Rusia provoca a Japón con el envío de 3.000 soldados a las islas Kuriles
Tokio impuso sanciones a Moscú por la invasión del país vecino. Ambas naciones se disputan varias islas desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Rusia respondió a Japón con el inicio de maniobras militares en las islas Kuriles que Japón reclama desde hace décadas, días después de que Moscú se levantara de las conversaciones de paz con Tokio tras anunciar el país nipón sanciones contra el Kremlin por la invasión rusa a Ucrania. De esta manera, Vladimir Putin extiende la tensión diplomática y militar hacia el oriente, con un vecino que le derrotó amargamente en la guerra de 1905.
Este nuevo paso ruso genera más inestabilidad. El Distrito Militar del Este de Rusia de Moscú decidió esta sábado desplazar a más de 3.000 soldados y cientos de equipos militares a las islas Kuriles, según informa la agencia de noticias rusa Interfax.
No se ha difundido en qué parte exacta están las tropas rusas dentro de las Kuriles, que conectan la península rusa de Kamchatka y la isla principal más al norte de Japón, Hokkaido, donde se estaban llevando a cabo los entrenamientos. Los medios japoneses dicen que están en territorio que la Unión Soviética se apoderó al final de la Segunda Guerra Mundial y que es reclamado por Tokio.
La disputa territorial por los cuatro islotes -que Rusia dice que son parte de su cadena Kuril y que Japón llama sus Territorios del Norte- ha impedido que Tokio y Moscú lleguen a un tratado de paz que ponga fin formalmente a las hostilidades.
Japón reaccionó con enojo el martes después de que Rusia se retirara de las negociaciones del tratado de larga duración y congelara los proyectos económicos conjuntos relacionados con las islas, en represalia porque Japón se unió a las sanciones occidentales por la invasión de Moscú hace un mes.
Los ejercicios militares de Rusia se desarrollan en torno a la guerra anfibia, incluida la destrucción de aviones de defensa que transportan tropas. También tienen como objetivo probar habilidades para operar sistemas de control de fuego de misiles guiados antitanque, dijo Interfax.
"Además de esto, unidades de las Fuerzas de Defensa Aérea están realizando un conjunto de medidas para detectar, identificar y destruir aeronaves de un enemigo simulado que llevaría a cabo un asalto aerotransportado", indicó la agencia citando al servicio de prensa del Distrito.
Recorrido histórico de la disputa
Los japoneses emigraron a las islas del Norte en los siglos XVIII y XIX, incluidos los miembros de la comunidad aborigen Ainu de Hokkaido. En 1855, Rusia y Japón firmaron el Tratado de Shimoda que otorgaba al primero la propiedad de las islas del Norte y al último las del Sur.
En la conferencia de Yalta de 1945, Estados Unidos prometió las islas Kuriles a Stalin como recompensa por el ataque de los soviéticos contra territorio nipón tras la derrota de la Alemania Nazi. Sin embargo, este acuerdo fue bloqueado por Washington tras la determinación derivada de la guerra fría de mantener a Japón en el campo occidental, provocando, asimismo, que el tratado de paz con Moscú se viniese abajo.
El gobierno japonés insiste en que estas islas deben ser parte integrante de su soberanía y llamarse Territorios del Norte. Sin embargo, Rusia asegura en que poseía las Islas Kuriles, que incluyen las islas en disputa, desde la Segunda Guerra Mundial. El archipiélago está ocupado por la Unión Soviética desde 1945 y por la Federación de Rusia desde 1991.
Se establecieron comunidades japonesas en tres de las islas y, cuando comenzó la contienda militar en 1939 había ya más de 17.000 residentes japoneses en ellas. En 1949, todos los residentes japoneses de las islas fueron deportados a la fuerza.
Desde el inicio del control ruso, muchos barcos pesqueros japoneses fueron incautados por las patrullas fronterizas soviéticas por entrar en las aguas que rodean las islas en disputa. La seguridad y el sustento de los pescadores nipones y sus familias se vieron fuertemente amenazados, produciéndose como consecuencia un llamamiento, principalmente promovido por la sociedad civil, respecto a la necesidad de llegar a algún tipo de acuerdo entre ambos países para alcanzar una estabilidad en la región. Acuerdo que tardaría en llegar hasta los años 60 del siglo pasado.
En el Tratado de Paz de San Francisco de 1951, firmado entre los Aliados y Japón, renunció Japón a "todo derecho, título y reclamación sobre las islas Kuriles", así como sobre otras posesiones. Pero este gesto no consiguió resolver el conflicto, porque Rusia no firmó el tratado y el gobierno japonés nunca ha reconocido a los Territorios del Norte como parte de la cadena de las Kuriles.
En 1956, la Declaración Conjunta Japón-Unión Soviética estableció el fin del estado de guerra y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países. El documento también incluía la cesión a Tokio de dos de las islas en disputa, Habomai y Shikotan, pero finalmente decidió rechazar cualquier acuerdo por no conformarse con las "sobras" e insistió en la afirmación de su soberanía y en resolver primero la cuestión territorial para firmar el tratado de paz. A día de hoy no se ha conseguido nada.
Sin embargo, hay algo que merece la pena mencionar, y es que a pesar de que el conflicto esté estancado desde los años 40 del siglo pasado, de que las negociaciones están en punto muerto y de que incluso los comentarios y las posiciones de ambas partes se estén intensificando y endureciendo con el tiempo, los dos países han sido capaces de negociar y ejecutar con éxito cuatro acuerdos pesqueros que benefician a los mayores afectados de la disputa territorial, es decir, los pescadores, habitantes de las islas, y sus familias. Los dos tratados más importantes, y que por un breve periodo dejaron de lado la rivalidad por el dominio y la posesión de las islas, son los tratados del Kelp de 1963 y de Pesca de 1998. El acuerdo de 1963 fue propuesto por los pescadores japoneses, mientras que el de 1998 fue propuesto por los habitantes rusos de las islas. Ambos se concluyeron para mejorar la vida de la gente tras una larga negociación.
Mediante el primero de ellos, la Unión Soviética consintió que los pescadores japoneses entraran en territorio ruso para recoger algas a cambio de una cuota económica. Por su parte, el más reciente fue promovido por la parte rusa y tomó carácter de urgencia por la mala situación económica que se estaba viviendo en las islas tras la caída de la Unión Soviética en 1991. El objeto de este acuerdo es la captura de peces en torno a las Islas en litigio, lo que permitía a los barcos japoneses pescar en las aguas que rodean las islas, desde 3 millas náuticas hasta 12 millas náuticas contando desde la costa.
Como había un problema territorial grave sobre las islas, fue muy difícil encontrar un compromiso. Japón quería que sus pescadores pudieran pescar en las aguas que rodean las islas, que eran ricos caladeros y así mejorar su situación de vida, además de reducir la prevalencia de la pesca furtiva de los barcos pesqueros japoneses y los arrestos y capturas de barcos con ciudadanos por parte de las patrullas fronterizas rusas, que había aumentado con el paso del tiempo. Por su parte, Rusia quería vender el exceso de productos marinos que no consumían internamente, así como recibir dinero y equipamiento nipón en una época de gran escasez. Además, Moscú esperaba que la firma de dicho acuerdo condujera al desarrollo socioeconómico de las Islas Kuriles, incluido el de las islas en disputa. Ambos acuerdos continúan en vigor a día de hoy.
Todos los años se celebran conversaciones entre gobiernos y con organizaciones no gubernamentales, pero desde la Segunda Guerra Mundial nunca se ha logrado ningún progreso respecto al problema territorial o la firma de un tratado de paz. Esto deja al Japón Imperial y a la Unión Soviética, aunque suene anticuado y anacrónico, técnicamente al menos, en estado de guerra.
Fuente: Jose Antonio Rosa Cascales. Graduado en Relaciones Internacionales y en Análisis de inteligencia además de diversos cursos de técnicas de investigación online y Osint. Especializado en Japón, además de apasionado de su cultura al completo.