Panorama

Un gobierno bajo ataque masivo intenta recuperar el equilibrio interno

Las perspectivas son difíciles y el Gobierno tiene como tarea mostrar músculo político y capacidad de regenerarse, extirpándose los tumores que lo empujan al suelo. Empieza la campaña porteña hoy y se suma al ruido que aturde al mileísmo. ¿Sabrá encontrar el equilibrio?

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

El gobierno nacional denuncia que está bajo ataque y que tiene que tomar medidas para, si no convence a los mercados, al menos "domarlo". Sus protagonistas acusan al peronismo de querer arruinar este período, que se plantea a sí mismo como de "cambio de régimen" y, por lo tanto, está lleno de épica y dogmatismo.

Sin embargo, además de ello -que es evidente- las denuncias provienen desde todos los sectores y la debilidad está en la carencia de un frente interno sólido, capaz de cruzar la cornisa en la que está sin que alguno de los propios le haga una zancadilla.

Encuestas de las más diversas autorías demuestran un mal momento en la imagen, golpeada, centralmente, por la caída de uno de los parámetros que lo llevaron a la Casa Rosada: no tener antecedentes de corrupción y "barrer a los corruptos". Ahora la gente cree que los tiene, igual que el resto. Y, más allá que aún no haya fallo judicial condenatorio, hay un dictamen social que es inapelable: las sospechas sobre la hermana del presidente, Karina Milei y su entorno, salpican al propio mandatario. Eso hace que a las "piedras" opositoras que se le tiran para tumbar su programa económico, se le sume que la sociedad no le esté tendiendo una red para que lo soporte seguro.

El gen golpista

Hay que ver cuál es el músculo político que el Gobierno saque de esta experiencia, si es que sale de la porfía en la que se encuentra empantanado. Nada justifica que se le quiera tirar abajo, como ya ha pasado en otros momentos de la historia y con protagonistas que, si no son los mismos, son similares. Pero Milei es quien debe dar las señales correctas en todos los sentidos, tanto para contener a los que lo apoyan desde la independencia política social, como a los factores de poder que confiaron en él como un instrumento de cambio y consolidación de las libertades económicas.

Lo que sucede, es que las concesiones para un lado, general un rotundo rechazo del otro: los propios más cerrados se niegan a un cambio desde el dogma, que como se sabe, generalmente es impracticable, casi religioso, solo para personas que compartan la fe. Pero el país es más grande que ello y allí está el desafío de estas horas, justo cuando comienza nuevamente la campaña electoral.

Este viernes arranca el proselitismo porteño y con ello, las vidrieras nacionales mostrándolo todo, digan lo que digan. A poco del fracaso bonaerense para el mileísmo, que la campaña vuelva a sonar no resultará un acompañamiento adecuado.

Pero así es el juego de la democracia y no todos aplican el fair play.

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