La casta porteñocéntrica iguala a las provincias vanguardistas con las mañosas

Gabriel Conte analiza la ausencia de una política que reconozca los esfuerzos de provincias que a diario salen a promover su institucionalidad y la actividad privada, sobre las que siguen prendidas de los recursos que no genera, y que le pide al resto del país.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Es totalmente entendible que haya bronca por la burla que representa que haya estados provinciales que jamás buscaron transformarse institucional y económicamente. Eso no tiene por qué llevar a la generalización total y sin fundamentos que el porteñocentrismo hace al referirse a las provincias por igual y al asumirse como "la Nación" desde el diminuto conglomerado de barrios que constituye la poderosa capital argentina que lo es solo por eso: allí tienen sus sedes las más grandes empresas.


La dimensión del daño que el desconocimento nacional sobre la realidad provincial le hace a Mendoza

Una vez más, con un nuevo gobierno que se mira el ombligo porteño, como tantos otros, a la hora de hablar de los recursos de las provincias se menosprecia a aquellas que sí han hecho el esfuerzo, y siempre.

Ya sabemos que Mendoza es una de ellas y que, a pesar de tener sus propios problemas internos a la hora de haber manejado los recursos y las instituciones, la diferencia es abismal con aquellas que solo generan empleo público, que les ponen un pie encima a las empresas y que reclaman más y más del resto del país vía recursos nacionales. 

Por eso, cuando se les advierte de que quitarle recursos a Mendoza es equivalente a intentar igualarla "para abajo", muchos dirigentes nacionales (y también comunicadores que relatan la realidad desde su torre de marfil porteña, solo con miradas hacia las provincias -"el interior"- en tono caritativo unas veces si no despectivo) y se suman al gran perjuicio que se les impone al quitárseles recursos coparticipables.

De hecho, este supuesto avance que propone la Nación para empujar a las más mañosas a dejar de serlo, mete en la misma bolsa a Mendoza, en donde, por ejemplo, sus intendentes, tienen un modelo de gestión por encima de los estándares de municipios de otros puntos del país, con muchas más funciones y capacidades.

Sin embargo, recortarles recursos las empuja a ser meras prestadoras de alumbrado, barrido y limpieza, el viejo y superado "ABL". El supuesto "avance" las hace retroceder.

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Dicho sea de paso, hay coincidencias entre los que gobiernan, sean radicales, peronistas o del PRO, pero no así en sus partidos. Se los vio juntos a Alfredo Cornejo, por ejemplo, con Omar Félix y Matías Stevanato, dos peronistas que enfrentan a diario la realidad de gobernar, muy distintos a los del biribiri ideológico.

De allí que comprendiendo que hay gobernantes que han sabido promover estados virtuosos, como Córdoba o Santa Fe, hay capital para constituir un lobby en favor de una mirada que supere los prejuicios porteños y abarque la complejidad de las diferencias hacia adentro del país.

Ya Carlos Menem propuso en sus tiempos regionalizar el territorio, distinguiendo a unos y otros. Ahora podría avanzarse, no para buscar la "solidaridad" inútil de las que son consideradas "más ricas" con las "más pobres", sino entendiendo que hay provincias a las que les conviene seguir siendo pobres y otras que carecen de fuerzas para seguir siendo ricas, por lo que esa "solidaridad" alegada las empobrece y las rebaja, condenando a sus habitantes a un injusto desclasamiento.

Se esperaba mucho más de parte de un gobierno que vino "a cambiarlo todo". Pero su carencia de experiencia lo está llevando a "alquilar" la experiencia ajena, la de "la casta" que gobernó siempre y lo hizo desde el Puerto y mirando hacia el océano, de espaldas a un país que cree conocer, pero que a la hora de las decisiones, demuestra que solo posee vagas definiciones prejuiciosas que repiten modelos de estigmatización que todos los gobiernos porteñocéntricos han demostrado ya.

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