Argentina sin modelo económico propio y hacia una "vasallización feliz"
La opinión del economista Dante Moreno.
El oficialismo obtuvo un triunfo significativo en las elecciones legislativas nacionales de noviembre pasado, el conteo final no deja lugar a discusiones, pero la pregunta de rigor es ¿los votos obtenidos es un claro respaldo al presente económico nacional? La respuesta de la mayoría de quienes optaron por las listas de la LLA seguramente no contempla dicha opción.
La interpretación de los datos de la macroeconomía nacional tiene dos visiones claramente opuestas, los que adjudican logros significativos a las medidas surgidas del equipo económico comandado por el ministro Caputo y quienes desconfían por la metodología aplicada, inconsistencias y opacidad de las operatorias que se plantean como respaldo a los éxitos enunciados.
En las postrimerías diciembre de 2023, la devaluación del tipo de cambio oficial (118%), el mega DNU y la Ley Ómnibus, fueron las herramientas primarias y de soporte a la implementación de un esquema económico de neto corte liberal. La desregulación y el cierre de organismo e instituciones de la órbita nacional dieron lugar a situaciones de alto impacto en el ámbito socio-económico, la reducción del personal estatal en sus diferentes segmentos laborales (profesionales, técnicos, administrativos y mantenimiento) han derivado en un deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores despedidos y la progresiva pérdida de capacidad de prevención y acciones de reparación parcial y/o total de las diferentes actividades asignadas a dichas unidades.
La reducción de la inflación y un valor del dólar relativamente estable son dos cartas de alto significado político para el gobierno, porque la sociedad argentina incorporo la condicionalidad que la suba del dólar tanto en su versión oficial como no-oficial (blue) tracciona los precios locales independientemente de las estructuras de costos de bienes y servicios involucrados. El diseño de un dique de contención de ambas variables (precio del dólar e inflación) es de una efectividad endeble porque colateralmente se verifica un drenaje de divisas vía diferentes operaciones del mercado cambiario-financiero como por ejemplo el carry trade. La situación descripta no impide que al ciudadano de pie le genera una sensación de estabilidad y la posibilidad de acceder a la compra del billete norteamericano si su capacidad de ahorro aún mantiene vigencia, sin necesidad de recorrer las pizarras de las casas de cambio.
La reducción de la pobreza y la caída neta de la deuda pública son otros dos ítems que el gobierno exhibe como logros sin precedentes. En el caso de la pobreza (enfoque monetario), los datos oficiales establecen un valor del 31,6% para el primer semestre de 2025 y en el mismo periodo de 2024 se había colocado en 38,1%. Es necesario destacar que la pobreza estructural mantiene sus niveles pre-Milei, pero los aumentos de los programas de transferencia de ingresos y una inflación de bajo volumen comparativamente con el último año del presidente A. Fernández configuran un nuevo estado de situación que podría variar si se aplicara una Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) actualizada.
Los analistas explican que al comparar 11/2023 con 11/2025 la deuda bruta aumentó USD16.902 millones. Pero, al consolidar la posición del Tesoro y el Banco Central, aparece otro resultado. La deuda pública neta cayó USD48.512 millones. Este proceso se sostiene en tres pilares: superávit fiscal, recapitalización del Banco Central y la continuidad de la desaceleración inflacionaria. Otros especialistas atribuyen que parte de la caída de la deuda registrada en la actual gestión se debió a que "sin refinanciación, el Estado argentino pagó". Y que, además, pesó la "licuación de la deuda en pesos del BCRA" (devaluación del peso frente al dólar en diciembre 2023).
Previo al 26 de octubre pasado, la economía real mostraba un panorama poco alentador, menor poder de compra de los ingresos formales e informales con la consecuente caída de ventas y cierre de comercios minoristas y mayoristas, desempleo incremental con mayor incidencia en el sector industrial, paulatino incremento de importación de bienes y alimentos, suba de combustibles y servicios básicos (luz, gas, agua). Los críticos del gobierno proyectaban un contexto de caos, en tanto funcionarios y aliados al gobierno explicaban que para llegar a una economía estable y mejoras estructurales era necesario un sacrificio, sin especificar si dicho sacrificio era homogéneo o afectada mayoritariamente a la porción de la ciudadanía con menores recursos.
Se puede argumentar que el gobierno puede hacer, rehacer y eliminar opciones económicas porque no tiene rival electoral de fuste y tampoco ideológico. Bajo este escenario las autoridades nacionales desde el inicio de su gestión no necesitaron un plan económico, que establezca metas futuras (ingresos, gastos, inversiones) y defina las estrategias y recursos necesarios para alcanzarlas.
El actual escenario político-económico adquiere especial dimensión por dos eventos específicos, las ayudas condicionadas a la LLA del sector financiero nacional e internacional para superar las barreras propias y externas que afectan el tipo de cambio oficial y la demanda del gobierno de EE.UU., el FMI y grandes fondos de inversión que postulan la imperiosa necesidad de acumular reservas. Sin ayuda externa y sin reservas los pagos futuros en moneda extranjera adquieren un rol clave para la estabilidad macroeconómica nacional.
Fuera del ámbito de la administración nacional la mayoría de los argentinos desconoce la existencia de los ejes estratégicos para el desarrollo económico, según la visión del presidente Milei y sus funcionarios más cercanos. Los antecedentes en este tema se remontan a 2008, bajo la Presidencia de Cristina Fernández de Kirchner donde se presentó el Plan Estratégico Territorial (PET) y en años sucesivos hasta 2015 los avances del mismo. El PET se enfocó en la integración regional, desarrollo de infraestructura estratégica y un modelo de país con rol estatal y producción interna. En 2018 el presidente Mauricio Macri presento el Plan Estratégico Territorial 2018 que priorizaba la inversión privada, la apertura al mercado y la reducción del déficit fiscal
La visión estratégica de Macri fue adoptada por Milei, pero sin asignar prioridades, razón por la cual no hay hoja de ruta definida y se actúa sobre la marcha con los riesgos propios de las inconsistencias institucionales y operacionales que acelera cualquier proceso de descomposición económica. El mandatario nacional y su círculo más íntimo se han fijado como objetivo desmantelar el modelo económico progresista que propone un equilibrio entre el mercado capitalista y la intervención estatal para lograr una mayor justicia social, equidad y bienestar. En este proceso la "racionalidad económica" no aparece en las discusiones a nivel de funcionarios, dirigentes empresariales, gremialistas y actores relevantes de la sociedad argentina.
El vigente enfrentamiento de los grandes "jugadores" a nivel mundial (Estados Unidos de América, República Popular China y la Federación de Rusia) no es para ignorar, las potenciales consecuencias para el resto del planeta pueden ser significativas. El gobierno argentino ya ha tomado postura, pero si la presente unipolaridad es reemplazada por la multipolaridad en manos de los BRICS, Argentina tendrá un difícil tránsito en el escenario internacional, que profundizaría la descomposición del Estado y la desintegración de la sociedad.