Música electrónica y drogas, una conexión diabólica

El Dr. Eduardo Da Via se concentra en esta nota en alertar sobre los problemas que instala un exceso de confianza en la música electrónica y el narcoglamour que la alimenta.

Eduardo Da Viá

Antes de comenzar, una aclaración clave: hablar de drogas lleva inmediatamente a la idea de la adicción, pero la primera y más peligrosa adicción es la de la música electrónica, causante o facilitadora de todas las otras.

Días atrás apareció en la mayoría de los diarios del país, una noticia destacada: las autoridades habían confiscado, en una fiesta electrónica en Mar del Plata, la bicoca de dos millones de pesos de sustancias alucinógenas.  


Intentó ingresar por Mendoza un "ingrediente" para fabricar una peligrosa droga en Chile

La División Antidrogas Mar del Plata de la Policía Federal secuestró cigarrillos de marihuana, pastillas de éxtasis, varias dosis de cocaína y de la variedad rosa denominada tusi, metanfetamina cristal, LSD y popper en la ruta 11, a la altura del Paraje Alfar, próximo al complejo denominado Mute.

El tusi no es una molécula específica, sino una mezcla de ketamina, algún estimulante (generalmente cafeína y MDMA) y edulcorantes que le dan su distintiva tonalidad. "Su principal peligro radica en que no es una molécula de la que podamos saber su dosis, calidad, estandarización, sino que es una mezcla de sustancias que se ha popularizado mucho, a tal punto que la base de los ingredientes ya se conoce y cualquiera puede estarla preparando", detalló Quintero.

Tanto grupos criminales como amateurs tienen la facilidad de manufacturar tusi, lo cual hace que su consumo sea especialmente impredecible, ya que es común que cada quien le ponga un "toque secreto", que suele incluir opioides, benzodiacepinas y, en algunos casos, fentanilo farmacéutico, que al mezclarse con alcohol puede ser potencialmente mortal.

El Popper es nitrito de amilo., potente vasodilatador utilizado en medicina para tratar la crisis de angina de pecho por enfermedad coronaria.

El valor de lo incautado es ridículo en comparación con los cientos de millones que a diario mueve el narcotráfico en esas al parecer inocentes fiestitas destinadas a una sana y juvenil diversión.

¿Qué tiene de malo ir a bailar al aire libre, todos mancomunados, con o sin pareja previa, por lo general es sin, total ya saldrá alguien, masculino, femenino o cualquiera de las variantes LGBT..?

Y de no emerger alguien lo hará algo, que al llegar pudo haber sido alguien pero que la música Y LA DROGA lo cosificaron transformándolo en algo. 

 Narcoglamour de fiestas electrónicas: secuestran droga

Las fuerzas de seguridad y el gobierno trataron de darle la mayor difusión para demostrar hasta qué punto están capacitados para esa tarea, siendo que todos saben, desde el organizador de la fiesta, los concurrentes, el personal de seguridad privado o estatal, los músicos, lo falsos cuidadores de automóviles y por cierto el vecindario, que habrá de correr alcohol, tabaco y drogas, siendo el éxtasis el que se lleva el palmarés, pero seguido de cerca por toda la parafernalia adictiva de ilegal síntesis o en menor cuantía de origen natural como la marihuana que ha pasado a ser como una gomita de mascar comparada con la devastación corporal y mental producida por las asociaciones.

Todos lo saben y todos lo niegan, empezando por los padres y siguiendo por protagonistas y la caterva que medra de la debilidad y la estupidez humana.

Falta mencionar el obligado y más que irresponsable sexo delante de terceros, en el suelo y mejor en el barro por cuanto el éxtasis produce extraordinaria sensación de calor y el barro, producto de la lluvia bienhechora, lo mitiga dando lugar el calor genital para mayor y desenfrenado placer.

En el año 2020 publiqué en el diario Memo, una nota a raíz del asesinato de Villa Gesell a la salida de una disco y me retrotraje al lamentablemente famoso Festival de Woodstock, en USA, año 1969.

Esa fue la línea de partida que rompió con las conductas habituales de la sociedad occidental.

Admito que muchas de ellas eran nocivas y ficticias, impuestas por los padres en general de familias ricas para eternizar privilegios y cimentar la discriminación.-

La reacción de la juventud fue este movimiento contracultural perfectamente justificado, pero cuya metodología resultó peor que la rigidez, en medio de la opulencia, que reinaba en sus distinguidos hogares; pero también adhirieron jóvenes de todos los estratos sociales, hasta ese momento enemigos entre sí con gran predominio de la violencia en las barras pobres, donde menudeaban muertes a cuchilladas o a puntapiés reiterados como lo fue en Villa Gesell.

Han pasado 50 años de aquel fatídico Woodstock y hoy la situación es incontrolable.

Muertes recientes en fiestas electrónicas

Hace dos semanas falleció Florencia Yturrioz, una nutricionista de 26 años, en Mar del Plata luego de asistir a una fiesta electrónica. La joven fue trasladada con convulsiones al Hospital Interzonal General de Agudos marplatense, pero no logró sobrevivir. Según la autopsia, la muerte de la mujer oriunda de la ciudad de La Plata fue por una sobredosis de éxtasis.

Apenas unos días después Andrés Rodríguez Bonazzi, un fisicoculturista de 36 años, también falleció en el contexto de una fiesta electrónica. Tras asistir a esta fiesta al club Central Córdoba en San Miguel de Tucumán, el hombre sufrió un paro cardiorrespiratorio y murió.  

Fiestas electrónicas: música, luces, baile, y algo más...

La metilendioximetanfetamina (MDMA), más conocida como éxtasis en nuestro país o cristal en otras partes del mundo, nació en 1912. El médico especializado en Toxicología, Alfredo Córdoba, recordó que esta droga de diseño surgió como un medicamento para reducir el apetito. Por sus efectos devastadores fue descartada, pero en 1970 tendría una nueva oportunidad dentro de la medicina como un psicofármaco que ayudaba al dialogo entre pacientes y psiquiatras, pero en 1980 la MDMA entró en el mercado negro como droga "recreativa" por sus efectos placenteros. Cinco años después, Estados Unidos fue el primer país en prohibirla debido al número de casos de convulsiones y muertes por intoxicación.

¿Qué hace el MDMA (Éxtasis)?

El éxtasis es tanto una droga alucinógena como estimulante. Hace que el consumidor experimente una oleada de buenos sentimientos (un subidón) y magnifica la intensidad de lo que siente, se bueno o sea malo. Los efectos de la droga suelen durar hasta 6 horas.

El éxtasis aumenta la frecuencia cardíaca y puede causar sequedad de boca, apretar de dientes, visión borrosa, escalofríos, sudores o náuseas. Puede hacer que algunos de sus consumidores se pongan ansiosos, se sientan confundidos y tengan ideas paranoides, como que la gente les quiere hacer daño o está confabulada contra ellos. El éxtasis puede dañar células cerebrales que participan en el pensamiento y la memoria.

Si una persona toma éxtasis, su cuerpo se puede poner peligrosamente caliente mientras baila o hace cualquier otra actividad física, lo que puede conducir a descomposición muscular; daño renal, hepático y cardíaco; e, incluso, la muerte.

Efectos negativos de la música electrónica

La M.E (Música Electrónica), al igual que la música comercial es un producto industrial que únicamente persigue la complacencia de las demandas del mercado.

La M.E de consumo masivo es uno de los instrumentos de persuasión oculta más eficiente. Es monótona y con un bajo rítmico acompañado de escasos acordes que se repiten de principio a fin. Sus ritmos perpetuos producen frecuentemente una excitación corporal que puede llegar hasta la embriaguez, provocando un desdoblamiento de la personalidad. Estos ritmos muchas veces van acompañados por cantos que expresan ideas, sentimientos o estados anímicos negativos, causando desequilibrio nervioso en el estado físico y mental del joven, dando como resultado una verdadera ebriedad, con exaltación de los sentidos y de la imaginación. La personalidad se transforma y se mimetiza con la de los compañeros y la de los espectadores, y en consecuencia, el individuo se convierte en un simple elemento de una entidad colectiva; en una partícula de una multitud en estado de embriaguez. Esta "música" convierte a los oyentes que se prestan a ello, a los jóvenes principalmente, en autómatas, porque en ese momento se paraliza el proceso mental de la conciencia. Llegados a este punto, son fácilmente conducidos al sexo inconsciente e irresponsable, al alcohol, a la droga, etcétera. Si a esto agregamos que la intensidad del sonido que prevalece en los sitios adonde las multitudes acuden a consumir esta "música" se eleva 20 decibeles por encima del límite de tolerancia del oído humano, el resultado es un asalto deliberado y directo hacia la integridad de la persona. El fin perseguido es exaltarla y paralizar su conciencia, sumergiéndola en un océano sonoro; de nuevo, con fines puramente comerciales y enajenantes.

El alto volumen al que es consumida la M.E daña seriamente nuestra capacidad auditiva y ejerce una influencia negativa en nuestro organismo, propiciando graves trastornos. Estos perjuicios van desde daños puramente fisiológicos, como la conocida pérdida progresiva de la audición, hasta los psicológicos, al producir una irritación y un cansancio que provocan disfunciones en la vida cotidiana, tanto en el rendimiento laboral como en la relación con los demás. La lista de posibles consecuencias de esta contaminación acústica es larga: Individualmente provoca dolor de cabeza, problemas de estómago, alteración de la presión arterial y del ritmo cardíaco; vasoconstricción, depresión del sistema inmunológico y alteración de los niveles de segregación endocrina; irritabilidad, cansancio, estrés y perturbaciones del sueño, que conducen a conductas agresivas, dificultades para la comunicación, problemas mentales y estados depresivos, disminución del rendimiento y de la concentración, etcétera, todo esto con una alta repercusión en el deterioro social y elevados costos en productividad laboral.

No sólo produce perjuicios directos y acumulativos sobre la salud, sino que además tiene efectos socioculturales, estéticos y económicos: aislamiento social, pérdida de privacidad, desaparición de culturas sonoras, pérdida de señales sonoras acertantes, etcétera. Con niveles de ruido altos, la tendencia natural de la gente hacia la ayuda mutua disminuye o desaparece, reapareciendo en el momento en que se suprime la presión sonora. Conlleva efectos negativos para las generaciones futuras.

El volumen de la música en las discotecas, provocan cada vez más problemas auditivos entre los jóvenes, el oído tarda más de 36 horas en recuperar la sensibilidad auditiva normal, después de estar sometido una noche a la música atronadora de una discoteca.

Los niveles de ruido constantes, aunque no superen los límites máximos permitidos, aceleran el proceso de la disminución auditiva, de tal forma que tenemos un oído mucho más viejo del que correspondería a nuestra edad fisiológica.

En mi opinión, el asistir a fiestas de Música Electrónica, a sabiendas de sus efectos, el consumo de drogas y los tatuajes, son clara manifestación de disconformidad consigo mismo.

Los pacientes, y lo digo con criterio médico, por cuanto están enfermos, no se toleran a sí mismo tal como son.

Desde el punto de vista físico no aman ni respetan su cuerpo, en consecuencia tratan de enmascararlo mediante tatuajes o peor aun apelando a la mal llamada cirugía estética, en realidad cirugía transformadora de la apariencia natural; la cirugía es estética cuando trata de corregir deformidades o de eliminar lesiones que conspiran con una apariencia facial estándar.

Tanto la música como las drogas, no solucionan el problema que es de orden casi siempre siquiátrico, sino que brindan un momento de enajenación placentera, sobre todo cuando surgen alucinaciones gratas, pero lo que no logran entender es que son efímeras, para enfrentarse nuevamente con el verdadero meollo de su personalidad.

Los pacientes son en consecuencia víctimas fáciles de un verdadero ejército de embaucadores y mercaderes entre los que figuran los organizadores de los eventos, las bandas u orquestas, lo sonidistas, los farmacéuticos o aficionados a la farmacia, los distribuidores, los médicos, los proveedores de bebidas a precios astronómicos porque saben que un botella de 500 cc de agua se vende a dos mil pesos o más cuando la sed tortura al consumidor de éxtasis, a los dueños del predio sea campo raso o tipo estadio, los transportistas de los concurrentes cuando la fiesta tiene lugar lejos del radio urbano, lo embarazos no deseados e incluso ignorados hasta que se hacen evidentes, y aquí aparece la industria del aborto, hoy perjudicada por la ley IVE, pero solo parcialmente por cuanto el aborto clandestino tiene la virtud de la privacidad, en tanto en los hospitales públicos la paciente es admitida con su nombre y apellido para efectuar una interrupción voluntaria de su embarazo, y eso puede trascender y estigmatizar a la causante.

Por fin la pregunta de Perogrullo, ¿por qué las autoridades no se inmiscuyen seriamente en el problema? Muy simple, hay enorme sumas de dinero circulando, producto de los dividendos de esa repugnante actividad, lo suficiente para acallar y frenar acciones verdaderamente efectivas, no como el vergonzoso muestrario de las drogas incautadas en Mar del Plata por valor de 2000 dólares, foto mediante con los fármacos bien distanciados para dar la sensación de cantidad importante.

Muchos de los que debieran combatir esta endemia son también partícipes encubiertos, pero no al efecto que su profesión supondría, policías por ejemplo, sino como participantes activos del masivo desatino.

Mi conclusión es que la única forma de debilitar al menos esta tragedia social es el accionar conjunto de autoridades y de los padres, a quienes responsabilizo de descuidar el monitoreo de la vida de sus hijos, apelando a la cobarde y culposa negación por cuanto, su, sus, hijo, hijos no hacen esto.

Ayudar a la prole a encontrar el buen camino, es una dura y diaria tarea, que no permite descanso ni flaquezas, pero claro, conspira contra el tiempo que le requiere al padre gestar más riquezas, sobre todo cuando son de dudosa procedencia, y a la madre las horas dedicadas a la inútil lucha contra la inexorable vejez.

No es infrecuente que esos matrimonios que descuidan la orientación de sus hijos, hayan llegado a la condición de cónyuges precisamente por un embarazo indeseado producto del desenfreno en una de esas mismas fiestas años atrás. Lo digo con cocimiento de causa.

Tampoco puedo finalizar estas tristes líneas sin hacer la debida mención al también preocupante tema del suicidio juvenil, muchas veces acaecido como corolario de la asistencia a una de estas "fiestas", y al advertir que su desgraciada vida, por la causa que sea, en nada cambió tras la ilusión momentánea que vivió durante su "viaje".

No a la música dañina, no a las drogas, no a la indiferencia de los padres, no al suicidio juvenil no a la complicidad criminal de los responsables de combatir el mal.

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