Vitivinicultura

California enfrenta su vendimia más difícil en décadas

La vendimia de este año se perfila como una de las más difíciles de las últimas décadas, en un contexto de sobreproducción, caída de la demanda y abandono de tierras cultivables.

Lo que alguna vez fue símbolo de prosperidad en el corazón vinícola de Estados Unidos, hoy se ha convertido en un paisaje desolador. A lo largo de la emblemática autopista 29, en la región de Napa, pueden verse campos vacíos y hileras de vides muertas que reflejan el dramático momento que atraviesa la industria del vino en California. 

La vendimia de este año se perfila como una de las más difíciles de las últimas décadas, en un contexto de sobreproducción, caída de la demanda y abandono de tierras cultivables.

Menor consumo, mayor exceso

Uno de los factores clave detrás de la crisis es el desplome del consumo de alcohol en Estados Unidos, que ha caído a su nivel más bajo en 90 años. Al mismo tiempo, existe un exceso de vino y uvas en el mercado que ha generado un desequilibrio profundo en la cadena productiva.

De acuerdo con datos del sector, decenas de miles de hectáreas de viñedos han sido eliminadas en todo el estado. A pesar de contar con condiciones meteorológicas ideales para el cultivo este año, se estima que más de 100.000 toneladas de uvas quedarán sin cosechar, repitiendo el escenario de pérdidas que ya se vivió en 2024.

Cosecha baja y precios por el suelo

El año pasado, la producción alcanzó su punto más bajo en dos décadas, con una caída del 23% respecto a 2023. Muchos agricultores no lograron vender su producción y se vieron obligados a reducir los precios más del 50% para intentar recuperar una fracción de sus costos.

Stuart Spencer, director ejecutivo de la Lodi Winegrape Commission, destaca que si bien la calidad de variedades como el Zinfandel es excelente, el problema radica en la falta de mercado. Entre 100.000 y 400.000 toneladas de uvas no fueron recolectadas en 2024, y entre 35.000 y 40.000 hectáreas de viñedos fueron eliminadas en todo el estado.

Solo en la región de Lodi, Spencer estima que entre 15.000 y 20.000 hectáreas han sido arrancadas en los últimos años, lo que representa entre el 15% y el 20% de su superficie cultivada.

Un legado que se apaga

El impacto económico y emocional de la crisis también es palpable a nivel familiar. Jason Smith, agricultor de segunda generación en el condado de Monterey, anunció el cierre definitivo de su empresa tras más de 50 años de actividad. Hace cinco años gestionaba 1.300 hectáreas y contaba con 50 empleados fijos. Este año, solo tenía contratos para el 40% de su producción, frente al 90% del año anterior. Con precios por debajo de los costos y sin acceso a financiamiento bancario, Smith tomó la difícil decisión de poner fin al legado familiar.

"Ha sido una decisión dura, pero ya no era viable continuar", declaró el productor.

La situación no es mejor en otras zonas clave como Sonoma. Karissa Kruse, presidenta de Sonoma County Winegrowers, anticipa que este año se eliminará cerca del 10% del viñedo local -unas 2.000 hectáreas- sin planes de replantación. Además, estima que el 30% de las uvas de la región no tienen comprador asegurado esta temporada. Esas uvas podrían terminar vendiéndose a bajo precio o destinándose a vino a granel, con un valor muy inferior en el mercado.

Un futuro incierto para la vitivinicultura californiana

Jeff Bitter, presidente de Allied Grape Growers, prevé que otras 35.000 a 40.000 hectáreas de viñedos podrían ser arrancadas este año. Más preocupante aún, muchos de esos terrenos no serán replantados: simplemente están siendo abandonados, algo inédito en la historia reciente del sector.

La crisis de la industria vitivinícola de California no solo pone en riesgo la economía de miles de agricultores, sino también el futuro de una tradición cultural y productiva que definió a la región durante más de un siglo. A menos que cambien las tendencias de consumo y se restablezca el equilibrio entre oferta y demanda, la recuperación parece aún lejana.

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