Julio: ecos de libertad y sabores mendocinos

Los "Vinos & comidas" de Juan Marcelo Calabria, en un contexto de historia recordada a cada paso del mes de julio.

Juan Marcelo Calabria

Comenzó julio, y con él, el aire se impregna de un aroma distinto, una mezcla de pasado glorioso y presente vibrante. Es el mes donde el corazón de la Patria late con más fuerza, recordándonos aquel 9 de Julio, fecha ineludible en nuestra memoria colectiva, donde se concretaba la ansiada Declaración de Independencia. Y aquí, en Mendoza, donde el pulso de la historia se siente en cada rincón, este eco de libertad resuena con una intensidad particular, maridando a la perfección con la nobleza de nuestros vinos y la autenticidad de nuestra gastronomía, porque sin duda todo el mes se viste de celeste y blanco y nos convoca a la celebración, con muchas deudas pendientes, pero con el legado de libertad de nuestros fundadores.

La llama de la libertad que revivió en Cuyo, nos invita a evocar la Declaración de la Independencia, y es imposible no regresar a los cimientos, a la figura monumental de José de San Martín, ese faro de coherencia y virtudes cívicas que moldeó el destino de América. Su legado no es solo un conjunto de hazañas militares, de espíritu de libertad y gobierno de cuyo, sino una profunda lección de unidad de miras que compartió con visionarios como Güemes, Pueyrredón y Belgrano, forjando desde estas tierras de Cuyo el espíritu de una nación. La llama de la libertad que encendió en Mendoza trascendió fronteras a través del plan de liberación continental y tiempos a través de generaciones.

Julio: ecos de libertad y sabores mendocinos

Fue desde este suelo mendocino y cuyano donde San Martín gestó la audaz campaña que cambiaría el mapa continental. La Epopeya del Cruce de los Andes y la trascendental campaña de Chile y luego la expedición al Perú que cambió el destino de América, no son meros hechos del pasado; son el alma misma de nuestra identidad, la viva muestra de cómo la determinación y el ingenio pueden vencer las mayores adversidades. Mendoza, lejos de ser un simple telón de fondo, se erigió como el corazón estratégico y logístico de aquella epopeya libertadora.

En este mes de celebraciones tan importantes, en pocas semanas también tendremos la celebración de la Independencia del Perú, también muy arraigada por la gesta sanmartiniana a nuestro pasado y a nuestro presente, los sabores de Identidad en las mesas mendocinas, tienen su protagonismos. Y así, mientras evocamos el coraje de nuestros próceres y heroínas y la importancia de ese legado de unidad y libertad, nos encontramos en el presente, en la mesa, donde la celebración de la independencia adquiere sus propios sabores y brindis. 

Porque, ¿qué mejor forma de honrar a quienes nos legaron la Patria que compartiendo los sabores auténticos que nos identifican como argentinos, en compañía de los seres queridos? La cocina de identidad, que en Mendoza es una experiencia de sabores de estación, se convierte en el lenguaje con el que celebramos los esfuerzos del pasado, los desafíos del presente y los proyectos a futuro, recordemos que vitivinicultura y gastronomía forman parte también de nuestra identidad cultural.

La gastronomía mendocina, rica y variada, nos invita a un viaje culinario que abraza el alma. Desde los platos más tradicionales hasta las propuestas innovadoras que han puesto a Mendoza en el mapa de la gastronomía internacional -como atestigua su inclusión en prestigiosas guías-, cada bocado es una extensión de nuestra cultura y una remembranza de los inicios. Y es que el maridaje entre nuestra historia y nuestra mesa es ineludible, especialmente cuando un buen vino eleva la experiencia a una dimensión de momentos compartidos con recuerdos imborrables tanto de las historias como pueblo y también nuestras propias historias personales y familiares.

El vino mendocino, esa bebida nacional y patrimonio cultural que brota de nuestra tierra, se convierte en el anfitrión indiscutible de estas jornadas patrias. Un robusto Malbec, insignia de nuestra vitivinicultura, o quizás un Cabernet Franc, con su historia y futuro en Mendoza, nos invitan a la reflexión y al disfrute. Porque como bien sabemos, sin agua no hay vino, sin esfuerzo no hay frutos, y sin el espíritu de nuestra tierra, no existiría la identidad que hoy celebramos en nuestras mesas, en cada brindis por el pasado, el presente y el futuro.

Julio: ecos de libertad y sabores mendocinos

Al calor de los fogones y el murmullo de las acequias, en el choque de las copas, se teje el verdadero sentido de la celebración. Cada vaso que alzamos es un brindis por los recuerdos, los deseos y los sueños que se entrelazan con nuestra gesta de la independencia donde Mendoza y Cuyo fueron protagonistas. Son los fascinantes momentos del encuentro con un buen vino y un rico plato de un típico guiso cuyano para compartir y recordar, los que nos conectan con la alegría de vivir y con la profunda gratitud por la libertad alcanzada, y los sueños de todo lo que nos queda por lograr.

Mendoza, con sus paisajes que enamoran y sus sabores que conquistan, se reafirma como un destino donde la historia se saborea y la libertad se brinda. Es un lugar donde el vino no es solo una bebida, sino un hilo conductor que une el pasado glorioso con un presente vibrante, ofreciendo una experiencia integral que abarca desde los caminos del vino hasta los caminos de la libertad, como ya hemos resaltado en otras oportunidades. Que este mes de julio nos encuentre celebrando, con un brindis en alto, la hermosa travesía de ser una nación libre. Que la mesa sea el punto de encuentro, el vino el compañero fiel y la historia, el relato que nos une, con el corazón en Mendoza y el sabor de su esencia en cada copa. Porque como siempre decimos nada mejor que un buen vino para contar una buena historia, ¡salud y viva la Patria!

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