La palabra degradada
La periodista y docente Norma Abdo, con décadas de trayectoria en el periodismo político y autora de libros al respecto, se enfoca en la actitud del presidente Javier Milei contra toda la prensa.
La función principal de la Real Academia Española, desde su creación en el siglo XVIII, es la de velar por el buen uso de nuestra lengua, su enriquecimiento y garantizando la estabilidad del idioma español, en constante adaptación a las necesidades de los hablantes, estableciendo normas para que las personas utilicen correctamente el idioma.
Y en ese marco, la palabra se define como una unidad lingüística dotada generalmente de significado; es decir, es la idea o concepto al que se refiere.
Se preguntarán acerca del porqué de tanto prolegómeno conceptual. Y la respuesta no es difícil de dilucidar en tanto y en cuanto, cada vez más, se deforman o mal utilizan términos de nuestra rica lengua dotando a las palabras de connotaciones muy alejadas de su significado. De ninguna manera me estoy refiriendo no sólo a la etimología sino también al uso con fines ofensivos, de agresión hacia el otro y de descalificación que, más allá de fomentar la violencia verbal, transgrede normas básicas de convivencia civilizada. ¿Será que hoy libertad y libertinaje (desenfreno en el uso de las palabras, falta de límites en el actuar) parecen ser lo mismo?
La libertad de prensa retrocede en la Argentina: caída de 47 puestos en el ránking global
Hace algunos días, el vocero presidencial y a la sazón candidato a legislador porteño por la Libertad Avanza, justificaba a Javier Milei por sus exabruptos, argumentando que así se lo había conocido siempre sin un atisbo de crítica y olvidando que el presidente es la autoridad máxima del país. Olvida Manuel Adorni que ya no es un panelista exótico, gracioso (es una manera de decir) ni tampoco el candidato que en 2023 aspiraba a ejercer la presidencia de la Nación. Por su parte Marcelo Duclos, biógrafo de Milei y quien se autodefinió como periodista liberal, afirmó que el periodismo perdió el monopolio de la información, resaltó el papel de las redes sociales vs. Periodismo. Entonces, si este pensamiento prima en el actual gobierno, no se entiende por qué les molesta la opinión de y en los medios. Una pregunta sin respuesta.
También nos preguntamos si la libertad que pregona el presidente implica también rechazar derechos adquiridos por años negados a sectores de la sociedad, por ejemplo, asociando a la homosexualidad con la pedofilia o insultando con sus comparaciones a gente que padece del Síndrome de Down, fomentando además el odio en una sociedad demasiado lastimada desde hace tiempo por grietas que cada vez a más se profundiza entre los argentinos.
Parece no darse cuenta el presidente que hoy hace lo mismo que criticaba ayer. Como siempre digo, muchas veces falta memoria histórica: Ayer apuntaba a quienes creían en el pensamiento unívoco y hoy tira los dardos contra todos aquéllos que no piensan como él, gobernando a través de una tríada contra el Congreso y la Justicia, encabezada por su hermana Karina y completada con el joven insolente y autoritario Santiago Caputo, cuando creíamos que el imperio había finalizado con el comienzo de la Edad Media allá lejos en el siglo XV. No somos súbditos reverenciales sino ciudadanos libres (¿o no?) regidos por una Constitución que señala en su Preámbulo: "...constituir la unión nacional, afianzar la justicia...asegurar los beneficios de la libertad..." Esa libertad consagrada en nuestra carta magna no se refiere precisamente a un poder omnímodo sino a una república con tres poderes, con funciones específicas: dirigir y administrar, legislar, interpretar y aplicar leyes. Y entre las libertades constitucionales, figuran la libertad de expresión, de pensamiento y conciencia, de asociación política, entre muchas otras.
El periodismo siempre incomoda al poder
Sabemos que la libertad de expresión es un derecho fundamental (artículos 14 y 32) que permite la manifestación de opiniones sin censura previa, base de la democracia, sin que ello implique hacer apología del odio contra una persona o grupo de ellas. Sin embargo, el presidente Milei desde hace tiempo viene calificando de "ensobrados" a aquellos periodistas que se no se rinden a sus pies, señalando, además, que la gente "todavía" no los odia lo suficiente" (a los periodistas), fomentando el odio en una sociedad demasiado lastimada por grietas de uno y otro lado., cada vez más violenta e intolerante. Como periodista que ejerció esta digna profesión durante muchos años sin caer a los pies de nadie, sin dejar de señalar aciertos y errores de los gobernantes de turno, lejos de una defensa corporativa, me es difícil entender esta violencia verbal y conceptual. Con memoria activa siempre tengo presente que el periodismo incomoda al poder de turno. Esto no es nuevo. Ya lo vivimos antes. Claro, cuando es necesario le soban el lomo y cuando no, los escupen o insultan. Seguramente, estarán los que adulan al poder y los otros, la mayoría, que cumple con su función y responsabilidad de informar, investigar, criticar cuando lo cree pertinente. Nada puede justificarse con el fin de agredir. Y a modo de ejemplo y con gran preocupación, sito al influencer que abraza el pensamiento de LLA, conocido como "El gordo Dan", que le envió un mensaje al presidente que rezaba: "Javi poné preso a periodistas por decreto". Increíble pero cierto. Esto nos retrotrae a tiempos en que quienes pintamos canas no queremos volver. Me asusta y me llama a la reflexión una vez más.
Vocabulario presidencial
Ciertamente los mensajes en la vida del hombre común, en la educación de sus hijos, en la vida escolar, o en el mundo del trabajo y más aún desde quienes detentan circunstancialmente el poder, deberían producir una formación en cascada. Algo normal en una vida en sociedad en la que es fundamental la tolerancia y el respeto del otro para que me respeten también a mí. Esto cada vez dista más de la realidad. ¿Será cosa de otros tiempos? Me pregunto y al mismo tiempo me respondo que no, que la educación atraviesa a cualquier época y lugar.
Pero la realidad nos está mostrando algo diferente. Pruebas al canto. A continuación, algunas expresiones del presidente Milei hacia aquel que atina a expresar un pensamiento contrario al suyo o simplemente para descalificar al otro, incluso discriminando como método de comunicación.
"Sorete": Excremento sólido (lo usa como persona deleznable).
"Mogólico: Personas con Síndrome Down (lo usa como insulto)
"Liliputiense": Personas extremadamente pequeñas (calificativo que usa contra sus opositores)
"Chantas": Personas hábiles para engañar o mentir para obtener un beneficio (Usa "econochantas" para calificar a economistas que lo critican)
"Mandril": Monos de mayor tamaño. Término que usó en la salida del cepo, cantando "Mandril decime que se siente" (¿lo habrá usado como simbología de sometimiento?)
Esto por citar algunos ejemplos, que no dejan de sorprender por parte de quien ejerce la máxima magistratura. En los últimos días, como si esos ejemplos fueran poco, afirmó que la "economía va a crecer como p... de buzo". Cómo pedirle a los chicos que no hagan bulling si escuchan semejantes expresiones de boca del presidente! Claro que ya nada nos puede extrañar, si recordamos su campaña presidencial sobre la "casta", pero resultó que los senadores ganan más de 9 millones de pesos mientras que los jubilados sufren la motosierra en medicamentos y servicios, si a muchos no les alcanza para llegar a fin de mes, sólo para citar algo. Me recuerda a cuando Carlos Saúl Menem, después de ganar la presidencial, con gran desparpajo, reconoció que, si hubiese dicho la verdad sobre lo que haría una vez asumido el poder, nadie lo hubiera votado. Como recuerdo siempre, somos un país sin memoria histórica.