La dictadura militar en Argentina y la literatura para la infancia

El Prof. José Jorge Chade da cuenta aquí de una de las ridículas infamias del autoritarismo de la dictadura militar: prohibir libros infantiles.

José Jorge Chade
Presidente de la Fundación Bologna Mendoza Dr. en Ciencias de la Educación.

Mis reflexiones sobre dictadura argentina y literatura infantil, no pueden prescindir de la experiencia que tuve la aventura de vivir en los años de mi juventud. 

Se trata de una experiencia que me permitió comprender lo significativo que es el papel de la literatura infantil en la formación de una visión del mundo en los niños y adolescentes, y lo claro y objeto de atención que era esto también por parte del régimen cuyo poder caracterizó aquellos años.

El gobierno militar que se impuso en nuestro país entre 1976 y 1983 tuvo características particularmente feroces y activó también modalidades institucionales e informales de control sobre las actividades culturales y la información, en particular sobre aquellas que tenían una amplia difusión entre la población.

La dictadura militar en Argentina y la literatura para la infancia

Ni la escuela ni las actividades culturales escaparon a la agresión del régimen: se suprimieron las enseñanzas universitarias de Psicología y Antropología de la Universidad de Córdoba y otras, y en las escuelas se prohibió la enseñanza de las matemáticas modernas, consideradas subversivas. Muchos profesores y estudiantes de humanidades fueron perseguidos e incluso se prohibieron la música de Mercedes Sosa y El principito de Antoine de Saint Exupéry fueron proscriptos.

Además de la radio y la televisión, el régimen, para difundir sus ideas y valores, dedicó hombres y medios a seleccionar los periódicos y toda la población editorial.

No fue menor la inversión dedicada al ámbito educativo, en el que el régimen trató de alcanzar un doble objetivo: lograr que las generaciones más jóvenes hicieran suya la ideología dominante, orientando la formación de los futuros ciudadanos, y también conseguir la adhesión de las familias a los contenidos educativos impuestos y transmitidos a través de la escuela. Para alcanzar estos objetivos, se formó e involucró a operadores y profesores y se invirtieron grandes recursos económicos y profesionales en programas de televisión dedicados a la infancia, en la redacción de manuales escolares y en la elaboración de publicaciones dedicadas a niños y adolescentes, publicaciones que podían contar con una difusión muy amplia y capilar, ya que se podían encontrar en todos los quioscos y eran muy atractivas, gracias también a las imágenes en color y a las fotografías, sobre todo tratándose de años en los que las transmisiones televisivas se limitaban en gran parte al blanco y negro.

Otro aspecto significativo, que podemos identificar como característico de los libros, revistas y periódicos dedicados a los niños durante los años del régimen militar, es el hecho de que nunca se indican las referencias bibliográficas de las narraciones propuestas en cada ocasión. A menudo se recurre a textos clásicos reformulados y adaptados, como las fábulas de Esopo, omitiendo sin embargo indicar el autor de las adaptaciones. Cuando los protagonistas son animales, el criterio propuesto en las interacciones es la legitimación de la ley del más fuerte. Este podrá decidir en cada momento cómo tratar a los más débiles, que sufrirán y obedecerán, poniéndose a su servicio. En pocas palabras... el engaño escondido entre las páginas (tema que desarrollaré en otro artículo).

Bibliografía:

CHADE, José Jorge: Extracto de "I Racconti per l'infanzia come mediatori fondamentali per la rielaborazione delle violenza. Erickson, Trento, Italia, 2022.



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