Alberto Fernández y lo que huele a podrido en la Casa Rosada

La colaboradora de Memo escribió hace dos años "El presidente que no quiso ser. Traiciones, vicios y secretos del último presidente peronista". Asegura que no la impulsó el relato de lo escabroso sino exponer sus dudas en torno a las capacidades intelectuales y morales de Alberto Fernández para ejercer el cargo. Hoy, en conferencia de prensa, Manuel Adorni dijo que "se utilizó a la mujer para crear empleo público".

Silvia Mercado
Periodista acreditada en Casa Rosada

 Algo huele mal en Dinamarca. Más bien, a podrido. La tragedia del fantasma del asesinado rey Hamlet, que le pide a su hijo que vengue su muerte, es una exhibición de la corrupción moral, el espanto, la locura: el fin. Algo de eso vivió la Argentina con la llegada de Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández, integrantes de la mesa chica del poder conformada con la llegada de Néstor Kirchner, muerto una noche en su dormitorio de El Calafate y en dudosas circunstancias. Ese triángulo, integrado a partir de 2019 por el fantasma de Néstor, una Cristina que se había transformado en líder y un Alberto que llegó a la Presidencia sin buscarlo, solo podía tener destino de tragedia.

Que la sociedad no haya querido verlo, que franjas mayoritarias de la población creyeran posible la restauración del paraíso en la tierra de los sueños kirchneristas, fue -apenas- otra estación de la historia argentina, afecta como pocas a los relatos fantasiosos, a los cuentos edulcorados de una realidad tóxica, que necesita creer en santos o santas salvadores que vienen del más allá para redimir nuestros males y hacer realidad el Paraíso en esta Tierra, donde Dios se posó para darnos todo.

La mesa chica kirchnerista no es una enfermedad, es nuestra enfermedad. Somos el kirchnerismo y su vocación de poder total bajo el amparo de la caja infinita del Estado, padre protector de los más profundos sentimientos adolescentes de esta Patria que muy pocas veces se hizo cargo de sus límites.

Leé un fragmento del libro "El presidente que no quiso ser"

Y cuando la realidad irrumpió, la sorpresa. Porque resulta que nadie sabía nada.

Hace exactamente dos años publiqué un libro, "El Presidente que no quiso ser. Traiciones, vicios y secretos del último presidente peronista". Los abogados de Editorial Planeta, donde publico mis libros hace más de una década, me recomendaron que eliminara los capítulos escabrosos de los "vicios". Tuvieron razón. La información yo la tenía por chats de Fabiola Yañez a una amiga y entrevistas realizadas por Santiago Sautel a personajes oscuros de la vida política de los medios. El trabajo que hizo el colega fue impecable, pero casi nada de lo que él trabajó apareció en el libro. Su mujer, Rosario Castagnet, conocía esa autocensura que hubo en el libro y me sugirió volver sobre el tema en una entrevista que me realizó a la mañana siguiente de la nota que realizó para el diario Clarín el gran periodista Claudio Savoia.

Antes del consejo de los abogados de la editorial, yo había decidido eliminar información que tenía sobre el niño Francisco. No era relevante para definir al personaje, como tampoco los vicios. Alcanzaba con mencionar algunos episodios, comentarios.

Lo valioso era saber, como estaba demostrado en el libro, que Fernández quería pasar como un funcionario honesto, cuando desde la década del 90 se conocía fehacientemente a través de información rigurosa que había estafado al Estado a través de empresas aseguradoras que actuaban de testaferros, que no tenía ninguna ideología, sino la que fuera conveniente para cada momento, que carecía de toda moral y -por si fuera poco- que tenía un vínculo previo con Cristina, que con los años se fue transformando hasta la dependencia enfermiza mutua.

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No pretendía con el libro avanzar sobre aspectos escabrosos. Escribí en el epílogo que titulé "¿El último presidente peronista?" que "buscamos ponderar una sucesión de hechos del presente y el pasado, que sirvan para pensar qué puede esperarse hacia adelante en la Argentina. Quisimos detenernos en algunos detalles que reflejan la personalidad de quien llegó a un lugar que no esperaba y sin realizar ningún esfuerzo. Comparamos quién era Alberto Fernández antes de 2019 y ahora, para mostrar parecidos y diferencias. Quizás, la próxima, podamos ir a las urnas con mayor racionalidad y menos emoción, o con una emoción no irracional. El país que está a la altura de nuestros sueños, existe. Pero todavía podemos hundirnos para siempre".

A ocho meses del nuevo gobierno, el que preside Javier Milei, una decadente exhibición de videos y fotografías inunda el prime time de la televisión. Es muy difícil que la conversación pública transcurra por otras vías que no sean las de la vida farandulesca que tuvo el expresidente en sus madrugadas en la Residencia de Olivos, que ahora vemos que también se extendió al mismísimo despacho presidencial de la Casa Rosada, donde está el histórico Sillón de Rivadavia, que no fue de Rivadavia sino de Julio Argentino Roca, y está decorado con la técnica dorado a la hoja, con lámina de oro.

No sé de qué sirve esta ostentación de mal gusto junto a (supuestas) pruebas de los golpes que sufrió una mujer. Si yo hubiera sido golpeada por un hombre, no me gustaría que mis fotos se exhiban así, en público, contrariando todas las políticas de protección a la víctima de femicidio. Y claro que no dudo que Fabiola fue golpeada. No sé de qué forma, pero está muy claro que golpeada.

Si en el Estado estas políticas estuvieran vigentes, los medios de comunicación serían sancionados. Aunque nadie dijo que no estaban vigentes, solamente no se cumplen. ¿Por qué? Justamente porque el gobierno del expresidente denigró la lucha contra la violencia de género generando presupuesto, ministerio y cargos para impulsar absurdos cambios idiomáticos entre tantas barbaridades. Ahora, entonces, la sociedad habilita que la principal política de violencia de género sea autorizar la denigración de una mujer golpeada y de otra mujer, ¿enamorada?

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En Casa Rosada, el vocero presidencial hoy dijo en conferencia de prensa que "nos trataban de misóginos, de fachos, que si llegábamos al poder lo íbamos a destruir todo, y la verdad es que parece que se equivocaron". Pidió que "esto no quede en la nada, que se haga justicia". Y expresó que "cualquier persona que se dirija con violencia hacia otra persona, y en tanto se demuestre un acto de violencia, por supueto que tiene que ir preso". En este caso, lo hizo ante una consulta de un periodista sobre declaraciones del ministro de Defensa, Luis Petri, quien aseguró que Alberto Fernández tiene que ir preso.

El Gobierno de LLA también hace uso de la violencia y el acoso digital a traves de las redes sociales, pero obviamente no quieren reconocerlo. Anoche mismo, importantes funcionarios alimentaban el morbo de sus fanáticos con fotos del ascensor de la Casa Rosada, como dando a entender que se venía otro video, filmado ahí. Adorni, sin embargo, expuso una verdad al poner de relieve "los millones y millones de dólares" gastados en políticas de género a través de medidas como la creación del Ministerio de las Mujeres. "Se utilizó la mujer para crear empleo público", agregó.

Son tiempos difíciles. No sé por qué necesitamos, como sociedad, ser testigos de la inmundicia. Algo está muy podrido y parece que nos gusta olerlo.



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