Independizarse, un lujo postergado: más de la mitad de quienes trabajan en Argentina aún vive con su familia
Según un relevamiento de Bumeran, el 54% de las personas trabajadoras argentinas todavía reside en el hogar familiar. La falta de empleo o los sueldos bajos explican la imposibilidad de mudarse. Para muchos jóvenes, volver a casa después de haberse independizado se volvió una constante.
El sueño de independizarse parece cada vez más lejano para gran parte de quienes trabajan en Argentina. Un informe reciente de Bumeran, en el marco de la campaña "Independízate", revela que el 54% de las personas trabajadoras en el país aún vive en el hogar familiar. El acceso limitado a empleos formales y con ingresos suficientes surge como la principal barrera para construir una vida autónoma.
La situación laboral impacta de lleno en la posibilidad de mudarse: el 51% de quienes buscan independizarse no tiene trabajo y el 31% afirma que, aunque tiene empleo, su salario no le alcanza. Solo un 6% atribuye su situación a otras causas. De hecho, el 96% de las personas encuestadas señala que se iría de la casa familiar si tuviera un trabajo estable o mejor remunerado.
La precariedad laboral también impulsa el fenómeno inverso: la vuelta a casa después de haberse independizado. Un 28% de las personas que viven con su familia hoy lo hace porque debió regresar tras haber vivido por su cuenta. Las razones son concretas: el 24% perdió el trabajo, el 20% no puede sostenerse con su salario, el 14% atravesó una separación y el 11% no logró afrontar los gastos por el aumento del costo de vida. El otro 72% nunca se fue.
El informe muestra que esta situación afecta transversalmente a todos los sectores. Por ejemplo, el 56% de quienes trabajan en el área Comercial vive con su familia, al igual que el 51% en Producción, Abastecimiento y Logística, el 49% en Administración y Finanzas, el 51% en Marketing y Comunicación, y el 46% en Salud.
La radiografía se repite por género: el 54% de las mujeres cis, el 53% de los varones cis y el 57% de personas de otros géneros comparten techo con su familia. La convivencia en pareja, en soledad o con amistades es significativamente menor.
El empleo formal, en tanto, sigue siendo una excepción. Solo el 20% de quienes respondieron la encuesta en Argentina trabaja en blanco y full time. El resto se divide entre empleos informales (part o full time), pasantías y trabajos freelance. Aún más preocupante: el 51% no tiene trabajo. En áreas como Producción y Logística, el 61% se encuentra desocupado.
El nivel educativo también incide. En Argentina, el 29% de las personas trabajadoras no tiene estudios superiores, el valor más alto entre los países relevados: Ecuador (24%), Panamá (23%), Chile (14%) y Perú (4%). Por sector, quienes se desempeñan en Marketing y Comunicación son quienes más completaron sus estudios terciarios o universitarios (47%), seguidos por Salud (41%) y Administración y Finanzas (34%).
Las mujeres cis superan a los varones cis en finalización de estudios (31% vs. 29%), aunque estos últimos presentan una mayor proporción sin formación superior (34%). Entre otros géneros, el 40% no cursó estudios terciarios o universitarios.
A la falta de ingresos y estabilidad se suman otras barreras para conseguir empleo: el 43% menciona la falta de contactos, el 27% la escasa experiencia laboral y el 7% la falta de capacitación. El 23% restante alude a otras dificultades. Estos factores, sumados a un mercado laboral precarizado, traban no solo la independencia, sino también el desarrollo profesional.
En este contexto, la campaña Independízate busca visibilizar una realidad extendida: que el deseo de vivir por cuenta propia no alcanza cuando el trabajo digno y estable se vuelve un bien escaso. "El trabajo que necesitás para lograr tu independencia existe", propone el portal, que ofrece más de 13.000 oportunidades laborales.
Sin embargo, el anhelo de autonomía choca con un escenario adverso. El 96% de quienes hoy viven con su familia quiere independizarse, pero la mayoría no tiene cómo hacerlo. La convivencia intergeneracional, lejos de ser siempre una elección, muchas veces es una salida obligada.
La autonomía, en definitiva, sigue siendo un privilegio reservado a pocos. Querer no siempre es poder. Y sin empleo formal, estabilidad ni ingresos adecuados, abrir la puerta de la independencia es una batalla cuesta arriba.