Perpetua para todos: el capital líquido del miedo

La columna de opinión, con análisis y aportes juridico sociales, del abogado Carlos Varela Álvarez.

Carlos Varela Álvarez
Abogado

Arrecian como siempre en las crisis, las apuestas por el endurecimiento del sistema penal en todas las direcciones como ya lo vemos con las reformas penales y procesales que nos proponen hoy.

Bajo el discurso de la inseguridad, la seguridad es sólo una cuestión de aumento de penas. No hay más discusión, sólo si el monto de la pena es más baja o más alta.

El miedo viene ganando hace tiempo, no es bastón de este nuevo régimen que sólo lo acrecienta y difumina. Ninguna administración nacional o provincial desde la recuperación de la democracia pudo establecer un concepto integral de qué se entiende por seguridad y nos quedamos sólo con un presente de un "Estado penal" como nos recueró Zygmunt Baumant como "nuevo" paradigma de una sociedad donde el capital del miedo rinde frutos.

Así vemos como pensamientos marginales o perimidos hoy son nuevamente el centro de la discusión para instalar que de lo único que hay que hablar en esa materia de seguridad es el punitivismo.

Los discursos ya no son exagerados ni asombran, se han naturalizado, el altar de Bukele, se ha multiplicado en los espejos de nuestras sociedades.

Pareciera ser que entonces debiéramos terminar con estas discusiones banales de cuántos años debe estar una persona detenida y que la famosa recuperación del condenado sólo es una mala cláusula constitucional. Un romanticismo perimido.

Sería más fácil establecer una pena única para quien infrinja la ley, si al fin del cabo todo delito nos conmueve y nos moviliza. Perpetua para todos y todas sin excepción y por supuesto sin libertad condicional. Ya que estamos.

Es cierto que esto nos traería un segundo problema no menor que es la saturación de las cárceles, juzgados, agentes penitenciarios y por supuesto la comida, colchón y agua para los presos. ¿Qué se nos ocurriría entonces? Pues claro, la pena de muerte, y así economizamos en fracasados, perdedores y malditos.

Jaques Attali recordaba hace sólo 20 años atrás que en sólo 22 países (donde reside el 14 % de la población mundial) se concentra el comercio mundial y más de la mitad de las inversiones globales, mientras que en 49 países más pobres ( en los que habita el 11% de la población mundial) reciben en conjunto sólo el 0.5% de la producción global, casi lo mismo que el ingreso de los tres hombres más ricos del mundo. El 90% de la riqueza total del está en manos del 1% de sus habitantes. Its a fact dirían los juristas del norte.

Ese es el gran origen de la inseguridad y que ha derivado en múltiples formas de delitos donde obviamente el crimen organizado, sus variantes y consecuencias, azotan los tiempos modernos.

Ahora bien el combate es sólo policial-penal, jamás social y de mirar horizontes y de soluciones complejas y lejos más aún de cualquier consenso.

Todo es improvisación, utilización para las campañas y para ventas de lotes con muros y nuevas tecnologías de seguridad. No es un privilegio de Occidente, todos los estados con muy pocas excepciones van en esa dirección.

Cada vez más avanza acollarado por nuevos sistemas de justicia la proyección y la predicción del riesgo. En la sociedad del riesgo, léase miedo al peligro la única seguridad es el encierro.

Ahora bien, si esto es así, ¿qué hacemos con la exclusión, y la falta de acceso a los principales derechos de las personas en igualdad como a una educación y salud de calidad?.

El destino o la suerte de los quedan fuera del muro medieval no puede ser otro muro de piedra, y por eso seguir discutiendo y promoviendo un debate sobre justicia, derechos y seguridad para todos los que están de un lado o del otro de la celda, es necesario porque como recuerda Bauman que cita a los antiguos que decían " si quieres la paz preocúpate por la justicia".


cva