La ley existe, pero la voluntad ¿duerme..? Entonces: ¿faltará coraje para cumplirla?

El análisis sobre la anomia o, diorectamente, el liso y llano incumplimiento de las leyes. "No faltan, sobran", dice Mauricio Castillo en esta nota con su opinión.

Mauricio Castillo
Técnico universitario en Gestión y Administración en Instituciones Públicas - Coach Laboral y Ejecutivo

En el hoy y el ayer inmediato de la Argentina, existe algo que nos condena más que la pobreza, más que la desigualdad, y más que el descreimiento: la costumbre de ignorar la ley o la normas que ya se tienen. Y justamente no es la falta o ausencia de normas lo que nos lleva a situaciones de retrocesos o fracasos de los gobiernos que afectan a la vida de una sociedad cada vez más compleja y demandante.

¿Será la pereza y la complicidad con que arrastramos en nuestra cultura de naturalizar el incumplimiento, traducida en una complicidad dejando que las normas se oxiden?

¿En Argentina faltan leyes? Mi respuesta es taxativa: sobran. ¿Falta decisión para aplicarlas? Puede ser, o quizás es muy simple y liviana esta respuesta.

En cada provincia, en cada pueblo, existen las normas, los derechos están escritos. ¿Pero en la vida real, se aplican? ¿O mejor dicho son aplicables? O cabe la afirmación de que están archivadas mientras la injusticia camina libre.

En un país que, sobre el papel, ha protegido a niños, niñas y adolescentes en un marco de legalidad claros; que se han reconocido los derechos de las mujeres y las diversidades; que ha establecido límites contra la explotación laboral y la violencia intrafamiliar; que ha suscrito pactos para combatir la corrupción y promover la transparencia. Y, sin embargo, cada día nos topamos con titulares que muestran cómo esos derechos son violados impunemente.

Durante los últimos veinte años, una generación de políticos, muchos aún en funciones, puede que: ¿han administrado la esperanza? ¿O han medido el rédito personal antes que el bien común? ¿Han legislado, muchas veces más por cálculo electoral que por la convicción de transformar? ¿O la maquinaria de producir leyes nuevas se ha vuelto una coartada para no hacer cumplir las que ya existen?

Hay necesidad de no necesitar más leyes, como tal coleccionista de cuadros que nunca cuelga. Se necesita hacer que las leyes que ya existen dejen de ser un mero escrito decorativo en el museo de la República, con fiscales que no teman, jueces que dejen de negociar para beneficio propio, y dirigentes que lleguen y se desempeñen sin justificarse y que evitan y se amparan con el poder para no hacerse cargo de sus actos. Y fundamentalmente ciudadanos que dejen de tolerar la trampa como si fuera un folklore nacional.

Esta incertidumbre social y humana que atravesamos no se resuelve escribiendo más códigos, se debe resolver con coraje para aplicarlos. El respeto a la ley, no como acto burocrático, sino como un acto de humanidad. En un país en que se jacta de tener memoria, es imperioso recordar siempre, que la ley es y debe ser: el límite infranqueable frente a la arbitrariedad y la barbarie.

La Argentina no se reconstruirá con discursos, sino con el pacto silencioso y férreo: "Que lo que está escrito, se cumpla. Sin excepciones. Sin privilegios. Sin miedo". (Está entre comillas por qué es lo que "digo y me hago cargo" con toda humildad ontológica y en lo posible con alto grado de objetividad).



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