¿Santilli y Adorni fueron candidatos testimoniales?
La polémica de las candidaturas testimoniales volvió al ojo de la tormenta luego del anuncio de los nuevos ministros, legisladores electos. Escribe Sergio Bruni
Las candidaturas testimoniales son un arma electoral tan utilizada como controvertida, incluso motivaron fallos judiciales que generaron precedentes a nivel nacional. Pero, más allá de los antecedentes y de las polémicas, las candidaturas testimoniales volvieron al centro de la discusión en los comicios del 26 de octubre pasado.
Uno de los precedentes judiciales más relevantes en esta materia data de 2009, cuando la Cámara Nacional Electoral, entonces integrada por Santiago Corcuera, Rodolfo Munné y Alberto Dalla Via, avaló -en un fallo dividido- las testimoniales de Daniel Scioli- en ese momento gobernador bonaerense por el kirchnerismo- y de Sergio Massa (intendente de Tigre). En el voto mayoritario, el tribunal marcó que "frente a la expresa pretensión de acceder al cargo por el cual compiten, manifestada por los candidatos cuestionados, es de toda evidencia que no puede exigírsele a la Justicia desentrañar las intenciones, propósitos o planes íntimos de quienes se al electorado requiriéndoles el voto".
"Tal especie de ‘control preventivo' de las conductas futuras de quienes puedan resultar electos es [...] inimaginable en un Estado de Derecho", señaló la CNE. No obstante, los jueces advirtieron que, si los postulantes "no son honestos" y no asumen luego de las elecciones, se estaría frente a una "inaceptable manipulación de las instituciones de la República".
La Cámara Nacional Electoral, con el voto mayoritario de los jueces Santiago Corcuera y Rodolfo Munné, admitió las postulaciones. Votó en disidencia el juez Alberto Dalla Vía.
La Cámara resolvió que lo que establece la Constitución es una incompatibilidad que en el caso de Scioli le impedía el desempeño simultáneo de los cargos de gobernador y diputado, pero que "no limita la participación electoral". Si el funcionario en cuestión resultaba electo, lo que debía hacer era renunciar para asumir en el Congreso, dijeron los jueces en aquel momento.
Los jueces señalaron que aun cuando se supusiera que las postulaciones eran ficticias "escapa a las atribuciones del Poder Judicial resolver sobre la base de hipótesis, conjeturas, suspicacias o sospechas -sean estas fundadas o no- ". Advirtieron: pese a que nuestra tarea resulte antipática e ingrata.
El juez Dalla Vía, en su disidencia, entendió que bastaban las sospechas. En cuanto a Scioli dijo que el artículo 73 de la Constitución Nacional "es un límite de elegibilidad para los gobernadores de provincia mientras estén en ejercicio de sus mandatos", consideró que les prohíbe "postularse como candidatos a cargos legislativos en los distritos que los eligió previamente para ejercer la más alta función ejecutiva provincial".
Dijo que "quiebran" el sistema representativo instituido en la Constitución Nacional. Agregó que, "la oferta electoral presupone un compromiso de carácter político por parte de quien la ejerce y si bien el vínculo jurídico-político de la representación se perfecciona con el sufragio, no pueden desconocerse las consecuencias que de la oferta electoral derivan en cuanto a los derechos y expectativas de los ciudadanos".
Si bien las candidaturas testimoniales rinden en el plano electoral porque se trata de candidatos conocidos y de una cierta trayectoria política frente a candidatos desconocidos o ignotos, generan un daño al contrato de confianza que se supone existe entre el electorado y los candidatos. Estas manipulaciones -aunque legales- han ido socavando la legitimidad de la política frente al electorado y si algún espacio de manera recurrente las ha utilizado ha sido el kirchnerismo.
Además de los casos referidos de Scioli y Massa, en la elección de provincia de Buenos Aires el 7 de setiembre, la vicegobernadora Verónica Magario fue candidata por la tercera sección electoral y varios intendentes del conurbano, como Espinoza, Nardini o Musso, entre otros, encabezaron sus respectivas secciones.
No es casual que el 34% de los argentinos habilitados para sufragar el pasado 26 de octubre, no concurrieron a expresar su voluntad. Ha sido la más baja participación desde el regreso de la democracia: para comprender su magnitud, unos 12 millones de personas decidieron no participar en el proceso electoral. En este mismo medio advertimos meses atrás sobre el ausentismo como expresión de enojo con la política.
Los casos de Adorni y Santilli
En el caso de Manuel Adorni, la elección en la que fue candidato se realizó en el mes de mayo, es decir 5 meses atrás y ni él ni nadie podía pronosticar qué ocurriría a fines de octubre. Además, y especialmente, debe señalarse que Adorni no continuará como vocero presidencial, sino que fue designado jefe de Gabinete, decisión que tomó el Presidente de la Nación y bajo ninguna perspectiva podía estar en conocimiento del entonces candidato a legislador porteño.
No haré historia, pero hay antecedentes de legisladores electos o que una vez asumidos son convocados para ocupar cargos en el ejecutivo, e incluso podría darse de nombramientos en el poder judicial, y nadie ha pretendido sospechar que hayan sido candidatos testimoniales porque no asumieron o no completaron su mandato.
El caso de Diego Santilli es más claro aún: originariamente iba en tercer lugar en la lista de diputados nacionales. Luego del caso Espert, lo reemplazó, pero ni siquiera pudo fácticamente encabezar la lista porque la boleta única ya había sido impresa y el tiempo y los costos impidieron que se hiciera nuevamente.
Las testimoniales son un fraude al electorado, aunque no estén expresamente prohibidas. Son legales, pero no legítimas. Debe quedar claro cuando es testimonial y cuando no lo es. Una candidatura testimonial es cuando alguien se presenta como candidato a sabiendas que no va a asumir y permanecerá en el cargo que está ocupando.
Claramente, no es el caso de Diego Santilli, ni tampoco el de Manuel Adorni.