Vandalismo en Potrerillos: ¿Por qué dañar nuestro patrimonio natural es un problema social?
El análisis del criminólogo Eduardo Muñoz tras el vandalismo verificado y filmado de turistas en Potrerillos.
Vandalismo en Potrerillos: un síntoma de una patología social
Hace pocos días, un video hirió la sensibilidad mendocina: un grupo de turistas adultos mayores vandalizaba con aerosol verde las centenarias rocas de un cerro en Potrerillos. Una de ellas estampó su nombre, como quien firma un delito a cielo abierto.
La indignación fue inmediata, un reflejo de que, pese a todo, aún nos duele lo nuestro. Pero este hecho, por más escandaloso que parezca, es solo la punta de un iceberg mucho más complejo.
Surge una pregunta inevitable: ¿qué motiva a alguien a dejar una marca destructiva en un espacio que pertenece a todos? ¿Es solo una cuestión de ego, o acaso refleja una patología social más profunda?
El impulso ancestral de marcar territorio y la anomia social
El deseo de "marcar territorio" es tan antiguo como la humanidad misma: desde las pinturas rupestres hasta la firma de un tratado. Sin embargo, en la era de la instantaneidad digital, ese anhelo se distorsiona en una necesidad urgente de validación inmediata.
La criminología cultural nos brinda una clave: este acto no es solo una muestra de ego, sino la expresión de anomia, esa ausencia de normas claras donde el individuo se siente por encima del bien común. Es la ley del más fuerte, o del más irresponsable, aplicada al paisaje.
Este vandalismo, que a simple vista puede parecer menor, es un síntoma visible de una desconexión peligrosa entre el individuo y su comunidad. El patrimonio, lejos de ser un tesoro colectivo, se convierte en un mero fondo para la autoafirmación. ¿Dónde falla nuestra educación cívica y conciencia colectiva para que el impulso destructivo prevalezca sobre el respeto? No se trata solo de malos modales; es la manifestación de un problema social profundo que merece un análisis más detenido.
Las cicatrices del ego: consecuencias sociales del vandalismo ambiental
Resulta irónico que quienes buscan la inmortalidad a través de un rayón en una piedra terminen condenados al escarnio público, su "huella" convertida en símbolo de infamia.
El daño físico en Potrerillos es evidente, pero sus consecuencias van mucho más allá.
Cada grafiti, cada daño al entorno, envía un mensaje poderoso: "Esto no me importa", "No es mío", "Soy impune". Ese mensaje constante erosiona la confianza social, fomenta la desidia y normaliza la agresión hacia lo público.
Más allá del castigo: sembrar una cultura de respeto y cuidado ambiental
El desafío real no solo consiste en identificar y sancionar a los responsables, lo cual es fundamental, sino en resignificar la manera en que buscamos trascender. ¿Por qué no buscar la huella invisible? Esa que dejamos en las personas, en nuestras acciones y en el compromiso colectivo por un bien mayor.
Cuidar nuestro patrimonio natural en Potrerillos, sus rocas y paisajes, no es una opción: es una obligación moral. No son meros escenarios para una selfie pasajera; son memoria viva, historia geológica y cultural de Mendoza y de Argentina. Debemos protegerlos con la misma pasión con la que la sociedad se indigna ante actos de vandalismo.