Análisis

La íntima enemistad de los vicepresidentes en nuestra historia reciente

El Dr. Sebastián La Rosa analiza en esta nota de su autoría los vínculos y desvínculos de primeros mandatarios y sus vicepresidentes, a la luz de la relación entre Milei y Villarruel.

Sebastían La Rosa

La reciente nueva pelea entre el Presidente de la Nación y la Vicepresidenta, trajo otra vez en escena la figura (y rol) del Vicepresidente de la Nación. Un nuevo capítulo en el divorcio del actual binomio presidencial que en los medios y las redes sociales asombraron por la virulencia.

El detonante fue el tratamiento legislativo que Villaruel le dio a la agenda de la oposición; la agenda de la "casta". Las iniciativas legislativas de la oposición o de los aliados circunstanciales, son un conflicto público repetido en la relación. También lo fueron en su momento las dietas de los senadores, el caso Kueider y la micro agenda que tuvo la Vicepresidenta (el homenaje a Estela Martínez de Perón, los dichos sobre la historia colonial de Francia, la opinión sobre la candidatura del juez Lijo a la Corte Suprema y todo aquello que le dio vuelo propio inconsulto.

Cada acción tuvo su inmediata reacción, incluso desde antes de la asunción de ambos a sus respectivos cargos, como cuando no se le "entregó" las carteras de Defensa, Seguridad e inteligencia que públicamente en campaña Milei prometió. Luego, las acciones de la vice fueron catalogadas como afines al círculo rojo y la casta. Al poco tiempo de mandato, quedó excluida de toda relación con el gobierno llegando a su máxima expresión de ruptura cuando el Presidente la identificó como "traidora".

La relación de estas instituciones, trae a la memoria una historia de desencuentros entre ambas desde la vuelta a la democracia. La figura del Vicepresidente (independientemente si asumió producto de una coalición electoral, o siendo miembro de propio partido), suele entenderse en nuestro país como una institución de carácter protocolar y sin incidencia.

La misma, parece reducida a funciones ceremoniales, de reemplazo temporal del Presidente, o de repiqueteo de la campana del Senado (dado que preside dicha Cámara y que solamente vota en caso de empate). La Constitución Nacional no le otorga atribuciones ni función ejecutiva (estructura) alguna salvo cuando reemplaza al Presidente.

Pero la cosa no es tan así. Respecto a funciones ejecutivas, puede desarrollar aquellas "delegadas" por el Presidente. Además, como refería Mario Serrafero, la Vicepresidencia es una "institución de crisis", por su vital rol de sucesión ante la muerte o destitución de su superior. También el autor, destaca las "prácticas paraconstitucionales" que posee; como la participación en el gabinete y su posibilidad de lobby en el Senado.

Además, en los últimos tiempos se observan responsabilidades que caen de facto en esta figura y por ende le dan una agenda propia o la posibilidad de poner gente de su confianza en carteras ministeriales o de gestión. Si su labor en el Senado es activa, puede transformarse en verdadero mediador de los intereses del Poder Ejecutivo con la oposición, los aliados y el propio bloque partidario.

En un rápido repaso, observamos chispazos de distinto tenor o rupturas entre las figuras. En el caso de Alfonsín y Martínez fue una convivencia pacífica y sin escándalos públicos. Menem y Duhalde convivieron dos años por la renuncia del segundo para candidatearse como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, los problemas en ese lapso no afloraron. Tras su relección, Menem con Ruckauf no tuvo conflictos relevantes (aunque algunas diferencias sobre la gestión y miembros del gabinete) pero sí un distanciamiento en el final de sus mandatos, donde Ruckauf apostó a la candidatura presidencial de Duhalde (enfrentado con Menem). La Alianza De La Rúa con Chacho Álvarez, terminó con denuncias del Vicepresidente por corrupción en el gobierno y su renuncia pública. Néstor Kirchner, ante declaraciones críticas de Daniel Scioli, limpió todo su poder en estructuras de gestión que controlaba, logrando la posterior alineación del díscolo. Cristina Fernández de Kirchner, en su primer mandato, envió al ostracismo y fustigó a Cobos tras éste emitir su voto "no positivo" en el desempate por las retenciones al campo. Mejor suerte tuvo en su segundo mandato con Boudou. Macri no tuvo problemas con Michetti. Para finalizar esta historia de conflictos, Alberto Fernández tuvo una pésima relación con Cristina Fernández de Kirchner donde ante cada aparición pública la entonces Vicepresidenta no ahorró críticas a la gestión albertista.

En síntesis, Boudou, Duhalde, Martínez y Michetti fueron Vicepresidentes amenos o de conflicto bajo. Ruckauf se distanció y Scioli se alineó luego de cortocircuitos. Álvarez, Cobos y Fernández de Kirchner son el ejemplo de una enemistad, en distintos tonos de crisis, de la relación entre ambas instituciones de nuestra historia reciente.

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