El edificio "Buci" tiene nuevo dueño

Tras décadas de abandono y un pasado marcado por proyectos truncos, tragedias y ocupaciones, el inmueble de Necochea 230 fue adquirido por el contador e inversor Luis Facundo Alba por 466.500 dólares. El predio tiene potencial para construir hasta 16 pisos.

Después de años de abandono, intentos fallidos de proyectos oficiales y un historial que lo convirtió en símbolo del deterioro urbano en pleno microcentro de Mendoza, el edificio de calle Necochea 230 tiene finalmente nuevo dueño. El Gobierno nacional oficializó la venta a través de una subasta pública organizada por la Agencia de Administración de Bienes del Estado (Aabe), que terminó con la adjudicación del inmueble al contador Luis Facundo Alba, por un total de 466.500 dólares.

Ubicado a escasos metros de Plaza San Martín, el edificio había comenzado a construirse en los años 80 como futura sede de la Caja Nacional de Ahorro y Seguros, pero quedó inconcluso tras la privatización del organismo en 1994. Desde entonces, el "Buci" -nombre erróneo atribuido por la creencia popular de que allí se instalaría una sucursal bancaria- se convirtió en un refugio informal, escenario de accidentes fatales y promesas incumplidas de reconversión.

La operación, que inicialmente había sido programada para diciembre de 2023, fue postergada por falta de oferentes y reactivada en febrero con una rebaja del precio base. Si bien hubo cinco interesados, sólo Alba -socio en múltiples emprendimientos del empresario Agustín Vila, vinculado al Grupo América- presentó una oferta. Ahora, con la adjudicación confirmada por resolución oficial, el futuro del terreno vuelve a estar en manos del sector privado.

La propiedad tiene una superficie de 1.172,65 metros cuadrados y cuenta con autorización para construir hasta 48 metros de altura, lo que habilitaría un edificio de unos 16 pisos. Aunque no se ha anunciado oficialmente un nuevo proyecto, la ubicación estratégica del predio y los antecedentes del comprador en desarrollos inmobiliarios sugieren que podría tratarse de un emprendimiento de gran envergadura.

Mientras tanto, el muro publicitario que rodea la estructura tapiada seguirá cubriendo por ahora un esqueleto de cemento, hierros retorcidos y escombros, que durante años representó una herida abierta en el paisaje urbano de la Ciudad de Mendoza. Su venta abre, al menos en el plano simbólico, la puerta a una posible recuperación de un espacio largamente postergado.


Editó: Carina Pérez

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