Testeo

El vino en Navidad: cuando la elección suma al momento

Los vinos testeados y propuestos por Ignacio Borrás para brindar esta Navidad de 2025.

Ignacio Borrás

La Navidad es uno de esos momentos en los que el vino deja de ser una elección automática y pasa a ser una decisión cargada de intención. No porque cambie lo que somos, sino porque cambia el contexto: la mesa se agranda, el tiempo afloja y las conversaciones encuentran otro ritmo. Elegir qué vino abrir no define la noche, pero sí puede acompañarla, ordenarla y, en muchos casos, volverla más disfrutable.

Un vino puede potenciar una risa, suavizar un silencio o ayudar a que una sobremesa se estire sin esfuerzo. Cuando la elección es acertada, el vino no exige atención ni se roba el protagonismo: se integra. Se vuelve parte del clima, del encuentro, del recuerdo. Por eso, pensar el vino en función del momento -y no al revés- es lo que marca la diferencia entre una copa más y una experiencia que queda.

Los vinos que integran esta selección fueron elegidos por algo que va más allá de la etiqueta, del nombre o del reconocimiento. Fueron pensados desde la mesa real: platos que llegan desordenados, brindis que se repiten, copas que se vuelven a llenar sin pedir permiso. Son vinos que funcionan cuando hay gente alrededor, cuando la conversación manda y cuando lo importante no es explicar lo que se bebe, sino disfrutarlo.

Rutini Colección Chardonnay 2023

Desde la nariz se muestra amable y envolvente, con aromas claros de manzana verde, pera madura y un toque cítrico que aporta frescura inmediata. La madera aparece de manera sutil, más como marco que como protagonista, sumando textura sin tapar la fruta. En boca es cremoso y amplio, con una sensación envolvente que aporta confort desde el primer sorbo. La acidez está muy bien integrada y ordena el conjunto, evitando cualquier sensación pesada. El recorrido es armónico y el final, elegante y persistente, deja una sensación limpia y prolija.

Lo elegí porque acompaña el inicio de la noche con naturalidad. Funciona perfecto para ese primer brindis donde todavía nadie se sentó del todo y las charlas se cruzan sin orden. No busca sorprender ni imponerse, sino generar una sensación de arranque cómodo y disfrutable. En una noche como Navidad, empezar bien marca el tono de todo lo que viene después.

Rutini Single Vineyard Gualtallary Cabernet Franc 2019

Aromáticamente profundo, con notas que recuerdan a cerezas maduras y frambuesas, acompañadas por hierbas finas, especias suaves y una marcada sensación mineral. En boca es preciso y definido, con taninos firmes pero pulidos que le dan estructura sin rigidez. La frescura está muy presente y equilibra el conjunto, estirando el recorrido con elegancia. Es un vino que se va abriendo con el aire, mostrando capas sin apuro. El final es largo y persistente, dejando una sensación de fineza.

Lo elegí porque acompaña el momento en que la noche baja un cambio. Cuando la mesa ya está armada, la comida ocupa el centro de la escena y la charla se vuelve más íntima. No es un vino para apurar ni para servir distraído. Es ideal para brindar con intención, mirando a los ojos, cuando el ruido baja y la atención se comparte.

Anaia Gran Malbec 2021

En nariz se presenta expresivo y franco, con aromas de ciruelas maduras, moras y un delicado perfil floral que aporta frescura. En boca es redondo, de taninos suaves y textura envolvente, muy fácil de beber sin perder identidad. Tiene equilibrio y profundidad, pero siempre desde un lugar accesible y amable. El paso es fluido, sin aristas, y deja una sensación confortable. Es un Malbec que se siente honesto y bien logrado.

Lo elegí porque entiende la dinámica de una mesa grande. Esa mesa donde hay gustos distintos, platos variados y conversaciones que se pisan. Es confiable, versátil y siempre bien recibido. De esos vinos que se sirven con tranquilidad, sabiendo que van a acompañar sin generar discusión y que muchas veces desaparecen primero.

Anaia Gran Cabernet Franc 2021

Más fresco y herbal en su perfil, con recuerdos de frutillas maduras, frambuesas y especias suaves. En boca es ágil, con buena acidez y taninos presentes pero amables, que le dan estructura sin endurecerlo. Tiene un paso dinámico, que invita a seguir bebiendo sin cansar. La sensación final es limpia y refrescante. Es un vino equilibrado, con personalidad, pero sin excesos.

Lo elegí porque aporta variedad a la mesa navideña. Es ideal para quienes buscan algo distinto sin salirse del camino. Genera conversación, despierta curiosidad y suma una mirada diferente sin romper el clima del encuentro. Un vino que acompaña y, al mismo tiempo, propone.

Polígonos Valle de Uco - San Pablo Malbec 2022

De perfil fresco y vibrante, con aromas que recuerdan a cerezas crujientes, flores violetas y un fondo mineral muy marcado. En boca es tenso y vertical, con una acidez que refresca el paladar y le da energía. Tiene definición, pureza y una sensación de lugar muy clara. El final es preciso y deja una sensación de limpieza. Es un Malbec que se mueve con agilidad.

Lo elegí porque aporta equilibrio en una mesa navideña cargada de sabores. Limpia el paladar, renueva las ganas de comer y mantiene el ritmo del brindis. Es ideal cuando la noche necesita aire y frescura para seguir.

El Enemigo Chardonnay 2022

Complejo y profundo desde la nariz, con aromas de manzana madura, pera, frutos secos y un delicado toque de pan tostado. También aparecen notas de manteca y avellanas que aportan volumen y textura. En boca es amplio y cremoso, con una sensación envolvente que llena el paladar. La acidez firme equilibra el conjunto y evita que se vuelva pesado. El final es largo, elegante y persistente.

Lo elegí porque es un blanco que acompaña momentos donde el vino necesita decir algo más. Funciona cuando la comida empieza a ganar protagonismo y la mesa ya está en pleno desarrollo. Aporta pausa, clima y profundidad. Es un Chardonnay que invita a frenar un segundo y prestar atención.

Gran Enemigo El Cepillo Cabernet Franc 2022

Desde la nariz se muestra profundo y muy expresivo, con aromas que recuerdan a cerezas maduras, frambuesas frescas y un fondo herbal que remite a tomillo y hierbas de montaña. A medida que se abre en la copa aparecen notas especiadas finas y una marcada sensación mineral que le da identidad y tensión. En boca es preciso y envolvente, con taninos finos que estructuran sin endurecer, una frescura muy bien integrada y un recorrido largo que se estira con elegancia. La textura es firme pero fluida, y el final persiste sin imponerse, dejando una sensación de profundidad y calma.

Lo elegí porque es un vino que pide un momento propio dentro de la noche. No funciona en el ruido ni en el apuro, sino cuando la conversación baja el volumen y la atención se comparte. Es ideal para ese brindis que no se grita, que se hace mirando a los ojos, cuando la mesa ya está armada y nadie tiene apuro por irse. Es un vino que acompaña silencios cómodos y charlas honestas.

Casa Boher Agrelo Viognier

En nariz se presenta intensamente aromático, con flores blancas, durazno blanco, damasco y una nota cítrica fresca que aporta luminosidad. A medida que respira, aparecen matices más suaves que recuerdan a miel ligera y frutas de carozo maduras. En boca es amplio y untuoso, con una textura sedosa que llena el paladar, pero sostenida por una acidez justa que mantiene el equilibrio. No es un blanco liviano, pero tampoco pesado; encuentra un punto muy agradable entre volumen y frescura. El final es expresivo y persistente, dejando una sensación fragante y limpia.

Lo elegí porque es un vino que rompe con lo esperado y despierta curiosidad inmediata. Funciona muy bien para abrir la noche o para cambiar el ritmo de la mesa, cuando todavía todo está empezando a fluir. Es de esos vinos que generan comentarios espontáneos y preguntas alrededor de la copa. Aporta un clima festivo y descontracturado desde el primer sorbo.

Mil Amore

Aromáticamente se muestra franco y cercano, con recuerdos de ciruelas maduras, cerezas dulces y un perfil frutado directo que no busca complejidad extrema. En boca es suave, redondo y muy accesible, con taninos dóciles y una textura amable que facilita el trago. El paso es fluido y cómodo, sin aristas ni sobresaltos, pensado claramente para acompañar y no para exigir atención. El final es medio, dejando una sensación agradable y sin cansancio.

Lo elegí porque es el vino del encuentro sin vueltas. Funciona perfecto en mesas grandes, con muchas copas circulando y conversaciones cruzadas. Es ideal para servir sin pensar demasiado, sabiendo que va a acompañar risas, brindis repetidos y momentos descontracturados. No busca protagonismo, pero termina siendo parte del recuerdo.

Rosaura Escorihuela Gascón Malbec

En nariz aparece con aromas de ciruelas maduras, moras y un delicado perfil floral que aporta frescura y elegancia. En boca es equilibrado, de taninos suaves y textura amable, con un paso armónico que se disfruta sin esfuerzo. No busca impacto inmediato ni concentración extrema, sino coherencia y balance. La sensación general es de calma y prolijidad, con un final medio que invita a seguir bebiendo sin apuro.

Lo elegí por su estilo clásico y confiable. Es un Malbec que se siente cómodo en cualquier momento de la noche, acompañando distintos platos y paladares sin sobresaltos. Funciona muy bien cuando la mesa es diversa y el vino necesita adaptarse sin imponerse. Es de esos vinos que sostienen el clima del encuentro.

Don Escorihuela Gascón Malbec 2022

Más profundo desde la nariz, con aromas de ciruela madura, mora, especias dulces y un aporte de crianza bien integrado que suma complejidad. En boca es estructurado, con taninos firmes pero pulidos, buena amplitud y una textura envolvente que llena el paladar. El recorrido es largo y sostenido, con un final persistente que deja una sensación de calidez y profundidad. Es un vino con presencia, pero que mantiene elegancia y equilibrio.

Lo elegí para los momentos finales de la noche. Cuando la comida ya pasó y el vino se convierte en excusa para seguir charlando. Es ideal para la sobremesa, cuando el ritmo baja y la conversación se estira. Un vino que invita a quedarse un rato más alrededor de la mesa.

Sangre de Júpiter Pinot Noir 2024

Delicado y expresivo desde la nariz, con aromas de frutillas frescas, cerezas rojas y un sutil toque floral que aporta ligereza. En boca es ágil y sedoso, con una acidez marcada que refresca el paladar y le da dinamismo. No busca concentración ni potencia, sino fluidez y armonía. El paso es liviano y muy bebible, con un final limpio que invita a otro sorbo.

Lo elegí porque cambia el ritmo de la noche. Es ideal cuando el vino acompaña más la charla que la comida, y cuando se busca algo que refresque sin perder identidad. Permite seguir brindando sin cansancio y aporta ligereza en una mesa que suele ir ganando intensidad.

Universo Paralelo Cabernet Franc 2024

Joven y vibrante, con aromas de frambuesa fresca, cereza roja y un marcado perfil herbal que recuerda a hierbas recién cortadas. En boca es directo y franco, con buena acidez, taninos suaves y un paso ágil que invita a repetir. No hay exceso ni maquillaje, todo está puesto al servicio de la frescura y la honestidad. El final es limpio y dinámico, dejando una sensación muy agradable.

Lo elegí porque suma energía y conversación a la mesa. Es un vino ideal para paladares curiosos, para comparar copas y generar intercambio. Funciona muy bien cuando el vino también es parte del diálogo y no solo un acompañante silencioso. Aporta aire y dinamismo a una noche intensa.

Petit Fleur Torrontés

Desde el primer momento llena la copa de aromas intensos, con flores blancas, jazmín, piel de naranja y notas cítricas frescas. En boca es expresivo y ligero, con una acidez marcada que equilibra la intensidad aromática. No se vuelve pesado ni empalagoso, manteniendo un perfil fresco y vibrante. El paso es ágil y refrescante, dejando una sensación limpia.

Lo elegí porque aporta alegría inmediata. Es ideal para recibir gente, abrir la noche o acompañar entradas livianas. Predispone al brindis, a la charla y al disfrute sin vueltas. Marca un tono festivo desde la primera copa.

Les Amoureux Blend 2017

Complejo y profundo desde la nariz, con aromas de ciruela madura, mora, especias dulces, notas ahumadas y un fondo elegante que habla de su evolución. A medida que se abre, aparecen capas sucesivas que suman complejidad y profundidad. En boca es amplio y envolvente, con taninos pulidos y una textura rica que llena el paladar sin volverse pesada. El recorrido es largo, pausado, con un final persistente que se estira sin apuro. Es un vino que pide tiempo y atención.

Lo elegí para el cierre porque acompaña ese momento en el que la noche ya está hecha. Cuando la mesa se desarma de a poco, la sobremesa se vuelve protagonista y el vino pasa a ser excusa para quedarse. Es una botella para brindar despacio, escuchar más y hablar más bajo. Un vino que no empuja el final, sino que lo estira.

Terrazas de los Andes Reserva Malbec

En nariz se presenta con un perfil clásico, limpio y fresco, donde aparecen aromas de ciruela roja, frambuesa madura y un sutil dejo floral que recuerda a violetas. No hay peso ni sobremadurez, sino una expresión franca y equilibrada de la fruta. En boca es ágil y armónico, con taninos suaves que acompañan sin marcar estructura y una acidez bien integrada que le da dinamismo al paso. El vino fluye con naturalidad, sin aristas ni golpes de efecto, dejando una sensación amable y refrescante. El final es medio, prolijo y muy bebible, invitando a seguir.

Lo elegí porque es un Malbec que entiende muy bien el ritmo de una mesa navideña. No busca imponerse ni hacerse notar, sino acompañar con equilibrio y frescura. Funciona especialmente bien cuando hay varios platos y el vino necesita adaptarse sin cansar. Es de esos vinos que se sirven fácil, se disfrutan sin pensar demasiado y sostienen la noche con discreción. Un clásico bien hecho, pensado más para el encuentro que para la demostración.

No existe un vino perfecto para Navidad. Existen vinos bien pensados para cada momento. Estas botellas no buscan imponerse ni destacarse por sí solas, sino acompañar encuentros reales, mesas vividas y brindis sinceros. Porque cuando el vino suma al disfrute y no compite con él, la experiencia se vuelve más auténtica, más humana y mucho más memorable.

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