El error de no hacer política y solo atarse a la juridicidad
Los gobernantes a veces se olvidan de que gobernar representa un desafío multitasking: ni los médicos en cargos políticos "curan" los problemas, ni los abogados los solucionan solamente recitando artículos de leyes y jurisprudencia. El escenario político es 360 y a veces, solo gana el más avispado.
La apelación a la juridicidad para gobernar es una herramienta, pero no tiene por qué ser la única. Por definición, se puede señalar que hablamos, en ese caso, de la tendencia o criterio favorable al predominio de las soluciones de estricto derecho en asuntos políticos y sociales. Por supuesto que cuando el gobierno está cooptado por abogados, formados bajo la premisa de que "el Derecho es como la vida misma", se corre el riesgo de que crean que está bien excluir a otras formas de solución de los conflictos que emanan del ejercicio del poder y de la administración de la cosa pública.
Hay muchas otras herramientas y está en el liderazgo de quien las vaya a necesitar y requiera utilizarlas saber si se aplican en simultáneo, en escala o por sí solas en forma alternada.
La "muñeca política" no está asentada en tratados de lustroso lomo en grandes bibliotecas intocables, pero sí acredita en forma empírica suficiente información histórico práctica.
Así como es natural que haya conflictos, y pretender un camino sin ellos es una ilusión personal o una trampa engañosa en la que se ha caído, que se ejerza políticamente el uso del tool kit para gobernar es sustancial.
Es posible que la mirada sesgada en forma permanente, que analiza e impulsa procedimientos todo el tiempo desde el punto de vista exclusivamente jurídico sea la responsable de muchos traspiés de los gobernantes cuando se encuentran que están lidiando con verdaderos administradores de todo tipo de mañas. En este caso, habría que hacerles saber, en los términos que más les gusta, que "nadie puede alegar su propia torpeza y el derecho de defensa no ampara comportamientos negligentes".
Basta tomar un conflicto político cualquiera de Mendoza, por ejemplo, y analizar su trayectoria bajo estos términos aquí planteado cómo se ha actuado: todo aquello que llegó en un Tupperware juridicista quedó estancado, postergado, demorado o en vía muerta.
Es el liderazgo lo que salva. Es en la pulseada en donde se mueven todos los músculos del Estado y la política en defensa de lo que se cree o propone.
La flacidez de la opción única y acotada, en definitiva, es una promesa de fracaso, por más que -con el dedo señalando al cielo- se pontifique con el relato memorioso de uno o mil artículos de una ley.