¿Multipolarismo?

El analista Alberto Isuani desarrolla aquí su punto de vista sobre el mundo en que vivimos desde el punto de vista político y económico. Entre los deseos y simulaciones, y el avance de bloques con "menos prensa" pero con paso más firme.

Alberto Isuani

Desde que asumió Joseph Robinette Biden la presidencia de EEUU, los analistas internacionales, políticos y periodistas, empezaron a hablar de la existencia de un mundo multipolar: querían distinguirse de la óptica "trumpista" que sostenía la existencia de un orden bipolar y que el enemigo central era China y en su contra ella se dispararon todos los cañones, sanciones y amenazas.

Con Biden, aunque se advierte el peligro del vertiginoso crecimiento chino, se sostiene la existencia de un mundo multipolar de la que serían aparte de China y EEUU, Europa, Rusia y Japón.

En esta nota quisiera cuestionar esta percepción porque pienso que el multilateralismo es más un deseo que una realidad y a lo que estamos asistiendo es, efectivamente, a un bipolarismo pero que yo denominaría "inestable" por la existencia de un polo en ascenso y otro en declinación.

China es el polo en ascenso. Me refiero a que no está sola, tiene una sólida alianza con Rusia, totalmente repuesta de la desintegración de la URSS y que, a través de múltiples convenios y alianzas militares, económica y tecnológicas han establecido un bloque muy sólido con China. Rusia es una gran potencia energética y China un gran consumidor y con avanzada tecnología.

También debemos mencionar que la CCE ya no es una potencia autónoma sino que a través del proyecto de la Ruta de la Seda destinado a financiar cientos de obras de infraestructura para unir China y Asia con Europa y de las innumerables inversiones que China ha concretado en diferentes países europeos. Se calcula que entre 2005 y 2008 las empresas chinas invirtieron 375.000 millones de dólares en todo el mundo, de las cuales 266.000 se desembolsaron en el Tercer Mundo. Europa necesita también imperiosamente de las inversiones chinas y de su gran mercado para expandirse.

También molestó a Alemania, locomotora de la Unión Europea, por las prohibiciones que impuso Trump sobre ese país para que no siguiese con la construcción del Gasoducto Nord. Stream 2 que lleva directamente gas desde Rusia, por el Báltico, a Alemania. Trump aduce que esta dependencia del gas ruso debilitaba la alianza occidental. Al mismo tiempo, Alemania necesita imperiosamente el gas ruso que también se reparte en otros países europeos.

La retirada de EEUU del pacto con Irán que firmó junto a Europa también agrietó la relación. Los países europeos no estaban de acuerdo con la inteligencia estadounidense que sostenía que Irán estaba vulnerando el tratado. En este tema, EEUU no hizo otra cosa que implementar la política exterior que diseñó Israel y que es la demonización de Irán en todo el mundo. Esta dependencia de la política israelí hizo enfrentar a EEUU con casi todo el mundo árabe. Mencionemos solamente que Irak ha solicitado el retiro de tropas de ese país y en Afganistán los talibanes están cerca de Kabul. En Siria EEUU no pudo derrocar al gobierno de Assad y no debemos olvidar que el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel clausuró las relaciones con los palestinos y produjo el rechazo en todo el mundo árabe.

China también mantiene una alianza con la India y a pesar de sus disputas por el Tibet, la India está más cerca de China y Rusia que de EEUU. China y la India suman 2.800 millones de habitantes y los une el acuerdo de los BRICS, impresionante mercado para un capitalismo en expansión.

En este bloque también tenemos que incluir a África, que acaba de constituirse como zona de libre comercio y en donde China desde hace varios años ha reemplazado a Francia e Inglaterra como socio principal. Recomiendo leer un libro titulado La silenciosa conquista china de Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araujo. Estos periodistas españoles después de recorrer toda África detallan que casi 100.000 millones de dólares fueron destinados a construcción de ferrocarriles, represas, hospitales y centros deportivos. En este libro que ya tiene 10 años se detallan los múltiples convenios firmado por China con cada país africano.

Conviene recordar que en estos diez años esta relación se ha intensificado significativamente. En este panorama, Estados Unidos está ausente y no puede competir con la innumerables y cuantiosas sumas que China ofrece en inversiones. Xi Jiping es recibido en los países de África como un gran benefactor y el edificio de la Unión Africana fue financiado por China.

También en América Latina, China tiene excelentes relaciones con Chile, que se ha incorporado a la Ruta de la Seda y es su principal comprador de cobre. Así también Ecuador y Perú. Es la principal compradora de alimentos de Brasil y Argentina y ha logrado en Bolivia importantes convenios por el litio. Lo mismo debemos decir de México.

Mientras tanto en EEUU, a Biden no le será fácil reponerse del abandono que hizo Trump del Acuerdo del Pacífico que deja a China como jefa de esa organización en donde está Corea del Sur y Japón. Japón a su vez es seducida por Rusia, que le muestra toda su Siberia deshabitada y que de mejorar las relaciones podrían ser explotada por Japón. Tampoco le será fácil a EEUU reestablecer su relación con Europa, bastante dolida por los destratos de Trump que, con su aliado Boris Johnson y el Brexit, puso en crisis la Unión Europea. Recomiendo también leer La imparable conquista China de los periodistas ya citados. En él, se detallan los acuerdos de China con los diferentes países europeos.

Y, en América Latina el apoyo de Trump a los gobiernos de derecha y extrema derecha como Bolsonaro, en un momento en dónde parece insinuarse una ola de centroizquierda que vuelve más difícil la reconciliación. No hay olvidar tampoco la instigación al golpe de Estado en Bolivia que dejó al desnudo las intenciones del gobierno de Trump.

Por lo tanto, China tiene una gran influencia sobre las dos terceras partes del planeta, mientras EEUU padece grandes problemas internos y está muy desprestigiado en el mundo. Por eso sintetizo e insisto no hay multipolarismo sino que hay bipolarismo, con un polo en ascenso y otro en declinación. El tiempo dirá si tuvimos razón.


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