Quién es y qué escribe la diputada poeta

De Villa Atuel al recinto legislativo: La poesía como raíz y compromiso de Gisela Valdez Jaliff.

Marcela Muñoz Pan

Gisela Valdez Jaliff, "La Gise", como la conocemos, nació en San Rafael, Mendoza, y su vida está marcada por un regreso permanente a Villa Atuel, el pueblo que la vio crecer. Ese territorio de vides y olivares, que supo ser en los años 70 y 80 uno de los paños vitivinícolas más extensos del mundo, modeló una comunidad de inmigrantes, trabajadores, artistas populares, maestros rurales y familias enteras que hicieron de la vida compartida un modo de identidad. Ese esplendor luego sufrió quiebras empresariales, éxodos y silencios, pero sus huellas permanecen vivas en quienes se fueron y en quienes se quedaron. A ese lugar, a su geografía emocional y a sus personajes entrañables, la autora homenajea en "El sueño de la chicharra", su primer libro que muy pronto podremos disfrutar, aunque viene escribiendo desde hace décadas como ejercicio íntimo y refugio espiritual.

Desde la niñez, se acercó al mundo poético a través de la recitación y el arte escénico. Se formó en teatro con grandes maestros, enseñó, creó su propia escuela, dirigió el Centro de Congresos "Alfredo Bufano" dándole una impronta de innovación y posicionamiento en el turismo de eventos y reuniones, desarrolló proyectos turísticos y también transitó la política, siempre desde la vocación social y sensible que la identifica. Su obra nace de esa mezcla: territorio, memoria, oficio artístico y compromiso con lo colectivo. Y les confieso que son esas mujeres de la política que no te piden un libro, lo compran y cuando le he pedido un favor, como fue en una oportunidad que recitara conmigo en la presentación de un libro, sin titubeos dijo sí. Estas actitudes, buenas actitudes, no tienen precio. Al final de un día duro, como ella misma dice, tener un libro de poesía en la mesa de luz es una forma de descanso y salvación. La poesía acomoda lo que duele, enciende luz en lo que se opaca, despeja el ruido muerto. La poesía salva.

La figura de Gisela Valdez Jaliff nos invita a preguntarnos: ¿Qué pasaría si la política estuviera más involucrada con lo poético? La poesía, en su esencia, es sensibilidad, memoria, empatía y la capacidad de nombrar aquello que duele o engrandece el espíritu humano. Si estos valores se integraran en la práctica política, el panorama social y gubernamental podría transformarse de varias maneras fundamentales: Un político o política, con sensibilidad poética (como Gisela, que transita la política desde una "vocación social y sensible") no solo vería estadísticas, sino que sentiría el peso humano detrás de cada número. 

Utilizaría el lenguaje no para dividir o manipular, sino para unir, inspirar y movilizar cambios en la empatía real con el otro, en el dolor o la ausencia de los que más necesitan, reconociendo y validando el sufrimiento de los ciudadanos y no caer en discursos líquidos, que se los lleva el agua. Muchos políticos hablan y hablan como ríos muertos que recorren su propia órbita, tal vez comprenderían que la emocionalidad es tan importante como el PBI. También si ustedes prestan atención todos repiten y repiten lo mismo, apropiándose de un lenguaje anodino, vacío y que ya no queremos escuchar. Tal vez Gisela viene a proponer un camino más largo, pero más profundo y real.

Quién es y qué escribe la diputada poeta

Por todo esto, hoy, esa salvación toma forma en "El sueño de la chicharra", una cosecha de poemas organizada en dos movimientos que dialogan entre sí. La primera parte, "Desde la raíz", nace del pueblo y la memoria viva: la infancia, la genealogía afectiva, los ritos rurales, los personajes que permanecen en el relato comunitario. La segunda, "Hasta el vuelo", abandona la biografía colectiva y se vuelve íntima: la duda, el cuerpo, el amor, la adultez, la identidad.

De ambas zonas, compartimos un adelanto. Porque este libro no sólo narra un origen: también ofrece un regreso, un vuelo y un lugar donde volver a habitar el mundo. La Chicharra nos anuncia temporadas de lluvias, es nuestro indicador natural del cambio de estación, simboliza el renacimiento, transformación y eternidad, yo creo que Gisela es como la chicharra, trae siempre un poema que recita donde quiera que esté anunciando cosas buenas, transformando un día cotidiano en un día poético. Les comparto un par de sus poemas.

Pueblo

Quiero escribir un poema que hable sobre mi pueblo y le doy al corazón. Pase libre para hacerlo.

Que abra surco la memoria Y que narre la emoción. Quien se engendró en esta patria Da a mis palabras razón.

Es que hay un sentimiento que no conoce fronteras, y lo sabe el inmigrante que se afincó en esta tierra.

Al calor del conventillo llegaban lenguas extrañas, vino, mate y desarraigo compartido en la Patriada.

Y allí Bernardino Izuelpala en mano la peleó

 Cómo vasco testarudo al desierto le ganó.

Sacó agua en medanales, canales trajeron vida. Al sueño de hacer un pueblo los Arizu plantan viñas.

Goyenechea y Bilbao, bodegas y escuelas hacen. Forjan juntos la esperanzade una comarca que nace.

Y así se funda este suelo hecho de vino y nostalgia. Sembrado de sangre y tiempo. De abrazo largo y tonada.

Hojeando un poco la historia 

Escucho un grito del CAVAY vuela el Rulo Dal Dosso perpetuando una atajada.

Cae la noche entre chicharras Y las guitarras se encienden

Los troperos del Atuel, Maroa, el Chivato Fuentes.

Es Panconi con su arpa. Toca el Negro Bilurón. El Coco Fernández suma cuerda y trago a la canción.

Famoso bar del Petiso, santuario de la memoria

Carambola truco apuestas. En cada vaso una historia

En su bicicleta mágica Juarito toca bocina, inventa historias de guerra que a los niños alucina.

Ahí va el Ernesto Mancilla los niños siempre le gritan.

Él juega a que los asusta. Todos saben que es mentira.

Coloridos personaje los bufones de la infancia. Mitos vivos de los duendesque ganaron la confianza.

Doradas horas de verano. El sol pausaba la siesta. Profugadores del sueño la libertad era fiesta.

Un horizonte sin rejas corre entre risas descalzas. Canal como vena abierta túnel de sauce sus ramas.

Villa Atuel es un caballo al que todos nos montamos. A veces lanza al galope de fuerza va desbordado.

Otras, apenas que trota. Se lo ve triste y cansado.

Como que pesa en su lomo las derrotas del pasado.

Alguna vez se detiene, parece que va a caer. Pero sin soltar la rienda se acaricia y vuelve a ser.

Corcel de sueños eternos. De vida plena y familia. Es de todos y no es de nadie, parte de la vida misma.

En este rincón del mundo cabalgando la memoria 

Entre vides y olivares, un pedazo de la historia.


Anatomía Compartida

Hay un poema guardadoentre el iris y la córnea,que puja por ver el solcuando la luz se hace sombra.

Hay un poema guardadoentre las cuerdas vocales,donde danzan las palabrasque amordazan ideales.

Hay un poema guardadocardio músculo en la sangre,latiendo de amor en prosasque pulsan por encontrarme.

Hay un poema guardadoapretado en la garganta,de rimas encarceladasque liberas cuando cantas.

Hay un poema guardadoen la planta de tus pies,que quiere escapar corriendosin que lo pises después.

Hay un poema guardadoentre el pliegue de la ingle,se humedece al caer la tardepara decir cosas simples.

Hay un poema guardadoentre las fosas nasales;si inspiras profundo, tragas,si expiras, la pena sale.

Hay un poema que guardasen el eje de tu ombligo,quiere dejar de ser tuyopara poder ser tuyo y mío.



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