Mi Tebaida, donde el sueño del Libertador germina

La novela Bonarda y Malarda, en su Capítulo XXVIII, de Marcela Muñoz Pan, todos los capítulos los pueden encontrar en Memo.

Marcela Muñoz Pan


La chacra de Los Barriales de San Martín, Mendoza (apodada por San Martín como "Mi Tebaida") es un lugar de gran valor histórico, ya que representa el deseo del General José de San Martín de retirarse a la vida de un labrador tras la gesta libertadora. En octubre de 1816, San Martín solicitó al Cabildo de Mendoza la cesión de tierras en el paraje de Los Barriales con el objetivo de establecer su residencia definitiva. El gobernador Toribio de Luzuriaga accedió, otorgándole 50 cuadras y sumando 200 más para su hija Mercedes Tomasa. El Sueño del Labrador: San Martín, que llamaba al lugar su "Tebaida" (en alusión a un retiro espiritual), proyectó vivir allí, cultivando vid, trigo y frutales, e incluso donó parte de las tierras a los soldados más distinguidos del Ejército de Los Andes.

Aunque el General nunca pudo habitarla debido a su exilio, la chacra fue mensurada y trabajada por él, y su establecimiento impulsó la creación de la Villa de San Martín el 20 de diciembre de 1816, el primer sitio del país en llevar su nombre. La casa original fue destruida por un terremoto en 1861. Actualmente, en el lugar se encuentra el Museo Histórico Municipal Las Bóvedas, una réplica parcial de la construcción original y un sitio dedicado a preservar la historia sanmartiniana y regional. El sitio fue declarado Lugar Histórico Nacional en 1941, mediante Decreto Nº107.512 por el Poder Ejecutivo Nacional un 6 de diciembre.

Con motivo de esta tan importante declaración, toda la comunidad del este, quizo echar raíces donde todo terminó y a la vez donde todo comenzó con los sueños del Libertador. Ese decreto no solo declaraba un lugar, declara un eco, un eco en una palabra encontrada en las pasiones promulgadas y perpetuas de Don José.

Alicia, la hija de Don Pedro y Doña Bonarda, la gran gestora de la idea de hacer el Barrio Las Bonardas, eternamente enamorada de Aldo, la mágica Alicia que tuvo la aparición celestial entre los viñedos y la fuente de agua, creadora, gestora de las ideas que sin saberlo fueron modificando las viejas costumbres no sólo urbanísticas, también culturales, turísticas y por supuesto familiares. Ese día Alciia le dice al oído a su madre:

- Tenemos que descorchar el vino Mi Tebaida, el más añejo que tengamos, nuestro vino de guarda, nuestro vino de encuentros

- Hija querida qué exclente idea, ahora todos comprenderán por qué le pusimos ese nombre a nuestros vinos, gracias por leer, interiorizarte por nuestra historia sanmartiniana.

- Madre, ustedes me inculcaron la historia de un hombre que no quiso el bronce ni la gloria, sino la sombra de una parra en su chacra de Los Barriales.

Malarda escuchaba atenta la conversación de su ahijada (Alicia) con su hermana Bonarda, que siempre lograba que la historia se sintiera tan viva como el mosto. Parece que es hora de desenterrar la botella que guarda el abuelo, admitió Malarda, y por primera vez en el día, sonó como si estuviera hablando de un tesoro, no de una tarea.

De repente, Malarda se irguió, rompiendo su habitual aire de reticencia.

-No. No vamos a desenterrar la botella del abuelo, declaró con una firmeza que sorprendió a Bonarda y a Alicia. El vino de guarda debe esperar. Hoy es un día de nacimiento, no solo de recuerdo.

Alicia y Bonarda intercambiaron una mirada de asombro.

- ¿A qué te refieres, Malarda? preguntó Bonarda, intrigada por la inusual energía de su hermana.

Malarda sonrió, una sonrisa genuina que rara vez mostraba.

- San Martín soñó con ser un labrador, con plantar su vid y vivir tranquilo en esta tierra. Nunca lo logró. Pero hoy, que esta tierra es oficialmente un Lugar Histórico Nacional, es la excusa perfecta. Vamos a crear un vino nuevo. Un vino que solo exista aquí, en la chacra. Un vino que encarne esa sombra de parra y ese sueño inalcanzable. (Señaló hacia el viñedo de Bonarda, que se extendía hasta donde una vez estuvo la casa destruida).

- Alicia, tienes la visión. Bonarda, tienes la tierra y el nombre. Vamos a mezclar la cosecha de la Bonarda más vieja con la de la Malbec que yo cultivé cerca del arroyo. Haremos una nueva partida: "El Sueño del Labrador". Será el vino que el General nunca pudo beber, pero que esta tierra le debía.

Bonarda sintió un nudo en la garganta. Su hermana, la crítica, la pragmática, acababa de proponer una alquimia que unía sus vidas, sus nombres, y el espíritu de San Martín en una botella. Alicia aplaudió, radiante.

- ¡Es perfecta! Un vino para el futuro, con el corazón del pasado.

Mi Tebaida, donde el sueño del Libertador germina

Mientras el sol se ponía sobre Los Barriales, tiñendo el cielo con los colores del mosto fermentado, las tres mujeres se dirigieron a la bodega. No a buscar un tesoro guardado, sino a crear uno nuevo. El General nunca pudo cosechar su vino aquí, pero esa noche, Bonarda, Malarda y Alicia se encargarían de cosechar la leyenda, destilándola en un vino que llevaría, para siempre, el sabor de un sueño cumplido.



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