El uso de los mediadores para una buena profesionalidad

El Prof. José Jorge Chade rescata la figura de la mediación.

José Jorge Chade
Presidente de la Fundación Bologna Mendoza Dr. en Ciencias de la Educación.

La distinción entre funciones elementales y funciones superiores se ha vuelto clásica, con una interpretación simple, con los límites de toda interpretación esquemática. No es una realidad sino más bien un modelo de referencia. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que si hablamos de habilidades nos referimos a la necesidad de que quienes trabajan cuenten con un modelo de referencia adaptable, en el que sea posible desarrollar habilidades, y no capacidades. Un operador profesional, si sólo tiene habilidades y no las ha desarrollado, corre el riesgo de tener que defender su imagen de profesional capaz, negando o subestimando la escucha de la realidad.

 

El uso de los mediadores para una buena profesionalidad

¡Cuántas veces hay situaciones en las que nos ponemos a prueba por la necesidad de adaptar nuestras capacidades a la realidad y no descalificar la realidad por considerarla deficiente en comparación con nuestras capacidades! Si desarrollamos habilidades tenemos que hacer un trabajo agotador de adaptación y para ello necesitamos tener un modelo para no vivir una subordinación a la realidad sino una cooperación y un encuentro que nos permita establecer relaciones de intercambio. Si un profesional, funcionario, etc. no tiene un modelo, corre el riesgo de dejarlo dictado por los acontecimientos y de subordinarlo de alguna manera a las deficiencias, porque los acontecimientos están dictados - la mayoría de las veces - por situaciones de desventaja y dificultad. Si nuestro progreso surge de las dificultades, corre el riesgo de quedar anclado en una realidad que no es fácil de superar; mientras que tenemos que hacerlo evolucionar y para ello necesitamos un modelo. "Modelo" es una estructura flexible y elástica con puntos fijos. Si se cambia elasticidad y flexibilidad por total informalidad e improvisación, el riesgo es el de tener un modelo falso.

Tener puntos fijos no significa afirmarlos absolutamente sino situarlos en la relativización que todo modelo, con pretensión de serlo, debe permitir. Nuestra consigna podría ser tener un modelo metodológico y muchos métodos, evitando esa confusión entre metodología y método que nos permite sacrificar toda la realidad a un solo método.

Con esta aclaración volvemos a la distinción entre funciones elementales y funciones superiores. Las funciones elementales son los elementos más simples de la vitalidad. Son percepción/acción, son reacciones al contexto, la capacidad corporal para sobrevivir, para transformar información, simple memoria, escaneo de tiempos, reconocimiento de lugares, formas, personas. Los elementos escalonados para las funciones superiores están empezando a estar presentes porque son las capacidades de evocación y representación, que pueden ser parciales y completadas posteriormente. Las funciones superiores son más elaboradas: avanzan hacia la creación de un sujeto social con cogniciones sociales, no autorreferenciales. Las actividades son pragmáticas y mentales al mismo tiempo y permiten exploraciones hipotéticas: pensar hipótesis, examinar las consecuencias sin realizarlas sino proyectarlas en una realidad. Conocer la realidad es necesario para poder realizar exploraciones hipotéticas. Es necesario tener la capacidad de categorizar y no actuar siempre caso por caso. En la categorización es necesario no cerrar la originalidad, tener la posibilidad de desarrollar información, recibirla, intercambiarla, procesarla; y por lo tanto tener habilidades argumentativas, racionalizaciones, lógica causal y comprender cómo los vínculos normativos son importantes y también lo son la activación, así como la inhibición y el control, el dominio, las habilidades. Es la línea de aprendizaje no pensada en el sentido escolar sino en función de adaptación vital a lo largo de todo el camino de la vida.

Existen mediadores entre las funciones elementales y las funciones superiores. Hay posibilidades de que los mediadores puedan representarse en nuestra organización mental más simplificada como pasos evolutivos que nos permitan ascender al nivel superior. Representamos las funciones como un plan superior que tiene más vista, más posibilidades, más capacidad de organizarse, tener el panorama y poder ver un horizonte más amplio. Sin embargo, siempre es necesario bajar a las funciones elementales porque la puerta desde la que podemos acceder a las rutas se encuentra en la planta baja. No podemos tener una idea de nuestro modelo de funciones superiores como sustitutivo y rígidamente evolutivo con respecto a las funciones elementales. Las funciones elementales tienen una tarea básica; y sin una base la vida no funciona. Es en las funciones elementales donde encontramos lo que llamamos puertas. Windows está reservado para funciones superiores. Podemos mirar y comprender si vale la pena movernos, concretando nuestras acciones gracias a que nuestra mirada puede llegar más lejos.

Se necesita una escalera para ir de la planta baja al piso superior. Esta escalera son los mediadores. ¿Qué queremos decir con 'mediadores'? Ciertamente también la figura del profesional que entra en relación con las estructuras de una comunidad necesitada de ayuda y acción humanitaria. La cooperación en las profesiones educativas requiere habilidades de mediación. Son mediadores importantes que le permiten conectar los recursos de una comunidad con la ausencia de recursos de otra comunidad. Ésta ya es una función mediadora. Si el mediador sigue siendo único, no constituye la escala; no hay escalera de un solo escalón enorme que no sea transitable. Si el mediador quiere ser únicamente el intermediario entre una condición y otra, imagina un ascensor o un montacargas en lugar de una escalera, que necesita una estructura tecnológica, energía, espacio, mantenimiento y otros elementos que pueden no estar allí.

A veces las profesiones de ayuda están más cerca de imaginarse en la función de ascensores; y cuando terminan su tarea, el ascensor desaparece. Las funciones elementales y las funciones superiores permanecen desconectadas. Impulsamos a este esquema y a esta imagen situaciones que, a veces independientemente de sus intenciones, tienen desarrollos diferentes. Una buena capacidad profesional, y por tanto una buena competencia, debe hacer que lo que a veces surge de forma aleatoria se convierta en intencional: la presencia de múltiples mediadores. Identificamos dos mediadores con diferente consistencia entre ellos. El primero es el intérprete. Un operador entra en una comunidad donde se habla otra lengua: necesita un intérprete. Sabemos lo importante que es elegir intérpretes capaces, no demasiado protagonistas, y que al mismo tiempo sepan transmitir un flujo de confianza, que sepan estar ahí y no desaparecer detrás de una traducción fría. Se corre el riesgo de apegarse excesivamente al intérprete y, por lo tanto, convertirlo en protagonista.

El otro mediador es el proyecto. Construir un proyecto, saber hacer un proyecto es un mediador. Puede permitirnos no referirnos únicamente a nuestra propia persona profesional sino a un diseño, una estructuración, en la que, con una progresión, colocamos tanto a los profesionales como a los demás. Un plano es también un mapa con aproximaciones simbólicas de todos los mapas. La necesidad de convención surge en la estructura simbólica: es un código para leer la realidad, y no es la realidad. Los mediadores resultan interesantes porque dan lugar a la posibilidad de crear lagunas, espacios, uniones flexibles entre los diferentes elementos que componen la realidad, y superar la compresión que una catástrofe haya podido crear, impidiendo que se distingan los diversos elementos que componen la realidad misma.

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