Perspectivas

"Basta de realidades, queremos promesas"

Muchos sectores que no se acostumbran a vivir con estabilidad piden volver a la emisión sin importarles las consecuencias inflacionarias. Escribe Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

La frase del título fue un grafiti que se hizo famoso en la década de los ´90, en pleno gobierno de Carlos Menem y, de alguna manera sintetizaba el sentir de muchos argentinos, que habían vivido de las promesas y las fantasías del populismo y que, ante la durísima realidad que impone la estabilidad, querían volver al sistema anterior.

Por estos días vemos que aparecen al menos tres realidades de país. Por una parte, un sector de muy buen poder adquisitivo que viaja al exterior no solo para comprar sino también para vacacionar. Es el sector que puede comprar en centros comerciales, que tiene precios para poca gente. Es la gente que colmó los aeropuertos para salir de vacaciones al exterior este fin de semana.

Este sector convive que el sector de trabajadores, cuyos salarios no se han ajustado al ritmo de la inflación, salvo algunos sectores que, claramente, operan con privilegios, como bancarios o camioneros. Este sector es el que ha sufrido el ajuste de las tarifas de los servicios públicos. Más grave es para quienes viven en la zona del AMBA, que mantenían subsidios muy antiguos, para los cuales el ajuste fue muy grande.

Y a un tercer sector, que es el de la clase media, que la está peleando, el que más ha sufrido la pérdida de subsidios y al que le cuesta remontar la cuesta porque se acabó el mayor aliado que tenía: la inflación. Estos grupos de gente se han hecho expertos en lidiar con la inflación y sabían licuar sus deudas, antes que Milei viniera con su licuadora. Estos son los sectores que se más se suman a las quejas con la expectativa que el gobierno ponga más plata en la calle y no se preocupan por la inflación, sino que la esperan.

En realidad, la frase del título venía a expresar casi una profesión de fe populista "mentime que me gusta". Están tan acostumbrados a la emisión monetaria que han generado una adicción y no conciben la vida sin la asistencia del Estado. Son muchas generaciones, no solo de personas sino de políticos, empresarios y sindicalistas que se manejaron de esta manera. Como en toda adicción, se volvieron esclavos de la inflación.

Hoy, mientras los sectores más humildes valoran la estabilidad, porque les permite mantener su ritmo con previsibilidad, los sectores medios se quejan porque se dan cuenta que ya no pueden licuar deudas como hacían antes. Los datos sobre el aumento de la morosidad en los pagos de créditos personales y tarjetas de crédito muestran, justamente, el problema de manejo de este sector, aparte de un dudoso profesionalismo de los bancos en el análisis de riesgo.

El nerviosismo del dólar

Esta semana hubo un paso en falso de parte del gobierno que quiso canjear unas letras por otros bonos del Tesoro y el mercado, los bancos, prefirieron quedarse líquidos y esperar hasta las elecciones. Así fue como el gobierno terminó inyectando10 billones de pesos de golpe en el mercado. Luego tuvo que aplicar diversos mecanismos para tratar de absorber esa liquidez, pero tuvo que pagar tasas de interés de más del 40% anual. Estos errores, en momentos de inestabilidad política, puede generar graves resultados.

Lo real es que este exceso de liquidez terminó alimentando un camino de suba del dólar y obligó al gobierno, junto con el Banco Central, a tener que intervenir para tratar de frenar la suba. Por ahora, el peso de la moneda norteamericana parece haber encontrado un nuevo piso en los $1300 y, si es así, no estaría mal porque compensa cierto atraso que traía.

De hecho, un análisis del Tipo de Cambio Real Multilateral, donde se compara el valor de nuestra moneda comparada con las de los 6 países con los que más negociamos hoy estaría dando una ecuación positiva. Esto significa que hoy este cálculo dice que este valor del dólar en Argentina es competitivo para negociar con EE.UU., Brasil y China, entre otros.

No obstante, la inestabilidad política hace que el país se detenga a la espera de un resultado, algo que es propio de un país enfermo. Un país no se puede parar por una elección, pero si desde la oposición se levantan banderas que implican volver a los viejos vicios, como hicieron con las leyes que aprobaron peronistas y mayoría de radicales en el Congreso, es razonable que haya preocupación, con el añadido de una mala negociación política del gobierno.

Los precios vienen en caja

Esta semana se conoció el IPC de junio, que dio un 1,6% y sorprendió a todos, con comportamientos casi sorpresivos, como ocurrió con los alimentos en la medición de Mendoza, que dio una retracción de precios de -03%. Hasta ahora el comportamiento ha sido el previsto por el gobierno, pero hay olor a una fuerte recesión y esa sería la causa de que los precios no aumenten.

En realidad, no es tan simple la explicación. Los precios no aumentan porque todos en las cadenas son conscientes que si no hay motivos es preferible no aumentar para no presionar a los consumidores. Además, es notoria la forma en que han cambiado ciertos hábitos de consumo y formas de compra. Al no existir el apuro inflacionario, las compras se vuelven más racionales y los consumidores prestan más atención a todos los rubros y a todos los proveedores.

Hay expectativas por lo que pueda pasar con los precios de julio, a luz de la suba del dólar, pero los que sigue los precios no han encontrado desvíos preocupantes. No obstante, se ha generado alguna duda porque los precios mayoristas de junio crecieron 1,6%. Esto que indica que no será fácil bajar los índices del 1 por ciento porque, además de la inercia, el Estado sigue fabricando pesos que no le llegan a la gente, pero les permite jugar a los especuladores.

En el caso de los precios mayoristas hay que tener en cuenta que, al aumentar el precio del dólar, si bien mejoran las condiciones para los exportadores, les aumentan los costos a los importadores y eso puede marcar alguna diferencia, pero hay que tener tranquilidad, porque, en lo fundamental, se está cumpliendo con el superávit fiscal con casi nada de emisión.

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