Vinos & Comidas

Los brindis de diciembre en los atardeceres mendocinos

Juan Marcelo Calabria nos habla sobre todos estos brindis a los que nos convocan los atardeceres mendocinos, con su maravillosa particularidad.

Juan Marcelo Calabria

Con la brisa tibia de la precordillera y el cielo mendocino encendido en tonos anaranjados, Diciembre no es solo la puerta de entrada al verano; es el momento en que el alma de la provincia se expande para albergar encuentros, reuniones y brindis que anticipan la despedida del año y la esperanza del nuevo. El ciclo del esfuerzo productivo, que vio su máxima expresión en la Vendimia, culmina en un brindis colectivo. Atrás quedaron los fríos de invierno y los recambios de primavera; ahora el espíritu se concentra en honrar los logros, las amistades y la familia. Para esta cita ineludible, Mendoza despliega su mayor capital: una oferta enogastronómica de calidad y diversidad que ya es famosa a nivel mundial, diseñada para ser disfrutada al aire libre, en restó, bodegas, bajo los atardeceres mágicos a la orilla de un río, en algunos de nuestros diques, o en cualquier sitio de nuestros oasis que nos regalan bellezas inigualables.

Y claro, si hablamos de culminar el año, hablamos de burbujas. Los espumantes mendocinos son, por excelencia, el sello del brindis. La versatilidad de cepas sofisticadas como el Pinot Noir - fundamental en la elaboración de estos vinos - asegura una copa elegante y frutada, perfecta para acompañar desde aperitivos hasta postres. Casas icónicas como Chandon, pioneros en traer esta cepa a Mendoza en 1960, ofrecen experiencias diseñadas precisamente para celebrar, maridando sus burbujas con la gastronomía característica de la primavera y el verano.

Los días de calorcito invitan a salir de las paredes, de los recintos cerrados y disfrutar de las tardecitas mendocinas. Las bodegas abren sus puertas (y sus jardines) para transformarse en escenarios de celebración. Experiencias como los Picnic en bodegas, las picadas y degustaciones después de oficina -after office-, los sunset, y paseos entre viñas ofrecen el marco perfecto. Estos espacios al aire libre, con la majestuosa vista de la cordillera, nos recuerdan que la grandeza de Mendoza está intrínsecamente ligada a su paisaje y a la hospitalidad de su gente.

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Para los que buscan un cierre de ciclo lleno de simbolismo, la gastronomía se une con la memoria. Bodegas familiares, y tradicionales ya anuncian para diciembre sus eventos de cierre o "Pasos hacia Fin de Año", con menú y armonización entre platos y copas preparados para esta época especial. Así el caso de la Experiencia "Estación Despedida" de Bodega Bressia, un espacio que siempre recomendamos, con un menú de cuatro tiempos a cargo de Auténtico, Cocina Contemporánea, que propone "Sabores que cierran un año, Vinos que celebran un camino y momentos que se atesoran en el alma". Estas propuestas reflejan la visión de los hacedores de vino, y la innovación de las cocinas, desde donde se buscan crear vinos dedicados, exclusivos y trascendentes, elaborados solo en condiciones óptimas de cosecha, y maridados con lo mejor de los ingredientes autóctonos.

La amplia oferta de alta calidad se complementa con la accesibilidad para que todos puedan sumarse a esta época de fiestas. La extensión de los programas como Manso Menú (con menús accesibles de hasta $35.000 o $30.000) y Mansa Bodega, como describimos anteriormente, permiten una oferta amplia para todos los gustos y bolsillos, ya sea degustando un menú cuyano de 4 pasos en Rivadavia o disfrutando de una tabla de sushi en San Rafael, permitiendo que el turismo gastronómico de calidad se mantenga al alcance de mendocinos y visitantes durante toda la temporada primavera - verano. La variedad de experiencias en Mendoza es el mejor regalo de Diciembre. En el Gran Mendoza, los comensales pueden optar por la gastronomía urbana y sus sofisticadas propuestas, o bien por los menús bien cuyanos de Bodegones y Cantinas, con propuestas ejecutivas que arrancan desde los $ 7.000 o $ 9.000 ideales para un almuerzo de despedida de año. En el Valle de Uco, se pueden disfrutar opciones como el osobuco al disco o el lomo braseado con cremoso de maíz. Mientras, la Zona Este ofrece sabores auténticamente cuyanos como el vacío a la llama u otras carnes a la parrilla, maridados con varietales regionales como el Bonarda, una cepa que ha pasado de ser una uva de corte para constituirse en uno de los más destacados vinos del terruño junto con el Malbec y que tiene su epicentro en esta región maravillosa cargada de historia y hospitalidad.

Así, al preparar la copa, el ritual mendocino de fin de año se convierte en un acto de fe. Las reuniones de trabajo, la cena familiar o el encuentro con amigos son la pausa necesaria para valorar el camino recorrido y el necesario balance. Es un brindis cuidado por la prosperidad que brota de la tierra y por la visión de futuro que se impulsa a través del turismo, la cultura, el cuidado del agua y las bellezas naturales, el vino, la gastronomía y el patrimonio único de Mendoza, que con sus viñedos y sus cocinas vibrantes, nos recuerda que la mejor forma de prepararse para lo que viene es celebrar con gratitud lo que somos, bajo un cielo que promete nuevas cosechas, nuevos desafíos y más historias. Porque como siempre decimos, nuestra tierra nos convoca a disfrutarla, porque nada mejor que un buen vino para contar una buena historia, Salud y a disfrutar de este mes de diciembre que comienza.

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