Massa propone la misma estafa electoral que en 2019

Massa les avisó a los integrantes de su frente electoral que si no baja la inflación, no seguirán arriba, con la manija del poder. El riesgo de que nuevamente avancen en pequeñas ilusiones para que al día siguiente de ganar, todo siga igual.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Es demasiado tarde para que el Gobierno descubra que la inflación es un problema. Lo ha hecho, porque lo ve como dificultad propia: atenta contra la continuidad de sus integrantes en el manejo de las decisiones del poder. Lo evidenció el ministro de Economía y fundador del espacio Frente de Todos, Sergio Massa, cuando admitió, durante su participación como orador durante el encuentro empresarial del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp), que "va a ganar la elección quién sea capaz de bajar la inflación y dar acceso al crédito a los ciudadanos".

Todo indica que se trabajará en lo sensorial previo, para ganar adeptos en la campaña electoral, en donde al Gobierno no le resultará difícil mostrar alguna mejora después de pasar casi todo su mandato con indicadores de gestión económica por el suelo. El asunto, una vez más, será qué pasará al día siguiente de obtener el triunfo, con cualquiera que gane. Porque está claro que la preocupación está en "bajar la inflación para ganar", frase en la cual se puede resumir su planteo. No están hablando de resolver el problema.

Es cierto que aquel "es fácil" que pronunciara Mauricio Macri en el programa de Mirtha Legrand en 2015 fue irreverente y el tiempo lo demostró como absurdo, sino mentiroso. Y hoy, desde oficialismo y oposición siguen diciéndolo: el jueves, se le escapó la misma afirmación a Patricia Bullrich durante su participación junto a Alfredo Cornejo en el programa "Verdad Consecuencia" por el canal TN.

Hasta ahora, no hay quién atine con un plan a largo plazo convincente. Lo hay, seguramente, y hay gente trabajando en ello (el caso de Carlos Melconian desde el Ieral es uno de ellos) pero sería poco efectivo proclamarlo ahora, antes de que la sociedad vote, porque implicaría una reestructuración fenomenal de áreas sin sentido del Estado, por ejemplo. Los bolsones de nombramientos que en Memo seguimos a diario en el "Funcionariato", dan cuenta de una dispendiosa actitud de la política en premiar a sectores o personas con altísimos salarios en el Estado, sin que nadie deba rendir cuentas al finalizar su tarea, de modo de saber si sirvió o no.

La evidencia en los hechos da cuenta que no, que nadie estaría dando en la tecla. Pero quienes conocen los pasillos del gobierno nacional afirman que todo es peor a la percepción de Estado bobo, caro, burlesco, autoritario y ausente para el promedio de la sociedad: es que todos se hacen zancadillas adentro, porque ocupan lugares que quieren conservar "para siempre", aun tratándose de cargos políticos, y no hay un plan único, sino que cada uno hace "lo que le pinta".

Massa les recuerda a los propios que no le socaven la base en la interna peronista porque podrían perder las elecciones. Parece más una amenaza que una propuesta. Mucho menos, un plan.

La inflación es un impuesto que destruye más al que menos tiene. No hay nada menos "nacional y popular" que sostenerla, algo que podría responder no solo a una incapacidad para resolverla, sino a otra cosa, que dejó picando en Mendoza, recientemente, el economista Roberto Cachanosky: "Les sirve para licuar gastos en el Estado nacional y evitar de esa manera reestructurarlo seriamente", aumentando los salarios un poco por debajo de los aumentos, y poco más que eso. Una actitud artera, además de berreta de parte de lo que se presenta y autopercibe como "equipo económico".

Cachanosky, Elizondo y Grinman, en el país que acumula 590.956 billones por ciento de inflación

Si se cumple la advertencia/amenaza interna de Massa al Frente de Todos, se estará repitiendo la estafa electoral de 2019 que dio origen a este gobierno al que se puede calificar, al menos, de "raro" (por no abusar de calificativos). Hacer cosas para ganar (como prometer heladeras llenas, fuegos encendidos en las churrasqueras) y al día siguiente seguir igual. Igual de mal.

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