Economía

Inflación, dólar y crecimiento: las claves del escenario económico para 2026

Proyecciones privadas estiman una desinflación sostenida desde el segundo trimestre, un tipo de cambio con ajuste moderado y un PBI en expansión gracias al rebote agrícola, la inversión en energía y la recuperación del crédito. El riesgo: un desanclaje de expectativas que podría duplicar la inflación proyectada.

Juan Pablo Rotger
Analista macroeconómico en Mariva Research Licenciado en Economía UBA, maestrando en UTDT, lleva cinco años trabajando en consultoría macroeconómica. Especializado en temas monetarios y financieros, con un enfoque multidisciplinario

Tras un año de intensa volatilidad es hora de centrar nuestra atención en 2026.

En cuanto a los precios, nuestro escenario base prevé una inflación interanual del 11,2% en diciembre. Para el primer trimestre 2026, proyectamos una tasa media mensual del IPC del 1,5, ya que la inercia y la estacionalidad mantiene los precios algo más alto de lo que sería posible. Ya para el segundo trimestre del 2026, esperamos que la recuperación de la demanda de dinero asociado al crecimiento económico lleve a la inflación por debajo del 1% mensual el resto del año.

Este escenario supone una depreciación interanual del tipo de cambio del 15% que terminaría el año en $1.690. No podemos descartar un escenario más pesimista en el que, debido a causas internas o externas, las expectativas de inflación se desacoplen y obliguen al gobierno a corregir el rumbo de su programa antiinflacionario.

En este otro escenario proyectamos una inflación interanual del 28,9% a fin de año, con una depreciación similar del tipo de cambio, es decir, a $1.940 en diciembre. El PIB crecerá 3,3% el próximo año. Creemos que el crecimiento económico será muy fuerte el próximo año por varias razones.

El aumento de la confianza derivado del resultado electoral, la aprobación de al menos una parte del ambicioso programa de reformas del gobierno, una campaña agrícola récord gracias a la mejora considerable de los rendimientos y los precios de las materias primas, la continuidad de las inversiones en petróleo y gas, minería y otros sectores estratégicos, un tipo de cambio real más competitivo- que impulsaría la construcción y la venta de bienes no durables -y la mejora del acceso al crédito a medida que vuelve la estabilidad a los mercados financieros.

Los ingresos reales de los hogares también deberían beneficiarse de la continua disminución de la inflación, aunque el impacto inicial de la reforma laboral y fiscal aún no está claro. Por lo tanto, proyectamos un crecimiento económico interanual del 4,6% para el último trimestre del próximo año, lo que deja un arrastre estadístico del 1,6% para 2027

La dinámica de la balanza de pagos dependerá totalmente de la cuenta financiera.

Consideramos muy probable que el gobierno emprende un programa formal o informal de acumulación de reservas internacionales el próximo año. Proyectamos un déficit por cuenta corriente cambiaria de 1.170 millones de dólares para el próximo año. 

En detalle, la cuenta de bienes registraría un superávit de 20.000 millones de dólares que no compensarían los déficits de 8.400 millones en servicios y 12.800 millones en pagos de intereses.

Con el respaldo del Tesoro de los Estados Unidos, creemos que el gobierno no tendrá ningún problema para refinanciar sus obligaciones de capital por 7.400 millones de dólares, lo que dejará el superávit del sector privado al alcance de la mano. Por lo tanto, proyectamos que las reservas internacionales podrían crecer el próximo año hasta 10. 000 millones de dólares.

La cifra final dependerá de una decisión política, ya que las autoridades evaluarán el trade-off entre comprar divisas y dejar que el tipo de cambio se aprecie para ayudar a la desinflación. 

Por último, el ancla fiscal seguirá siendo sólida, pero los retos siguen siendo considerables. Se prevé que los ingresos disminuyan en 0,35 puntos porcentuales del PIB el próximo año. Los derechos de exportación se reducirán en 0,19 puntos porcentuales.

Además, la recaudación por seguridad social, impuesto a las ganancias y el impuesto a los bienes personales podría verse aún más afectado por la reforma fiscal y la desinflación, pero prevemos que el IVA aumente a medida que la actividad económica se recupere y disminuya la informalidad. El gasto real también disminuiría en torno a 0,3 puntos del PIB. Esperamos que el Tesoro continúe recortando los gastos operativos y los subsidios económicos.

La asistencia social también disminuiría debido principalmente al efecto del aumento del PIB real, ya que en gran parte este conjunto de gasto está vinculado exclusivamente a la inflación pasada. Por lo tanto, nuestro escenario de referencia, incluso en su país primario de 1,23% del PIB, lo que resulta en un ligero déficit de 0,16% si se tienen en cuenta los pagos de intereses.

Esto pone en evidencia que podrían ser necesarios nuevos recortes de gasto o medidas para sostener los ingresos.

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