Laprida: voz de la libertad, víctima de la discordia

Se cumplen 196 años del fallecimiento de Francisco Narciso Laprida en la Batalla del Pilar. Lo cuenta Fabiana Mastrangelo en esta nota.

Fabiana Mastrángelo
Mg. Fabiana Mastrangelo, historiadora.

El 22 de septiembre de 1829, Mendoza fue escenario de uno de los episodios más dramáticos de su historia. En las tierras donde hoy se extiende el barrio Batalla del Pilar, en Godoy Cruz, se libró una contienda que no solo marcaría el destino de la provincia, sino que sellaría el trágico final de Francisco Narciso Laprida.

Presidente del Congreso de Tucumán y diputado por San Juan en aquel glorioso 9 de julio de 1816, Laprida fue quien pronunció la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Su voz, firme y decidida, resonó como el eco de una nación que nacía. José de San Martín, por esos días gobernador intendente de Cuyo había confiado en los diputados cuyanos para acelerar la declaración de independencia. La urgencia era clara: iniciar la Gesta Emancipadora en enero de 1817. Laprida cumplió con ese mandato

Pero trece años más tarde, el destino se torcería en el fragor de una guerra civil entre unitarios y federales. La Batalla del Pilar -llamada así por una antigua columna colonial que dividía las aguas del Canal Zanjón- se convirtió en su tumba.

El país que ayudó a fundar se debatía, en 1829, en luchas fratricidas, desgarrado por pasiones políticas que, como escribió Damián Hudson, ofrecían "el ominoso, el degradante espectáculo de la ferocidad con que se desencadenan las pasiones en las guerras civiles".

La batalla fue cruel. Decenas de prisioneros fueron ejecutados en los días posteriores. Aunque el triunfo quedó en manos del bando federal, nadie ganó en esa contienda. Mendoza quedó sumida en una profunda crisis política, económica y social. El Pilar, testigo silente de aquel enfrentamiento, se convirtió en símbolo de memoria y dolor.

El ritual de recordar: Laprida en la memoria colectiva

Registros de la década de 1930 dan cuenta de que la comunidad mendocina comenzó a rendir homenaje a Laprida. Las escuelas de Godoy Cruz organizaban peregrinaciones al sitio de la batalla. Vecinos, autoridades, docentes y alumnos marchaban con guardapolvos blancos, banderas nacionales y ramos de flores. Fotos de la Escuela Guillermo Rawson -la más antigua del departamento- muestran a los niños depositando sus ofrendas florales a Laprida al pie del Pilar, rodeados de frondosa vegetación y solemnidad.

En la década siguiente, la conmemoración alcanzó un nuevo esplendor. Participaron varias escuelas, el intendente municipal, el presidente del Concejo Deliberante, representantes de la Dirección General de Escuelas, la Guarnición Militar Mendoza y ex alumnos de la escuela Sarmiento de San Juan. La prensa local cubrió el evento, reconociendo la fuerza de una comunidad que se reunía para recordar.

El barrio y la escultura: símbolos que resisten

Alumnos y autoridades de la Escuela Rawson, de Godoy Cruz, rinden homenaje a Francisco N. Laprida en el Pilar, 22 de septiembre de 1936.

Alumnos y autoridades de la Escuela Rawson, de Godoy Cruz, rinden homenaje a Francisco N. Laprida en el Pilar, 22 de septiembre de 1936.

Aunque el antiguo Pilar fue arrastrado por una crecida del Zanjón, su memoria permanece viva en el nombre del barrio que lo evoca.

Años más tarde, el 22 de septiembre de 1956 -exactamente 127 años después de la muerte de Francisco Narciso Laprida- el diario La Tarde anunciaba la inauguración de un busto en su honor, donado por los Rotary clubes de San Juan, y con la presencia de autoridades de las provincias de Cuyo. Aquella obra fue más que un homenaje: representó el gesto concreto de una comunidad que se negaba a olvidar.

El compromiso vecinal también dejó su huella. Hacia la segunda década del siglo XXI, el busto desapareció del espacio público, no por abandono, sino porque los propios residentes lo habían resguardado del vandalismo. Gracias a esa acción silenciosa y protectora, la gestión municipal pudo recuperarlo, restaurarlo y reinstalarlo definitivamente en el marco de las celebraciones por el Bicentenario de la Independencia Argentina, el 9 de julio de 2016 en el que nuevamente las autoridades locales fueron acompañadas por las de San Juan.

La historia se conserva no solo en mármol y piedra, sino también en símbolos y en la voluntad de un pueblo que decide recordar y valorar su patrimonio tangible e intangible.

Recuperar la costumbre ciudadana de conmemorar cada 22 de septiembre es una forma de regar nuestras raíces. Nos recuerda que la división entre argentinos nunca ha sido una buena experiencia. Honrar a Laprida es también honrar la unidad, la memoria y el compromiso con una historia que nos pertenece a todos.

Fuentes y bibliografía: Diarios de 1937, 1941 y 1956; Archivo Fotográfico Escuela Rawson; Hudson, Damián, Recuerdos históricos sobre la Provincia de Cuyo, EDIUNC, 2008; Mastrangelo, F. (2016). Godoy Cruz, una historia. Recuperación de datos hemerográficos por José Muñoz.


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