y la Lic. Jorgelina Puebla.