El caso Norton, una señal del momento delicado de la vitivinicultura y otras industrias

Las empresas deben afrontar subas de costos de servicios e impuestos sin poder trasladar esos mayores costos a los precios. El análisis de Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

La situación financiera de la Bodega Norton era conocida por los actores de la industria porque había varios actores involucrados que habían tenido problemas con sus cheques, algunos rechazados por los bancos. El problema es que, como es una cadena, un productor que no puede cobrar le genera problemas a sus propios proveedores y empleados y entra en crisis con sus propios bancos.

Hay una realidad y es que hay un atraso del tipo de cambio, pero ese atraso es medido contra el sistema de costos de Argentina, que uno de los más caros e ineficientes del mundo. Por eso, cuando se habla de una reforma fiscal no solo hay que ver los impuestos nacionales sino también los provinciales y municipales. Si no contribuyen todos, será imposible una reforma efectiva.

El negocio del vino está atravesado en todo el mundo por severos cambios en los hábitos de consumo. Una parte, influida por la acción de los gobiernos europeos que han puesto en la mira al vino como "ejemplo del mal", así como una época lo hicieron con el aceite de oliva. Todo responde a presiones de diversos sectores interesados, pero van generando influencias que impactan como cambio cultural.

Quién controla Norton en medio de su crisis

La otra razón, es también cultural pero propia de la nueva generación de entre 15 y 30 años que no quieren consumir alcohol. De tal manera que las cervezas sin alcohol han reaccionado rápidamente y el vino lo hizo más lentamente. En parte porque hay que hacer inversiones y en parte por la resistencia al cambio de los productores, que es una característica cultural similar en todo el mundo.

En estos casos, se justifica la caída de las exportaciones, pero estos datos son relativos. Dado que no nos favorece el tipo de cambio, nuestras exportaciones son de vinos de nuestra alta gama y esta es la franja de los consumidores más exigentes, que no están en la onda del bajo consumo de alcohol. En el mercado interno, el problema está en el poder adquisitivo lesionado de los consumidores, pero también se aprecian cambios en las estrategias de consumo de las familias para adaptarse a la nueva realidad.

La realidad es que estamos frente a un cambio muy importante. Hay muchas bodegas complicadas, pero parece una crisis como tantas otras que han afectado a la industria, aunque esta tiene un componente cultural que todavía los industriales no han terminado de adivinar hacia donde va ni como termina.

Bodegas en alerta: Norton y la vitivinicultura argentina enfrentan su mayor desafío

Es hora de que empecemos a ver seriamente la forma de recuperar competitividad y el tema impositivo es crucial porque atraviesa a todos los sectores. No es posible que un flete de Mendoza a Buenos Aires sea más caro que el viaje en barco desde Buenos Aires a Amsterdam ni tampoco que el costo de distribución en el AMBA sea más caro que el flete de origen.

El problema serio que significan los ingresos brutos, la múltiple imposición sobre los costos laborales porque, además de sus propias cargas, los costos laborales son castigados con IVA e Ingresos Brutos, lo que hace que la ecuación resulte cada vez más gravosa y que los costos se eleven. Las tasas por transitar que cobran muchos municipios, que son inconstitucionales, pero nadie las frena y un gasto público que, en muchas jurisdicciones, sigue desmadrado para solventar a los amigos del poder son un costo explosivo.

Una de las ventajas de la estabilidad es que hace salir a la superficie todas estas irregularidades e inequidades y es hora de que los actores involucrados y los mismos ciudadanos comiencen a exigir mayor austeridad, eficiencia y mejora de la competitividad. Si esto no ocurre, llegarán a la conclusión que solo pueden sobrevivir con el dólar a $3000, pero cuando llegue a ese nivel, volverán los problemas. La pérdida de competitividad no se soluciona con el tipo de cambio sino atacando la estructura ineficiente del Estado y los particulares.

Lo de Norton es un solo una muestra de algo que ya se está viendo en varios sectores económicos. Hay que tomar estas señales en serio.



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