Quién fue Yrigoyen, cuyo busto rompieron en la Casa Rosada
Roberto Grillo Solanilla, dirigente de la UCR y funcionario en varios gobiernos de ese signo en Mendoza, hace una breve semblanza de Hipólito Yrigoyen. Su busto en la Casa Rosada cayó en la batahola por la despedida a Maradona, se rompió y ya fue repuesto.
Hace un par de días leí un texto que impulsa estas reflexiones. Con aportes personales y datos históricos tomados al pie de la letra voy a contar quién fue Hipólito Yrigoyen. El del busto que una horda -espero que sin complicidades oficiales- hiciera trizas por el suelo luego de tomar la Casa Rosada.
Fue presidente de la Nación en dos oportunidades. Primer presidente electo con la vigencia de la Ley Sáenz Peña, que consagró el voto universal, secreto y obligatorio en la República Argentina.
En 1922 fundó Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), una empresa estatal destinada a explotar las riquezas petroleras del país. Impulsó medidas para que la Argentina controlara sus transportes. También yacimientos energéticos y nuestra propia moneda. Reguló con inteligencia las tarifas de los ferrocarriles, operados por capitales británicos. En simultáneo, creó líneas férreas estatales, que contribuyeron al desarrollo del país.
El busto roto. Ya fue repuesto.
Apoyó fervientemente, el movimiento estudiantil y los postulados de la Reforma Universitaria de 1918.
Durante su segunda presidencia, fue derrocado por el golpe de estado que encabezó el general Uriburu, con la colaboración de un capitán que con el tiempo, debió tomar de su propia medicina. Ese joven oficial se llamaba Juan Domingo Perón. A partir de allí, la historia y sobre todo "el relato", es más conocida por los argentinos.
Antes de su derrocamiento el presidente Yrigoyen estaba en condiciones de lograr la soberanía petrolera. Seguramente, esa osadía fue el disparador del primer nefasto golpe de estado militar argentino.
Cuando falleció Don Hipólito, su funeral también fue muy tumultuoso.
Sin embargo, el velatorio se realizó en su humilde casa de calle Sarmiento 844. Cuando sus restos fueron sacados para que la escolta militar lo llevara en un carro fúnebre, la gente gritó "¡a pulso, a pulso!", y así fue llevado en andas, por el pueblo.
Lo trasladaron al Congreso, donde otra multitud lo esperaba. Desde allí, también en brazos de su pueblo, fue acompañado hasta el cementerio de la Recoleta. Actualmente, descansa en el pabellón de los caídos en la Revolución del Parque de 1890.
Su amigo y gran referente de la UCR, Don Amadeo Sabattini, lo despidió con un discurso conmovedor -sin micrófonos- ante una multitud, que en absoluto silencio expresó su respeto y admiración.
No hubo policías, ni un sólo desmán. Nadie arrojó una piedra. Sólo hubo expresiones de congoja y dolor por la pérdida de un líder enorme, cuya honorabilidad, nadie pudo quebrar, como hicieron con su busto.
En fin... reflexiones que ayudan a recordar que en algún momento, tuvimos la posibilidad de construir una Nación que no doliera tanto.