El fenómeno Bullrich, más allá del encandilamiento por los fuegos artificiales de Milei
Bullrich fue protagonista de un fenómeno electoral al vencer a la estructura partidaria propia que encabezaba Horacio Rodróguez Larreta, desde el llano, y vencerla.
Hay que darse cuenta que nos estamos acostumbrando a amar u odiar, sin términos medios y con escasa capacidad analítica, a los protagonistas de cada cuestión trascendente, se trate de políticos, artistas o cualquier otro personaje relevante. De tal modo, solo se admiten los fanatismos y un análisis de factores positivos en torno a un referente puede ser entendido por sus haters como "propaganda" a su favor. Es una situación difícil para la siempre importante tarea de buscar lo más cercano a la verdad.
Un caso que merece una observación más puntual es la de lo sucedido electoralmente con Patricia Bullrich, la candidata presidencial de Juntos por el Cambio. Concretamente, debe recordarse que su aspiración presidencial nació cuando desde la mayoría de su partido, el PRO, le negaron ser candidata a diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires. Fue cuando Horacio Rodríguez Larreta la "planchó" y le dio esa oportunidad de acceder a una banca a la exgobernadora María Eugenia Vidal.
Bullrich se quedó totalmente en el llano y empezó a recorrer el país. Se enganchó en los "banderazos" y sin miramientos, empezó a tejer una primera red de contención de apoyos y de convencimiento de dirigentes.
Tal vez el golpe de efecto más fuerte sucedió cuando un policía se le cuadró a en un paseo por la zona céntrica de Mar del Plata y la imagen se volvió viral, a modo de interpretación de un respeto por el rol en el ejercicio de su último cargo como ministra de Seguridad.
No fue mucho después que apareció en Mendoza, invitada, en principio, por sectores informales de la política, como sus amigas de 30 años antes que fundaron el primer partido propio de Bullrich, Unión por Todos, una de las patas que dio nacimiento después al PRO. Aquí se desmadró: venía a dos o tres reuniones, aun con el rechazo del oficialismo macrista local, en manos por entonces de Omar De Marchi, y le pidieron más de 10 encuentros, muchos de ellos con exuniformados de diversas fuerzas. Se vio superada por la situación, pero fue a todos los encuentros. Empezó a darse cuenta de un capital latente del que no habían tomado nota ni siquiera en su partido.
Bullrich empezó la primera de cuatro vueltas por todo el país, en donde con más o menos fuerza se fue generando una espontaneidad similar a la de Mendoza.Todo ello, teniendo en frente nada menos que al jefe de Gobierno porteño. Larreta pretendió aplastarla con recursos en todo el territorio nacional promocionando a la Ciudad de Buenos Aires y consiguiendo así "amigos" ocasionales.
El gobernante de la capital argentina se mostró siempre imparable, invencible. De hecho, cuando la candidatura de Bullrich dejó de ser una ilusión para formalizarse, Larreta sumó tras de sí a casi todo el establishment partidario y no pudo hacerlo con el gobernador cordobés, Juan Schiaretti. Allí estaban Miguel Pichetto, Elisa Carrió, José Luis Espert, María Eugenia Vidal, Facundo Manes, Martín Lousteau, Maximiliano Pullaro, Cynthia Hotton, Waldo Wolff, entre otros. Bullrich les ganó a todos, con el mendocino Luis Petri como compañero de fórmula y el apoyo de Alfredo Cornejo.
Fue cuando desde sectores cercanos a Bullrich recordaron y enarbolaron un hecho histórico para ponerlo como análogo de la disputa entre ella y Larreta: el de la interna peronista entre Carlos Menem y Antonio Cafiero. Este último, en la historia, arrancó su camino a la presidencia en forma análoga a Larreta: con todo de su lado, como poder, dinero, respaldos, grandes figuras y hasta el radicalismo de Raúl Alfonsín en el final de su mandato que lo veía como "la sucesión lógica" por ser el abanderado de la "renovación peronista".
La mendocina que se acercó a Bullrich hace 20 años y hoy es candidata junto a ella
Pero desde los llanos riojanos un patilludo avanzaba en silencio y a caballo, en principio, antes de subirse al "Menemóvil", y recorrió en silencio el país. La historia está allí: Menem aplastó a Cafiero, en forma imprevista y no calculada por los analistas, quien quedó solo para ocupar cargos honoríficos (y aportarle hijos y nietos a la estructura del Estado).
Bullrich representa un fenómeno espontáneo, difícil de valorar cuando hay otros dos fenómenos, además, explotando a su alrededor, como son los fuegos artificiales que provoca Javier Milei, el expanelista económico de la TV que logró representar a la masa descontenta de la política y arrasó en todo el país en las Primarias (PASO) y Sergio Massa, el refugio de todos los peronistas que creen que el Estado es de su propiedad y no conciben perder el gobierno o que sea asignado a otros referentes.
No debería desconocerse el surgimiento espontáneo de Bullrich como candidata, con una fuerza silenciosa latente en muchos protagonistas anónimos. Ni tampoco que, ante las ansias de cambiarlo todo, podría transformarse en "la Milei posible", aquella que lleve adelante un cambio político sin las idas y vueltas del anarcocapitalista y, probablemente, con mayor nivel de gobernabilidad.