La cultura del proyecto en la misión de San Martín
La Magíster Fabiana Mastrangelo inaugura con esta nota un mes que es muy especial para los mendocinos y argentinos: el de José de San Martín.
San Martín cultivó en su vida y su obra la "cultura del proyecto" tal como lo señala Pedro Barcia en Ideario de San Martín (2015). Tuvo una planificación estratégica con misión, visión, valores, objetivos operativos y acciones delimitadas. Trabajó con empeño. Organizó un equipo bien armado y detallista. El Plan Continental que liberó a Argentina, Chile y Perú es un ejemplo acabado de su manera de proceder y de los valores humanos que dieron contenido a la obra.
Ese plan que pensó San Martín es un modelo a seguir. El Cruce de los Andes, con su ejército, no fue un acto de "coraje improvisado": fue el resultado de un diseño preciso. Por eso, San Martín representa esa idea de que los sueños sí se pueden cumplir, siempre que estén basados en ideas afincadas en la realidad, apoyadas por la comunidad y con una voluntad firme para hacer que las cosas sucedan.
Para los argentinos mirar lo que hizo San Martín es una ruta de aprendizaje. Nos muestra que el camino fácil, con poco esfuerzo y sin la cultura del trabajo, nos es la salida. El Plan Continental fue lo opuesto. Significó el triunfo del método y del trabajo en equipo. Existió un espíritu de sacrificio. El Libertador puso su misión por encima de sus intereses personales. Trascendió su salud y lo expresó: "Me he consagrado ardientemente a la causa de la revolución. Ni mi salud valetudinaria [enfermiza, débil], ni sacrificio alguno es capaz de arredrarme". Se alejó de su hogar y renunció a sus comodidades para cumplir con la misión libertadora. Rechazó obsequios como los 10.000 pesos en oro en Santiago, que donó para fundar la Biblioteca de Chile. Se bajó el sueldo, dijo que no a aumentos y premios, y nunca buscó honores.
Incluso, cuando podía disfrutar del reconocimiento, lo evitaba. Después del triunfo en Chacabuco, por ejemplo, entró a Buenos Aires de madrugada para que nadie lo reciba con arcos triunfales y declinó honores que quisieron tributarle. Lo mismo hizo luego de Maipú, y también cuando entró a Lima. Y lo más grande: después de Guayaquil, renunció al poder porque consideró que eso era necesario para el triunfo de la campaña libertadora.
Cuyo: territorio sanmartiniano
Aunque el 17 de agosto de 1850, día de su fallecimiento, es la fecha más recordada en las efemérides argentinas, agosto guarda muchas otras jornadas que marcaron la huella imborrable de San Martín.
Es oportuno mencionar fechas vinculadas a su residencia en Mendoza y que fueron esenciales para llevar adelante su obra. El 10 de agosto de 1814, San Martín fue nombrado Gobernador Intendente de Cuyo. Desde Mendoza, con visión estratégica y profunda humanidad, comenzó a delinear su obra: formar un ejército disciplinado, cruzar los Andes, liberar Chile y avanzar hasta Lima para consolidar la libertad del Perú. Todo esto, en medio de desafíos inimaginables, con recursos escasos y una comunidad decidida a darlo todo.
Juan Martín de Pueyrredón, como director supremo, apoyó firmemente este ambicioso plan. El 1 de agosto de 1816 se fundó oficialmente el Ejército de los Andes, con San Martín como General en Jefe. El mítico Campamento del Plumerillo se convirtió en un semillero de héroes, donde la organización y el trabajo colectivo lograron lo impensado.
Instalado con María de los Remedios Escalada, su esposa, desde 1814 en Mendzoa, San Martín forjó lazos profundos con la comunidad cuyana. El nacimiento de su hija Merceditas el 24 de agosto de 1816 selló aún más su vínculo personal con esta tierra.
Un dato puede ilustrar la obra realizada en el territorio cuyano: ocho meses antes del cruce de la cordillera, el Ejército de los Andes tenía 180 hombres sin la menor instrucción ni disciplina, y 220 Granaderos a Caballo. En enero de 1817, antes del cruce, el ejército contaba con casi 5000 hombres, número apenas inferior al del ejército absolutista con el que se proponía luchar.
Esa obra, no la hizo solo, contó con el apoyo de toda una comunidad que supo liderar. En una carta al director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, da cuenta de las virtudes cívicas del pueblo de Cuyo: "Admiro en efecto que un país de mediana población, sin erario público, sin comercio, ni grandes capitalistas, (...) haya podido elevar de su mismo seno un ejército de tres mil hombres, despojándose hasta de sus esclavos, únicos brazos para su agricultura, ocurrir a sus pagas y subsistencia, y a la de más de mil emigrados (...)En una palabra, las fortunas de los particulares casi son del público: la mayor parte del vecindario sólo piensa en prodigar sus bienes a la común conservación. (...) La América es libre... sus feroces rivales temblarán deslumbra dos al destello de virtudes tan sólidas", Mendoza, 21 de octubre de 1816.
San Martín no solo soñó la libertad argentina. Su visión abarcó a los pueblos sudamericanos como parte de una misma causa. Chile y Perú no fueron conquistas: fueron pasos hacia un ideal continental de hermandad, justicia y autodeterminación. Se basó en la cultura del proyecto con una sólida base axiológica que le permitió trascender miradas personales o intereses corporativos. Su legado no sólo se mide por sus victorias militares, sino por el sentido de misión y libertad que supo encender en los pueblos.