Una fiesta que entró por la ventana y, de pronto, nos sumergió en un mundo de color naranja y negro, con gente fingiendo ser zombis. Un espanto cuyo parecido con la realidad es pura coincidencia.
Gabriella Beaumont-Smith dice que gracias a la globalización, el chocolate forma parte de la cultura estadounidense, no sólo como moneda de cambio en Halloween, sino también como regalo en ocasiones especiales e incluso como estimulante diario.