El peligroso "humor misógino" detrás del video que simula un secuestro

Dos videos: uno de Shell y otro de YPF. Explica Eduardo Muñoz: "El repudio al video fue necesario, pero insuficiente. La lección que deja va más allá de una estación de servicio o de una agencia de marketing: interpela a toda la sociedad".

Eduardo Muñoz
Criminólogo. Autor del libro "El Género de la Muerte". Divulgador en medios. Análisis criminológico aplicado a temas sociales de actualidad y seguridad. linkedin.com/in/eduardo-muñoz-seguridad IG: @educriminologo

Un video viral que muestra a una mujer siendo metida en una bolsa y arrastrada en una estación de servicio generó indignación en redes.

 ¿Por qué no es un chiste, sino un ejemplo de violencia simbólica que banaliza los femicidios?

Un video perturbador disfrazado de humor

Un video viral desató indignación en redes sociales: un grupo de hombres simula el secuestro de una mujer, la mete a la fuerza en una bolsa negra y la arrastra por el piso de una estación de servicio. La escena es perturbadora, violenta y cruel.

Lejos de ser una broma inocente, fue presentada como una acción de marketing "creativa". Cuando el repudio masivo estalló, la agencia responsable pidió disculpas, alegando que la intención era generar un "humor positivo". Pero, ¿cómo puede considerarse humor la representación de un delito que miles de mujeres sufren a diario?

Cuando el humor se convierte en apología de la violencia de género

Desde la criminología, este tipo de contenidos son un claro ejemplo de violencia simbólica que alimenta la violencia real. Al trivializar secuestros y desapariciones, se borra la línea entre lo aceptable y lo criminal.

En un país donde los femicidios ocurren en promedio cada 29 horas, presentar la agresión a una mujer como un chiste es un acto de extrema irresponsabilidad. Este tipo de mensajes le dicen a la audiencia, en especial a los más jóvenes, que el miedo y el sufrimiento de las víctimas pueden ser motivo de burla. El resultado: se naturaliza lo abominable y se erosiona la empatía social.

El humor misógino disfrazado de marketing

La defensa de la agencia, y de quienes la justificaron en redes, se basó en un argumento ya conocido: la crítica proviene de una "generación de cristal" que "se ofende por todo". Pero esta etiqueta funciona como cortina de humo para evadir la verdadera responsabilidad.

No se trata de hipersensibilidad: se trata de conciencia crítica frente a la violencia. El contenido no fue ofensivo, fue directamente misógino. No podemos permitir que el miedo de las mujeres a desaparecer o ser violentadas sea considerado un tema de "humor". Ese debate debería estar cerrado hace tiempo.

Responsabilidad social ante el humor que banaliza la violencia

El repudio al video fue necesario, pero insuficiente. La lección que deja va más allá de una estación de servicio o de una agencia de marketing: interpela a toda la sociedad.

Los profesionales de la comunicación, los líderes de opinión y los ciudadanos tenemos un deber ético: entender el poder de nuestras palabras e imágenes. Cada vez que consumimos o compartimos contenido que minimiza la violencia de género, contribuimos a un entorno cultural que la valida.

La verdadera evolución social no es reírse de todo, sino saber dónde están los límites que nunca debemos cruzar.

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