Qué pasó con Milei: el análisis de Nejamkis

En Argentina, cuando explota un tema de supuesta corrupción, la justicia suele moverse más lento que la política. Los tiempos judiciales no coinciden con los que la política necesita para neutralizar el impacto electoral.

Lo que pasó con Milei en su primer año fue particular: un outsider, economista y panelista, llegó a la presidencia. Esto sacudió a la política: algunos quisieron sumarse, otros no podían oponerse fuertemente. El tablero quedó desequilibrado.

A medida que se acerca el año electoral, decisiones políticas del gobierno nacional confrontaron con antiguos aliados. Gobernadores, intendentes y líderes políticos hoy tal vez se muestran más firmes frente a Milei.

El gobierno tampoco estuvo libre de escándalos. En estos dos años han ocurrido situaciones que no quedaron claras para la opinión pública, ni en hechos ni en la postura oficial. Se esperaba más "pureza política" por ser un gobierno outsider.

Milei prometió enderezar la economía y combatir la corrupción de la casta. No son promesas cualquiera: economía y lucha anticorrupción están conectadas. Ajustar el Estado sería, según él, eliminar los negocios de la casta.

Algunos creen en el gobierno y otros sienten que no todo queda claro. Esto ha debilitado la imagen de Milei en ciertos sectores. Antes era un boxeador a la ofensiva pero, hoy, la pelea es golpe a golpe con la oposición.

La historia muestra que sobreviven gobiernos con escándalos si el contexto acompaña. No es el escándalo en sí, sino la situación económica y social lo que define el impacto político.

Cuando la economía va bien, los escándalos se tapan con consumo y alegría social. Cuando va mal, aceleran el desgaste y pueden destruir la credibilidad presidencial.