La minería sustentable no es una utopía, es un compromiso

Darío Amante Ripamonti (foto, junto a una rueda de camión minero en San Juan) da cuenta de la compatibilídad entre el desarrollo minero y otras actividades económicas, como el turismo, del cual es especialista.

Darío Amante

Llevo días siguiendo el debate minero, después de la sanción en Diputados y luego en Senadores, y escucho tanta desinformación respecto al tema que me permito poder escribir y plasmar una posición no por ideología , si no por conocimiento

Una gran parte de mi vida he trabajado con la tierra, desde una pequeña finca que tenían mis abuelos y luego mis padres, aprendí a respetarla y a entender que nos da frutos cuando la cuidamos. Desde esa experiencia, como licenciado en Turismo y productor de aceite de oliva, siento la necesidad de hablar de un tema que, aunque parece alejado de mi mundo, considero fundamental: la minería sustentable.

En turismo siempre decimos que los paisajes no se venden, se comparten. Y como productor, sé que el suelo cultiva y el agua se protege. Esa misma lógica deberíamos aplicarla a la minería.

Tuve la oportunidad de visitar las minas Gualcamayo y Veladero, donde pude ver de cerca cómo funcionan, conocer a la gente que trabaja allí y entender que la minería puede -y debe- hacerse de manera responsable. No hablo desde lo que me contaron, sino desde lo que vi: tecnología, procesos de control y también desafíos que aún debemos mejorar.

Además, estuve en San Juan, recorriendo pueblos que han crecido gracias a la minería y al turismo, como el departamento de Jáchal, entre otros. En estos lugares se puede ver cómo la actividad minera, cuando se gestiona de manera responsable, genera empleo, mejora la infraestructura y potencia el desarrollo turístico. No son realidades opuestas, sino complementarias, cuando existe planificación y respeto por el entorno. Me tome el trabajo de preguntar, algo curioso de mi parte siempre que conozco algo nuevo, aleatoriamente a personas como era la calidad de vida, y como había repercutido su vida.

El autor en Jáchal.

El autor en Jáchal.

En Mendoza, muchas veces el debate se ha centrado en el "sí o no" a la minería, cuando en realidad deberíamos discutir el "cómo". Tenemos una provincia con un enorme potencial en recursos naturales, con una historia de trabajo rural, vitivinícola y olivícola que demuestra que sabemos producir. Si algo caracteriza a los mendocinos, es nuestra capacidad para transformar el desierto en vida, aprovechando cada gota de agua, cada metro de suelo y cada idea innovadora.

Por eso creo que la minería sustentable puede formar parte del mismo modelo de desarrollo que defendemos en la agricultura o el turismo: uno que combine conocimiento, control, responsabilidad y orgullo local. El futuro no está en cerrar puertas, sino en abrirlas con reglas claras y compromiso ambiental real.

La minería sustentable no es una utopía. Es un compromiso. Se trata de aprovechar los recursos minerales que necesitamos -porque los necesitamos para nuestra vida diaria: desde el teléfono que llevamos en el bolsillo hasta la energía limpia que queremos impulsar- pero hacerlo minimizando el impacto ambiental, respetando las comunidades y planificando el futuro del territorio.

Creo firmemente que debemos aplicar tecnología moderna, una vez terminada la extracción, usar el agua de forma responsable y, sobre todo, trabajar con conciencia.

El turismo, la agricultura y la minería pueden convivir si se basan en el mismo principio: cuidar la tierra que nos da de comer y que también nos da identidad.

Por eso, celebro que hoy la dirigencia política empiece a ponerse de este lado. En 2019, fueron muy pocos los que se animaron a apoyar públicamente la minería en Mendoza. Durante la gestión de Rodolfo Suárez, los legisladores que impulsaron una mirada distinta y buscaron lograr esto que hoy se ha consolidado como el ejemplo de Guillermo Mosso, Gustavo Cairo, Hebe Casado y Josefina Canale entre otros.

Reconocer su valentía es también reconocer la necesidad de abrir el diálogo y construir consensos reales, porque el desarrollo sustentable no se logra desde la confrontación, sino desde el compromiso compartido con el futuro de Mendoza y de toda la región cuyana.

Mendoza tiene la oportunidad de liderar un modelo equilibrado, donde la producción, la energía, el turismo y el ambiente caminen juntos. No se trata de elegir entre progreso o naturaleza, sino de demostrar -como lo hemos hecho tantas veces- que somos capaces de producir, cuidar y crecer al mismo tiempo.

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