Del estallido social al giro conservador: las claves del voto chileno

El politólogo y periodista Rodrigo Pérez de Arce analizó en Radio Post las razones de la derrota del oficialismo, el desgaste del ciclo iniciado tras 2019, el fracaso del proceso constituyente y cómo la seguridad, la economía y la migración reordenaron el mapa político en Chile.

A pesar de las llamas

El contundente triunfo de José Antonio Kast en el balotaje presidencial chileno no fue un hecho inesperado. Para el politólogo y periodista de El País de Chile, Rodrigo Pérez de Arce, el resultado confirmó una tendencia que las encuestas venían anticipando desde antes de la primera vuelta y selló el desgaste profundo del oficialismo encabezado por Gabriel Boric.

"No hubo sorpresa para nada. Las encuestas, incluso desde antes de la primera vuelta, predecían escenarios desfavorables al oficialismo. Prácticamente cualquier candidato le ganaba a Jeannette Jara", explicó en el programa "A pesar de las llamas" por Radio Post. El margen final -cercano al 60% contra 40%- tampoco alteró ese diagnóstico.

Según Pérez de Arce, la derrota no puede leerse solo como un cambio coyuntural, sino como parte de un fenómeno más amplio. "Las continuidades en general les van mal, no solo en Chile sino en América Latina", sostuvo, aunque aclaró que se trata de procesos distintos y no necesariamente comparables entre sí.

En el caso chileno, el analista identificó errores propios del oficialismo. "Fue una candidatura con bastante desorden interno", afirmó, y citó dos episodios clave: el desconocimiento público de la candidata sobre la propuesta de nacionalizar el cobre y las dudas expresadas por su propio asesor económico respecto del ingreso vital universal, una de las promesas emblemáticas de campaña.

A ese desorden se sumó el origen político de Jara. "Venir del Partido Comunista es un problema en Chile, es un partido con mala prensa", señaló, y agregó que la candidata "no tenía credibilidad en los temas que dominaron la elección: crecimiento económico y seguridad".

El estallido social y una lectura fallida

Para Pérez de Arce, uno de los errores estructurales de la izquierda chilena fue la interpretación del estallido social de 2019. "Hubo una sobrelectura de lo que significaba. Se pensó que el modelo neoliberal había caído por completo y que todo lo construido en los últimos 30 años quedaba desechado", explicó.

Sin embargo, ese clima social resultó "mucho más ambiguo" de lo que se creyó inicialmente. "Hubo sectores de la izquierda que fueron condescendientes con la violencia y, cuando empezó a crecer la inseguridad, esa actitud quedó completamente fuera de lugar", sostuvo. Ese cambio en la percepción social terminó golpeando de lleno al gobierno.

El fracaso constitucional y un gobierno debilitado

Otro punto clave fue el proceso constituyente. "La izquierda obtuvo una mayoría amplísima en la Convención, pero el resultado fue muy malo", recordó. Boric, además, decidió atar su destino político al plebiscito constitucional. "Ese plebiscito se pierde por una mayoría aplastante y el gobierno queda liquidado en sus términos originales a los seis meses de iniciado", explicó.

Desde entonces, describió, el Ejecutivo quedó reducido a "administrar su desventaja", sin lograr recomponer capital político ni revertir el malestar social.

Minería, cobre y litio: un error no forzado del oficialismo

Aunque no fue el eje central de la campaña, la minería -y en particular el cobre- apareció como un factor de desgaste para la candidatura oficialista. Pérez de Arce recordó que Jeannette Jara incluyó en su programa de primarias la nacionalización total del cobre y del litio.

"Jara propuso nacionalizar toda la industria del cobre, pero después tuvo que desdecirse y, peor aún, desconocía su propio programa en ese aspecto", afirmó. Ese paso en falso, añadió, "la dejó muy mal parada", incluso en un tema que no estaba en el centro de la discusión electoral.

El politólogo explicó que Chile funciona desde hace décadas bajo un esquema mixto. "Está Codelco, que es la mayor productora de cobre del mundo, pero convive con empresas privadas internacionales como Anglo American, BHP o Rio Tinto", detalló. A eso se suma "un royalty minero muy importante que hace que entre mucho dinero por esa vía".

En el caso del litio, señaló que el país avanzó hacia "un sistema de contratos especiales entre el Estado y los privados", aún en plena implementación. En ese contexto, la propuesta de nacionalización total apareció como disruptiva y poco realista para amplios sectores del electorado.

Más sensible aún es el debate ambiental. "En Chile se discute mucho la ‘permisología', es decir, la enorme cantidad de trámites que se requieren no solo en términos ambientales, sino también en relación con comunidades indígenas y el impacto territorial", explicó. Todas las candidaturas coincidieron en la necesidad de "simplificar las declaraciones de impacto ambiental".

Como ejemplo, citó un caso reciente: "Hace un par de semanas se detuvo la construcción de un mall de Cencosud en Santiago por criterios de mitigación ambiental y vial", un episodio que reavivó el debate sobre el equilibrio entre inversión, regulación y crecimiento.

Migración e inseguridad: el eje decisivo del giro conservador

Si hubo un tema claramente determinante en el resultado electoral, fue la migración asociada a la inseguridad. Pérez de Arce fue contundente: "Ese fue uno de los mensajes más fuertes del discurso de Kast y una de las bases de su triunfo".

El fenómeno migratorio impactó con fuerza en un país de baja población y alta concentración urbana. "Chile tiene pocos habitantes y Santiago es una ciudad muy densamente poblada en algunos sectores. El choque cultural era inevitable y se produjo en muy poco tiempo", explicó.

Según los últimos datos censales, los principales grupos migrantes provienen de Venezuela y Colombia, aunque la composición varía según la región. El problema, subrayó, no es solo demográfico. "Junto con la oleada migratoria, lamentablemente llegaron organizaciones criminales", señaló, en referencia al Tren de Aragua y otras redes del crimen organizado.

El analista aclaró que "por supuesto no todos los migrantes son delincuentes ni buscan montar organizaciones criminales", pero reconoció que la presencia de estas bandas "instaló una asociación muy fuerte, en el discurso popular, entre inmigración y aumento de la criminalidad".

Ese vínculo fue clave en el cambio de clima social. "La percepción respecto de los inmigrantes se volvió muy negativa, tanto por el aspecto cultural como por la asociación con mayores índices de violencia", sostuvo. En ese escenario, la promesa de orden, control fronterizo y endurecimiento migratorio funcionó como un catalizador del voto conservador.

Un gobierno con límites y continuidad institucional

De cara al nuevo ciclo, Pérez de Arce anticipa menos rupturas de las que sugiere el discurso de campaña. "El gobierno de Kast no va a ser tan disruptivo como parece", advirtió, principalmente porque no tendrá mayorías en el Congreso. "El poder del presidente es grande, pero está bastante restringido", explicó.

Kast, además, adelantó que buscará integrar a sectores de la centro-derecha y a parte de la centro-izquierda histórica. Para el analista, eso garantiza continuidad institucional, aunque también "le va a introducir presión desde su propio electorado, que espera un tranco más decidido y una confrontación cultural más dura".

Así, Chile inicia un nuevo capítulo político: no como un salto al vacío, sino como el cierre de un ciclo iniciado tras el estallido social, marcado por expectativas desbordadas, promesas incumplidas y un electorado que optó por el orden, aun a costa de tensiones futuras.


Esta nota habla de: