Un violador en tu camino: El violador eres tú

Una denuncia hacia el sistema en que vivimos y sus instituciones: el estado, la policía, los jueces, "el presidente". Es decir, abarca a todas las organizaciones que nos gobiernan y a la sociedad misma como cómplice de un sistema patriarcal.

Emiliana Lilloy

Recientemente se viralizó un video con la performance realizada por mujeres chilenas (Las Tesis) denunciando el patriarcado y los abusos que se estaban cometiendo en ese país contra los derechos humanos (contra los de las mujeres en particular).

 Esta filmación llevó a que otras mujeres se organizaran en distintos países del mundo para replicarla, reflejando así, que por más que en el país vecino se están violando los derechos de las mujeres y se han agravado los abusos por la crisis social, esto último sucede actualmente en todo el mundo de manera general, sistemática y naturalizada.

¿De qué habla el video?

El video es una denuncia hacia el sistema en que vivimos y sus instituciones: el estado, la policía, los jueces, "el presidente". Es decir, abarca a todas las organizaciones que nos gobiernan y a la sociedad misma como cómplice de un sistema patriarcal que permite o consiente abusos, desapariciones, femicidios, violaciones etc.

Refiere que el sistema patriarcal castiga o juzga a las mujeres por el sólo hecho de haber nacido tales y las somete impunemente a la violencia.

El nombre del video (que plantea la hipótesis imaginaria del hecho de una violación, esto es: "un violador en tu camino") proviene de un slogan utilizado por la policía chilena (los pacos o carabineros) que rezaba "un amigo en tu camino", para atribuir credibilidad y confianza a las fuerzas policiales. Es decir, es toda una ironía.

En el manifiesto que se expresa al unísono por miles de mujeres, se atribuye la responsabilidad total y única al hipotético agresor a través de la frase "el violador eres tú", y se continúa aclarando "y la culpa no era mía ni donde estaba ni cómo vestía" como defensa o protesta ante las cientos de sentencias y manifestaciones sociales que culpabilizan contantemente a las víctimas de estas agresiones.

El video, que es digno de ser mirado varias veces en las distintas manifestaciones que se dieron y siguen dando alrededor del mundo y que tuvo su versión mendocina grabada en la plaza independencia esta semana, es una joya feminista y un himno que va a durar y perdurar entre nosotras. Porque su letra que es asertiva, potente y feminista. Porque desenmascara el proceso simbólico que justifica la violencia contra las mujeres, denuncia a los responsables, visibiliza las vejaciones, la impunidad, y porque no admite trucos o trampas que intenten culpabilizar a las mujeres, y lo hace con una contundencia que eriza la piel: el violador eres tú.

Es por esto que todas las mujeres alrededor del mundo sin importar de dónde provengamos, nos identificamos con él. Este es el hecho que llama nuestra atención y que pone en jaque a la sociedad: que las situaciones y conductas que describe son vivenciadas en el planeta por mujeres de todos los colores, clases sociales, culturas, países etc.

Estas trovadoras perdurarán y dejarán constancia en el imaginario popular de la sociedad en la que nos tocó vivir. Porque una sociedad en la que las mujeres tenemos que decir, aclarar, sostener y gritar, que ser violadas o asesinadas no es nuestra culpa, no es una que pueda jactarse de ser ni inteligente ni evolucionada.

Por el contrario, nos muestra la frustrante realidad de que aún seguimos socializándonos con desigualdades naturalizadas o divinizadas. Que estas ideas o argumentos arcaicos aún nos gobiernan y nos enseñan que los varones son superiores y por lo tanto tienen más derecho sobre este mundo y sobre las mujeres. Que por el hecho de nacer mujeres, cada día estamos siendo sometidas a unos prejuicios y a una justicia e instituciones que justifican los abusos sexuales y demás violencias cometidas por los varones hacia nosotras. Una sociedad que con tal de eximir a los varones de su responsabilidad o castigo, culpabiliza y estigmatiza a las mujeres, ya sea por no cuidarse (de quién) no haberlo evitado (qué) e incluso por haber "lo" provocado (nuestra propia violación o asesinato)

La performance puede leerse de muchas maneras, incluso, ser tomada para la risa como ha sucedido en algunos medios y redes sociales. Estos, alimentados por la resistencia y misoginia que sostiene el sistema que las mujeres denunciamos, ridiculizan nuestras acciones para que nada cambie y así sostener sus privilegios a toda costa.

Ladran Sancho! y está bien que así sea.

Por demás, la performance también puede leerse como un grito de desesperación a la vez que una demostración de fuerza dirigida a la sociedad misma. Una manifestación del poder de las mujeres, de nuestra capacidad de organizarnos y comunicar al mundo las injusticias que hasta hoy, en pleno siglo 21 nos toca vivir por el solo hecho de haber nacido tales.

LA AUTORA. Emiliana Lilloy. Abogada. Directora de la Diplomatura en Género e Igualdad. Vicepresidenta de la Comisión de Género del Colegio de Abogados de Mendoza.

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